Perú
Wuhan, fue la ciudad que a inicios de enero de este año puso en aprietos al gigante asiático. Es aquí donde se reportan los primeros casos del denominado COVID-19, esta pandemia que se ha propagado en diversos países y que pone en vilo al mundo entero por la facilidad y rapidez de su contagio. Todos los países han utilizado una serie de estrategias, desde las cuarentenas, cierre aeropuertos, centros comerciales, restaurantes y todo espacio de concentración de personas, hasta la denominada inmovilización social.
En Perú se han tomado medidas para evitar la propagación del virus y atender a la población considerada vulnerable
En el Perú se viene asumiendo paulatinamente y cada vez con mayor responsabilidad esta situación, saber que se han postergado o cancelado muchas de las actividades programadas sea en el ámbito laboral, profesional, personal o educativo está generando un sinsabor en la población, sin embargo, ello va acompañado con la necesidad imperativa de asumirlo debido a que se pone en riesgo nuestra vida, la de nuestras familias y la sociedad en general.
Para ello se vienen movilizando a miles de profesionales de la salud, personal policial y es necesario mencionar al personal de limpieza pública, quienes desde sus competencias vienen haciendo frente a esta pandemia por lo que la respuesta inmediata ante los primeros síntomas y una buena información son elementos importantes para ir contrarrestando esta problemática.
Una de las acciones inmediatas dictadas desde el Gobierno y a la que se hacía referencia líneas arriba fue el aislamiento social por un periodo de quince días. En esta coyuntura se puede encontrar información sobre el tipo de actividades que se pueden ir realizando mientras las personas se encuentran en casa, hasta los cursos o programas que se pueden seguir desde las redes sociales.
Es importante rescatar que durante el discurso de prevención se hace referencia al cuidado especial a quienes se considera como población vulnerable, que son aquellos que cuentan con una capacidad menor de hacer frente a una situación de peligro, en el plano de la salud específicamente es aquel grupo poblacional que a diferencia de otros se encuentran con mayores posibilidades de contraer la enfermedad y presentar dificultades para su proceso de mejora, colocando en riesgo su propia vida. Aquí se hace mención a los adultos mayores, mujeres embarazadas y aquellas personas con algunas enfermedades crónicas y que tengan las defensas bajas.
Respecto a los niños se ha tomado especial atención en su cuidado, y el espacio donde se concentra la mayor cantidad de niñas, niños y adolescentes (NNA) son las instituciones educativas por lo que el sector educación ha determinado que el inicio de clases que debía iniciar el 16 de marzo se postergó hasta el 30 de marzo de este año, medida que se ira evaluando en el proceso, esto como medida de protección y prevención más aun cuando ya en una institución educativa privada se había reportado el primer caso de coronavirus en un escolar. A ello se suman las orientaciones brindadas a las familias respecto al cuidado que hay que tener con los niños, niñas y adolescentes como evitar que asistan a lugares donde las posibilidades de contagio son mayores.
Medidas para apoyar a los más vulnerables de los vulnerables
Con todas estas sugerencias, el ideal es que ninguna familia salga de casa y así evitar que se propague esta enfermedad, sin embargo, lo que es real es que existe una población considerados como los más vulnerables entre los vulnerables porque a la situación económica y social precaria que enfrentan día a día se adiciona esta pandemia.
Existen muchas familias que viven bajo la informalidad, sin embargo, hay quienes a pesar de esta condición pertenecen a la denominada nueva clase media emergente y que verán pérdidas económicas sin duda; pero dentro de este sector de trabajadores informales existen aquellos que realizan ventas con ingresos menores como son los vendedores de bolsas, chocotejas, marcianos, bebidas, o los mototaxistas, los cobradores de micros, etc. y que también deben solventar los gastos del día e incluso a partir de esa ganancia diaria ir cubriendo algunos gastos mensuales. Si bien hay muchos trabajadores que manejarán la recuperación de horas no laborables por el régimen o contrato en el que se encuentran, la realidad en estas familias es distinta; familias en situación de pobreza o pobreza extrema, que además viven en estado de hacinamiento, que resulta difícil y doloroso imaginar qué nivel de aislamiento y prevención podrán aplicar para evitar ser contagiados o contagiar.
