Perú y Chile
Por Tania Pariona Tarqui y Rocío Aliaga Huentrutripay
El presente artículo resume el diálogo ameno, sincero y de reflexión conjunta entre dos hermanas de procesos organizativos y activismo indígena frente a la convención constitucional en Chile y las implicancias que ésta viene trayendo en relación a la participación de las mujeres indígenas en los espacios de toma de decisión, el sistema educativo y los pueblos indígenas, y los desafíos de la inclusión de derechos indígenas en la nueva carta magna chilena.
Nuestros países, Chile y Perú, son cultural y lingüísticamente diversos, con historias y rostros indígenas.
La población indígena en Chile y Perú
Actualmente en Chile hay 9 pueblos indígenas: Mapuche, Diaguita, Rapa Nui, Quechua, Aymara, Colla, Kawésqar, Yagán, Atacameños, reconocidos y avalados por la Ley indígena 19.253, mientras que el pueblo indígena Selknam de tierra del fuego está iniciando un proceso de reconocimiento. El último censo efectuado en el año 2017 en Chile arrojó que el 12,8%, es decir, 2.185.729 personas se consideran perteneciente a un pueblo indígena. Esto cada año va en aumento, dado que las personas han iniciado un proceso de auto reconocimiento, y en el caso particular del pueblo Nación Mapuche hay un porcentaje de 79,8% del total de la población indígena. A la fecha este porcentaje representa la cifra de 1. 745.147 personas.[1]
En el caso peruano, según la Base de Datos de los Pueblos Indígenas (BDPI) del Ministerio de Cultura son 55 pueblos indígenas, 51 en la Amazonía y 4 en los andes. Según el Censo 2017, en el que se consideró por primera vez la variable de autoidentificación, somos alrededor de 8 millones de indígenas; es decir, el 26% de la población total. Existen 48 lenguas indígenas, siendo el quechua con más de 4 millones de hablantes.
Pese a esta diversidad multiétnica y lingüística, los pueblos indígenas no contamos con el reconocimiento constitucional como población específica y con ello nuestros derechos estipulados en tratados y convenios de los cuales nuestros países son signatarios. Por el contrario, hemos sido históricamente excluidos e incluso satanizados en la sociedad por nuestra reivindicación identitaria y los derechos colectivos como síntoma de desarticulación y amenaza a la unidad nacional. Así mismo, las Constituciones vigentes no incorporan directamente y con un rango superior legal los convenios y tratados internacionales en materia de derechos humanos y de derechos en general, de ahí que se produzcan terribles incongruencias en la práctica política que imposibilitan el ejercicio de un conjunto de derechos.
Una de las causas que no permite el reconocimiento pleno de nuestros derechos en el principio de las leyes y del ordenamiento jurídico en nuestros países, tiene que ver con el racismo estructural y las características profundas de una república fundada bajo una estructura y pensamiento colonial, marcada por el racismo étnico racial y patriarcal.
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Ser mujer indígena y política
Históricamente las sub representaciones en espacios de toma de decisiones han sido por género e identidad indígena, para lo cual había leyes específicas que impedían la participación, por ejemplo, en el Perú una vez superado el problema legal a partir del reconocimiento del voto femenino (1956), las mujeres indígenas tuvimos que esperar hasta 1980 para ejercer nuestro derecho al voto, veinticuatro años después de que se reconociera el derecho al voto de las mujeres peruanas mayores de edad y alfabetizadas en castellano.
Las mujeres indígenas tenemos grandes obstáculos para acceder a espacios de representación política y en general a los espacios políticos de poder. De hecho, hay una gran ausencia de mujeres indígenas en el congreso, en el poder ejecutivo, y en todos los espacios representativos y de toma de decisiones en la política chilena y peruana. Estos obstáculos se dan principalmente a través de los estereotipos de género, la discriminación étnica, de clase e incluso la edad, ya que si eres joven ésta se relaciona con la incapacidad y la inexperiencia. El racismo es una de las expresiones de la violencia que se ejerce contra las mujeres indígenas, se muestra principalmente desde un lenguaje despectivo que discrimina directamente y desde formas ofensivas; impidiendo así el acceso de la mujer indígena a ser parte de estos espacios.
A pesar de tener todos estos obstáculos, en la actualidad hay un interés mayor en las mujeres indígenas de participar en espacios políticos, que van forjando su camino de participación en las comunidades, e indagando formas de acceder a herramientas que nos permitan conocer mejor los espacios en donde necesariamente se requiere de la presencia de la mujer indígena y de la sabiduría de la cual somos portadoras.
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La mujer indígena en el proceso político chileno.
Actualmente en Chile quien preside la Convención Constitucional es una mujer indígena Mapuche, Elisa Loncon Antileo, lo cual representa un hecho histórico que marcará un antes y un después indudablemente. Esta noticia causó un gran asombro considerando que representa a la mujer indígena, y que como mencionamos anteriormente es un camino con varios obstáculos que hay que enfrentar, y aun así Elisa Loncon pudo lograr posicionarse, encabezando el proceso constitucional, en donde debe estar presente en las plenarias que diariamente realizan en las dependencias del ex Congreso en Santiago de Chile.
Elisa Loncon principalmente alza su lucha desde el proceso reivindicativo de los derechos lingüísticos del Mapudungun, siendo académica con estudios en lingüística, ha impulsado la Ley General de derechos lingüísticos de los pueblos indígenas, desde los inicios de su camino como activista.
En el proceso constituyente de Chile se han evidenciado manifestaciones de racismo hacia dos mujeres indígenas en particular. La presidenta de la convención constitucional Elisa Loncon Antileo, y también hacia Francisca Linconao Huircapan que además representa un rol ancestral de ser Machi (Mujer Sabia Y Sanadora) uno de los escaños reservados del pueblo Mapuche, consagrándose, así como constituyente Mapuche. Ambas han sufrido acoso político constante por parte de los partidos de derecha, que intentan deslegitimar su presencia en estos espacios políticos. Desde expresiones racistas, hasta acoso afuera del ex congreso, fuertes afrentas han tenido que vivir, y ante eso seguir firmes en sus respectivos roles. En el caso de Machi Francisca Linconao, ella tuvo que defender su derecho lingüístico para poder expresarse en su lengua, dado que no habla muy claro el español, y sobre todo porque esa no es su lengua materna, por lo mismo se expresa desde el Mapudungun. De esta manera se solicitó un traductor una persona que pueda comunicarse con la Machi, (Zugumachife), lo cual se vio calificado como que estaba “llamando la atención”, según una constituyente perteneciente a un grupo minoritario de la derecha. Esto resultó ser un reflejo del racismo que tuvieron que presenciar, y a su vez luchar por legitimar el derecho lingüístico fundamental en estos espacios para posibilitar un diálogo real teniendo las condiciones mínimas para avanzar en el proceso de discusión. Otro episodio de racismo presente en la convención, fue la forma en cómo enfatizaban la manera de hablar de Elisa Loncon, pues según algunos “no refleja los grados académicos que tiene”.
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La mujer indígena en la política peruana.
En el Perú vivimos situaciones similares, el Poder Legislativo es uno de los espacios en donde se ejerce permanentemente el racismo y la discriminación, especialmente contra mujeres indígenas, por sus orígenes, su lengua materna, el uso de sus vestimentas tradicionales, forma de hablar, etc. Exparlamentarias como María Sumire, quien tuvo que juramentar tres veces en señal de resistencia ante la imposición del castellano; Hilaria Supa, Paulina Arpazi y Claudia Coari enfrentaron expresiones de racismo, la negación de sus derechos y la vulneración a su dignidad humana. Estos no fueron hechos únicos, en mi paso por el parlamento (Excongresista TaniaPariona), también enfrenté un conjunto de insultos y apelativos por el uso del sombrero característico de mi pueblo y por presentar un proyecto de Ley escrito en quechua.