Frente a esta realidad el Gobierno ha destinado más de 1,170 millones de soles a fin de que estas familias puedan dar cumplimiento a esta medida obligatoria por lo que ya se tienen identificadas a 3 millones de familias a quienes se les está haciendo entrega de un subsidio de 380.00 soles y así puedan paliar los gastos de alimentación; esta medida es importante sin embargo el camino para su cumplimiento se viene dando lentamente, por causas que hay que evaluar, pues se entiende que ya se tienen identificadas a las familias a partir del Sistema de Focalización de Hogares (SISFOH).
Los demás problemas sociales preexistentes al COVID-19 se agudizan
Una situación que persiste son también los demás problemas sociales, la presencia de los niños en situación de riesgo y los casos de violencia, por lo que considerando el Decreto Supremo Nº 044-2020-PCM que declara el Estado de Emergencia Nacional a consecuencia del brote del COVID-19 se han constituido equipos de trabajo que deben continuar con la atención de situaciones que el coronavirus no podrá detener, es así, que existen equipos de contingencia, aunque con un número reducido de profesionales. El Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, a través de la Unidad de Protección Especial (UPE) viene brindando atención especializada a niños, niñas y adolescentes que se encontrarían en presunto estado de abandono de igual forma el Programa Nacional Contra la Violencia también viene atendiendo a la población a través de la línea 100 y a través del Servicio de Atención Urgente (SAU).
Una madre de familia refería, “no sé qué hacer, si debo pagar el alquiler de mi casa fin de mes”. Si bien el COVID-19 es una problemática de salud pública y nos compete a todos contrarrestarla, hay situaciones como éstas, que deberán tomarse en cuenta para responder con medidas de soporte frente a las necesidades de las poblaciones que viven en la informalidad, y la falta de oportunidades, que ahora vienen sufriendo sus principales efectos. Después de ello se podrá hacer una evaluación de las medidas y a nivel de Gobierno sobre las falencias, sobre las debilidades y sobre aquello que deberá fortalecerse.
Sabemos que es muchos más fácil asumir estas medidas para algunas familias peruanas, mientras que para otras se convierte en un estado de ansiedad que afecta obviamente la salud mental debido a que es una preocupación vinculada a la satisfacción de necesidades básicas; por lo tanto, hay que considerar que son situaciones más difíciles de asumir para los más vulnerables dentro de los vulnerables.
Y, ¿se ha pensado en los niños, niñas y adolescentes en situación de calle?
Cabe mencionar a los niños, niñas y adolescentes (NNA) en situación de calle, de quienes se hará referencia sin antes precisar las acciones tomadas en los Centros de Atención Residencial, cabe mencionar que se han doblegado los esfuerzos para evitar la presencia de este virus es así que a la población atendida y personal responsable se les ha dotado de los materiales necesarios para el aseo permanente además se vienen cumpliendo con los protocolos de prevención. Sin embargo, hay una población presente que no está en ningún albergue ni en sus hogares que son los niños, niñas y adolescentes en situación de calle, pero iniciemos entendiendo el concepto de calle. Amost Rapport (1987) en un concepto urbano define a la calle como “espacios más o menos estrechos, lineales, enmarcados por construcciones de todo tipo de asentamientos, usados para la circulación y otras actividades”, además presenta un concepto social donde las personas se relacionan, hay un intercambio de información y se expresan colectivamente (citado en Huaylinos 2015).
Pero para los niños, niñas y adolescentes es mucho más que este concepto social, pues se apropian de un espacio donde socializan toda o la mayor parte del día, es su modo de vida, es parte de su vida cotidiana y lugar donde se van constituyendo vínculos muy fuertes con los otros grupos que son parte de esa dinámica, sea para aprender nuevas formas de sobrevivencia, para conseguir un consejo de aquello que le generaría más ingresos o hasta para entablar nuevas relaciones amicales.