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Las mujeres indígenas se empoderan
Estas reflexiones nos conducen a señalar que las mujeres indígenas podemos lograr un amplio empoderamiento e incluso lograr llegar a ocupar cargos de autoridad; no obstante, las condiciones institucionales y las estructuras sociales, políticas están diseñadas desde un enfoque colonial, racista y patriarcal que limitan y colisionan el ejercicio de nuestros derechos tanto individuales como colectivos. Como bien señala Chirix, E. (2013) es importante hilar el debate de la colonización como un acontecimiento histórico, estructural transcendental para la vida de opresión de los pueblos y de las mujeres indígenas en particular, que tiene que ver con todo el embate de penetración colonial como una condición para la perpetuidad de las desventajas múltiples de las mujeres indígenas.
La presencia de la hermana Elisa Loncon en este proceso de construcción de una nueva Carta Magna en Chile, tiene un sentido profundo de reivindicación de los derechos indígenas y la sabia resistencia ante la colonización y las formas actuales de imposición y transgresión a la continuidad histórica de los pueblos indígenas.
La presencia de la mujer indígena en los espacios de poder político va creciendo y conquistando derechos. La elección de hermanas parlamentarias indígenas como Joenia Wapichana del pueblo Roraima en Brasil, Petita Ayarza del pueblo Kuna de Panamá, Sonia Gutierrez Raguay, Maya poqoman de Guatemala. Así mismo, la elección de Mary Simon, primera indígena designada como la trigésima gobernadora general de Canadá después de 154 años de creación de este cargo, elegida en un contexto sensible y complejo para el país, dado los hallazgos de más de 1,300 tumbas de niños en cuatro antiguas escuelas residenciales[2]; Deb Haaland, primera indígena nominada secretaria del Interior de Estados Unidos, instancia que supervisa los recursos naturales del país, los sitios de petróleo, gas, las tierras de comunidades indígenas reconocidas a nivel federal[3]. Todas ellas hoy son referentes políticos importantes que tienen un impacto en el escalamiento de los liderazgos y empoderamiento de las niñas, jóvenes y mujeres indígenas.
Es importante señalar que las mujeres indígenas empezamos a organizarnos a nivel internacional hace más de 25 años. La participación de hermanas de diversos pueblos y culturas el año 1995 en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer Beijing +5, abrió el camino para que las mujeres indígenas y jóvenes afirmemos nuestra palabra desde el espacio comunitario hacia la incidencia en espacios internacionales, fortalezcamos nuestra identidad indígena y nuestros liderazgos y con voz propia a visibilizar las desigualdades y exclusiones, muchas veces enfrentado a los señalamientos de ser divisionistas del movimiento indígena mixto.
En ese sentido, este tejido histórico de las mujeres indígenas es un avance sustantivo en el largo camino de las luchas en los diversos ámbitos en los cuales se ha venido incidiendo en los últimos 50 años. Sin embargo, cabe mencionar que las modificaciones legislativas recientes como la Ley de Paridad de género resulta ser incompleta si no se garantiza la inclusión de las mujeres de la diversidad cultural en las listas electorales, por ello se hace necesario levantar nuestras voces por una paridad con enfoque étnico racial e intercultural.
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El derecho a la educación de pueblos indígenas
En Chile, la educación no es gratuita y representa un bien de mercado tal como la salud, ambos pilares fundamentales de una sociedad que se rigen por el sistema económico neoliberal, en este sentido, resulta ser un problema social para la mayoría de su población que no puede acceder a una buena educación o una buena salud considerando que no se tienen los recursos para poder suplir esas necesidades; es decir, tener acceso a la educación y a la salud se vuelve un privilegio y no un derecho fundamental de todas las personas.
Lo relevante de esta situación, es que estas precariedades han llevado a la ciudadanía a manifestarse por un cambio estructural ante las deplorables condiciones de vida que se dan en este país. Por lo cual, ha aumentado considerablemente la participación de la sociedad en los procesos políticos, culturales, económicos; y particularmente en el proceso constituyente.
El escenario de la educación es un tema complejo de abordar, considerando que está muy por debajo de una educación inclusiva, con enfoque de género e intercultural, y que reúna todas las disidencias sexuales existentes, si bien se han implementado distintos enfoques en educación, siempre son las mínimas, haciendo referencia a la situación de la educación chilena.
Los pueblos indígenas en general, hemos vivido migraciones forzadas por el despojo de nuestros territorios, que nos han llevado a la ciudad, esto ha implicado que una parte de la población indígena está en los lugares en donde existen los colegios, las instituciones públicas, universidades, etc. Luego esta misma situación ha propiciado que podamos acceder a la educación chilena en este caso. Accedemos, pero no por eso, sin obstáculos. Otro aspecto por mencionar es que nos encontramos con una educación colonizadora, siendo un fiel reflejo del pensamiento occidental que atraviesa todo el conocimiento, y la forma en cómo se adquiere dicho conocimiento, donde sólo encontramos personas que se posicionan como pensadores referentes que piensan desde dicha perspectiva. Es ahí donde comienzan las contradicciones puesto que al ser indígenas nuestras formas son muy distintas cuando adquirimos el conocimiento e incluso la propia ontología del conocimiento difiere del conocimiento occidental.
Por consiguiente, sentimos que ese conocimiento que nos entregan no es ajeno a nuestra forma de ver la vida o formularnos algún cuestionamiento con respecto a la complejidad de las relaciones de cómo interactúan las cosas. Por todo ello, se nos hace necesario poder tener el derecho a la educación con pertinencia sociocultural, que nos permita poder educarnos sin esta imposición de saberes que refleja la acción colonizadora, el racismo estructural e institucional, y la deslegitimación de nuestros saberes ancestrales. Independiente de esto, habemos personas indígenas (sabiendo que no es fácil acceder a estos espacios) somos varios quienes formamos parte de la academia, en donde se intenta generar una nueva forma de conocimiento, teniendo en cuenta la riqueza que representan nuestras culturas, cosmovisiones, conocimiento ancestral, y tradiciones respectivas, entendiendo que esas mismas prácticas representan una forma más de resistencia, ante un sistema que nos quiere invisibilizar en todo momento.
En ese sentido, la hermana Elisa Loncon ha sido escogida como una de las 100 personas más influyentes en la revista Time, por sus capacidades y también por lo que representa en este proceso histórico en Chile. La hermana ha podido superar diversas dificultades, y a su vez contar con las herramientas teóricas que son instrumentos que le permiten poder agilizar su entendimiento con respecto a los temas políticos, culturales, económicos, de la sociedad chilena. Y así ser un aporte fundamental al rol de la presidencia de la convención constitucional, teniendo la oportunidad de poder generar reflexión con respecto a la lucha por nuestros derechos como pueblos indígenas. Es una gran misión, la que está en proceso y que avanza de acuerdo a los tiempos.
Lo importante es poder confiar en el proceso y en las capacidades de todas las personas que intentan generar cambios sustanciales en una constitución que fue elaborada en dictadura, y que por esta misma razón los cambios son muy importantes para que el Estado se haga cargo de las necesidades de una sociedad, para que la educación, la salud no sean privatizadas, garantizando el acceso a todas personas, y no sólo a unas pocas. En donde prevalezca el diálogo democrático que nos permita los cambios que tanto anhelamos, ya que el derecho a la educación, salud y otros, tanto en la cobertura como en la calidad e intercultural, es la parte visible de cómo el Estado entiende y atiende a su población a quienes considera como iguales.
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Derechos indígenas y el reconocimiento constitucional
En este apartado cabe señalar que, en el proceso constitucional, que resultó del Plebiscito Nacional que se efectuó el 26 de octubre del año 2020, se abrió la posibilidad para los pueblos indígenas de Chile de contar con escaños reservados, considerando la participación de representantes indígenas para elaborar una nueva Carta Magna. En el caso del pueblo Nación Mapuche figuran siete escaños reservados que han estado presentes en todas las instancias de participación. Los hermanos presentes y hermanas como Rosa Catrileo, Alex Caiguan, Machi Francisca Linconao, Victorino Antilef, Natividad Llanquileo, Adolfo Millabur y Elisa Loncon son quienes forman parte de cada plenaria del proceso constituyente. Actualmente el debate ha girado en torno a los reglamentos y su aprobación, de esta manera entran en una nueva etapa de redacción del propio funcionamiento interno que regirá la convención, esperando así la participación ciudadana vinculante y desde los pueblos indígenas, la consulta indígena libre previa e informada, desde las directrices del convenio 169 de OIT sobre los Pueblos Indígenas y Tribales.