Entonces ¿Qué son los niños y adolescentes en situación de calle? Son una población que a nivel familiar cuenta con vínculos débiles, con un proceso gradual de transición respecto a las situaciones de vivencia en calle; espacio donde desarrollan estrategias de supervivencia que comprometen gravemente el ejercicio de sus derechos, así esta población ha hecho de la calle su espacio o lugar de vida de manera parcial o total.
Es en este contexto como se viene asumiendo la situación de esta población para ello es importante conocer cuáles son las características familiares de aquellos que son los llamados a protegerlos. Resultado de su experiencia y estudios realizados Jaramillo (2015) ha considerado las siguientes características:
- En su mayoría son familias disfuncionales y monoparentales donde la madre es la jefa de hogar.
- Familias con varios hijos y en muchos casos de padres diferentes.
- Se dedican al trabajo informal como estrategia para sustentar sus gastos familiares.
- Sus viviendas se ubican en zonas de la periferia urbana y en muchos casos no cuentan con los servicios básicos.
- Padres con bajo nivel de escolaridad, dedicados al consumo de drogas o alcohol.
En base a lo descrito varios autores han encontrado coincidencias en su caracterización, como la pobreza de la cual son parte, convirtiéndose incluso en la puerta de entrada a la situación de calle; a ello se suma la disfuncionalidad en sus relaciones lo cual trae consigo la falta de afecto desencadenando en diversas formas de violencia la cual es ejercida en primera instancia por sus progenitores o familiares de los cuales están a cargo. Frente a esta situación el estado de vulnerabilidad se acrecienta y las posibilidades de contagio también.
Y ello porque mientras mayor es su permanencia e historia de vida de calle, mayor es la vulneración de sus derechos, como por ejemplo el de la salud, ya que a corto o mediano plazo esto implicaría la existencia de un déficit alimentario, asimismo ninguna o tardía
atención médica, accidentes y transmisión de alguna infección de transmisión sexual.
Cabe mencionar que en nuestro país el Instituto Nacional de Bienestar Familiar (INABIF) órgano responsable de esta población objetivo a través del Servicio Educadores de Calle (SEC) ha instalado un centro de estancia temporal el cual actualmente se encuentra en el distrito de San Juan de Lurigancho, para la permanencia de NNA los cuales serían recibidos previa derivación de la Unidad de Protección Especial, para ello se ha acondicionado un espacio en el Centro de Desarrollo Integral Familiar(CEDIF) el cual acogerá a esta población.
Esta medida tomada será de gran apoyo para evitar que niños, niñas y adolescentes que se encuentran en estado de vulnerabilidad incluso desde antes de la llegada de esta pandemia, puedan protegerse y evitar así el contagio del mismo. Se pueden tomar otras acciones es cierto, pero esperemos que desde el Estado esta población que seguirá estando en situación de vulnerabilidad no sea azotada por la pandemia de la indiferencia la cual persiste y persistirá si es que hasta la fecha no se fortalecen aún más las acciones de prevención y de atención a esta población y sus familias.


LIC. MARÍA VICTORIA VILLA BUITRÓN Licenciada en Trabajo Social por la Universidad Nacional Federico Villarreal, Magister en Política Social con Mención en Promoción de la Infancia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Con experiencia profesional en niños, niñas y adolescentes en situación de riesgo y desprotección, familias en situación de vulnerabilidad, y trabajo comunitario.
He laborado como: Especialista en Trabajo Social por el Programa Aurora del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Especialista Territorial para la implementación del componente Inclusión Lima Aprende de la Dirección Regional de Lima Metropolitana, Especialista para la Protección y Bienestar del Estudiante del Plan de acción para la atención de la Brecha Social en la Dirección Regional de Lima Metropolitana, Educadora de Calle Multidistrital del Programa Nacional Yachay y del Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (INABIF), Trabajadora Social del Centro de Salud México, Coordinadora de Campo del Programa Nacional Wawa Wasi (ahora Cuna Mas).
He publicado algunos artículos en materia de infancia y población en situación de vulnerabilidad para la Revista Signos del Instituto Bartolomé de las Casas, Revista de Educación Social de España y Revista Institucional del Centro Latinoamericano de Trabajo Social-Nueva Acción Critica.