El 23 de agosto del 2021 Naciones Unidas firma acuerdo con la Convención Constitucional para colaborar con el proceso, y ofrecer los lineamientos con respecto a la prevención de conflictos, construcción de la paz, promoción de los Derechos Humanos, el estado de derecho, el desarrollo humano sostenible[4]
El posible reconocimiento constitucional se podría abordar desde la instancia misma de la convención, es una posibilidad que los pueblos indígenas, no hemos tenido anteriormente. Por lo mismo es importante que los constituyentes indígenas, puedan interpelar a través de las múltiples demandas que tenemos como pueblos originarios. Estos procesos no representan soluciones absolutas a todas nuestras demandas, pero sí es un posible camino para dialogar entre naciones, entre diversidades de diferentes sectores de la sociedad. Como indígenas sabemos que hay muchas formas de luchar, la convención es una posibilidad de reordenar las cosas, y establecer un nuevo contrato social entre el Estado y los Pueblos Indígenas, y generar los cambios, que permitan reconocer nuestros derechos colectivos, nuestros derechos a la devolución de nuestras tierras, el territorio, y el reconocimiento de lo que somos, primeras naciones.
Garantizar el reconocimiento de los derechos políticos de los pueblos indígenas y con ella los mecanismos legales para la representación con paridad en los estamentos de poder es una de las demandas también fundamentales de los procesos constituyentes. Algunos países cuentan con escaños definidos o cuotas como medidas de acción afirmativa y países en donde no existe dicha medida.
En este escenario de crisis profunda del régimen neoliberal, capitalista, las reformas y los cambios hacia una nueva constitución, es una demanda expresa y cada vez más extendida como es en el caso del Perú y Guatemala, planteada desde diversos sectores, entre ellas, los partidos políticos de izquierda progresista, movimientos y organizaciones sociales, colectivos juveniles y organizaciones indígenas, que en nuestro caso venimos construyendo la fuerza necesaria y de forma plural y programática para encaminar dicho proceso. En ese sentido, Chile es un referente reciente del cual estamos seguros que brindará aprendizajes y lecciones para encaminar los proyectos políticos de transformación desde la perspectiva indígena.
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[1] Instituto Nacional de E stadísticas (2018). Síntesis de resultados. Censo 2017: síntesis-de-resultados-censo 2017.pdf
[2] Mary Simon: Mary Simon jura como gobernadora general de Canadá y se convierte en la primera indígena en ocupar el cargo – Noticias de última hora sobre la actualidad de Catalunya y España, Barça, deportes, internacional, economía, cultura, sociedad (coffeesp.com)
[3] Deb Haaland, la primera nativa americana a cargo de la secretaría del Interior en EE. UU. | El Mundo | DW | 18.12.2020
[4] Más información disponible: Naciones Unidas en Chile firma acuerdo con la Convención Constitucional | Naciones Unidas en Chile
TANIA PARIONA TARQUI Es peruana, activista indígena quechua, excongresista de la República del Perú, Trabajadora Social de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, con estudios de Maestría en Desarrollo Humano: Enfoques y Políticas por la Pontificia Universidad Católica del Perú, ex becaria del programa para líderes indígenas del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, miembro del Enlace Continental de Mujeres Indígenas de las Américas miembro asociada del Centro de Culturas Indígenas del Perú – CHIRAPAQ.
ROCÍO ALIAGA HUENTRUTRIPAY, es profesora y activista Mapuche por los derechos humanos, Licenciada en Filosofía de la Universidad Alberto Urtado. Tiene un Diplomado en Defensa Internacional de DD. HH, Derecho Internacional y estudios jurídicos internacionales de la Universidad de Alcalá; y un Diplomado en Filosofía e infancia de la Universidad de Chile.