Perú
Acción de los trabajadores sociales en el abordaje de la dimensión social
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 “Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos”, tiene una interesante historia sobre cómo su importancia y complejidad ha ido siendo visualizada por la comunidad internacional.
Para el cumplimiento de las metas del ODS 6 en la Región de América Latina y el Caribe, si bien hay una innegable necesidad de inversión dirigida al componente infraestructura -que tiene sus propios desafíos en materia de tecnología apropiada a nuestra diversidad geográfica y sociocultural-, la sostenibilidad de las inversiones estriba en la idoneidad del planteamiento e implementación del componente social.
En los proyectos de agua y saneamiento; ya sea que estos se lleven a cabo en las áreas urbanas o rurales, la propuesta del componente social es clave para el llamado éxito de las intervenciones, al respecto son varias las profesiones convocadas a realizar “lo social”.
Desde nuestra experiencia en los proyectos de agua y saneamiento; los trabajadores sociales de América Latina tienen una contribución única, ya que guiados por los principios fundamentales de la profesión crean, recrean y generan espacios de organización, participación, educación social y aprendizajes significativos para lograr no solo la colocación de los “tubos y el cemento” y un determinado sistema de gestión local asociado a la prestación de los servicios de agua y saneamiento. Nuestras intervenciones esencialmente contribuyen a que las personas, los grupos y las comunidades descubran su potencial para generar cambios y transformaciones sostenibles y para construir individual y colectivamente nuevos y mejores entornos sociales y de bienestar.
Ciertamente, los expedientes técnicos de los proyectos de agua y saneamiento pueden marcar una ruta sobre qué hacer en “lo social”; no obstante, lo que apreciamos en el colectivo latinoamericano de trabajadores sociales es que van más allá. Está en el ADN de la profesión abordar la interacción con las personas en todo lo que se relaciona con sus experiencias sociales, tanto como con sus sentimientos sobre esas experiencias.
La acción del Trabajo Social en el abordaje de la dimensión social del ODS 6, representa hoy el compromiso de la profesión por materializar los derechos humanos vulnerados sobre el acceso al agua y al saneamiento[1]; reconocidos desde 2010 como derechos a la vida, la salud y la dignidad humana. Alcanzar estos derechos demanda de los trabajadores sociales latinoamericanos un arte compuesto entre otros aspectos de saberes, métodos, técnicas, intuición, capacidad de comunicación, abogacía e incidencia política así también la promoción y ejercicio de la participación democrática como condición de la construcción de ciudadanía y transformaciones sociales


ODS 6. Una introducción
El nuevo milenio inició con expectativas, compromisos y utopías colectivas. En septiembre del 2000, los líderes mundiales adoptaron la Declaración del Milenio[2], comprometiéndose en nombre de sus 189 países a reducir la pobreza, mejorar la salud, promover la paz, los derechos humanos y la sostenibilidad ambiental.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio ODM, se constituyeron en una Agenda internacional del desarrollo; una agenda pactada a 15 años, periodo en el cual los países debían lograr ocho objetivos. Los compromisos con los ODM fueron ratificados en numerosos eventos mundiales y regionales.


El compromiso global incluía reportar regularmente; mediante informes nacionales, el avance del cumplimiento de los ODM a través de 28 metas cuantificables y 48 indicadores.
El cumplimiento del Objetivo 7 Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente señalaba el cumplimiento de nueve metas y formulaba específicamente dos compromisos con el acceso al agua y al saneamiento:
7.7 Proporción de la población con acceso a mejores fuentes de agua potable.
7.8 Proporción de la población con acceso a mejores servicios de saneamiento.
En 2015 teniendo como referencia los logros alcanzados mundialmente con los ODM fue formulada una nueva agenda, actualmente en vigencia conocida como Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible[3]; consta de 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible ODS, 169 metas y sus respectivos indicadores.
¿Cómo le fue a América Latina y el Caribe del 2000 al 2015 en materia de acceso al agua y saneamiento? Los primeros informes finales se conocieron en la IV Conferencia Latinoamericana de Saneamiento LATINOSAN realizada en Perú en 2016; posteriormente en 2017, la Organización Mundial de la Salud – OMS y la Organización Panamericana de la Salud – OPS publicaron el Informe final sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio relacionados con la salud en la Región de las Américas[4]; el documento incluía una evaluación sobre la situación del agua y el saneamiento.
El informe, daba cuenta del progreso reportado por los países con respecto al uso de fuentes de agua potable mejoradas. Según estimaciones de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe, entre 1999 y el año 2010, 179 millones de personas obtuvieron acceso a agua por primera vez; se reconocía que al igual que en otras áreas del planeta al 2015 era evidente que en la Región seguían habiendo desigualdades y brechas de atención; siendo la población de las zonas urbano marginales, rurales y los pueblos indígenas los más afectados. (Fotos del Programa Nacional de Saneamiento Rural. Peru) 2013




Grafico N° 1 Uso de fuentes de agua potable mejorados, por región y subregión del mundo, 1990 y 2015


Así mismo, el informe presentaba la situación en América Latina y el Caribe del saneamiento (disposición sanitaria de excretas); indicando que los logros habían sido menores con respecto a los alcanzados en agua, estimando que 169 millones lograron tener acceso a servicios de saneamiento mejorados.
Grafico N° 2 Uso de servicios de saneamiento mejorados por región y subregión del mundo, 1990 y 2015


Ciertamente entre las lecciones aprendidas mundialmente destaca que enfocarse en la infraestructura no es suficiente, no al menos si se persigue la sostenibilidad del uso de los servicios. Los cambios y la sostenibilidad residen en la voluntad de las personas por cambiar y sostener los cambios; algo profundamente aprendido en la praxis de los trabajadores sociales.
Lo informado en la LATINOSAN 2016, así como en el informe de la OMS y OPS indicaba que en América Latina y el Caribe ya se ha cumplido la meta relativa al acceso a agua y se había avanzado bastante en materia de saneamiento; pero, seguían habiendo desigualdades y riesgos ambientales debido a la calidad de agua y al mal saneamiento, tornándose en importantes determinantes de salud causantes de las principales enfermedades comunes en la Región. Agrupados en el ODS 6 agua y saneamiento quedaron comprendidos entre los 17 ODS de la actual Agenda 2030.
La Agenda 2030 tiene 5 pilares, estos son Personas, Prosperidad, Planeta, Participación colectiva y Paz; junto a otros cuatro objetivos de desarrollo sostenible, el ODS 6 Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos se visualiza en el pilar Planeta.


Como objetivo ahora claramente visibilizado, el ODS 6 es un ámbito de intervención necesario para el cambio de paradigma del desarrollo que plantea la Agenda 2030.
Todas las metas del ODS 6 muestran la estrecha interrelación entre la dimensión social y la ambiental, que se expresa con más claridad en las metas 6.1, 6.2, 6.3, 6.4 y 6.b. Estas poseen un contenido ambiental que tiene un impacto directo sobre el desarrollo social y el goce de los derechos (CEPAL, 2017a).


También es posible establecer una relación entre la mejora del acceso al agua potable y a servicios de saneamiento (metas 6.1 y 6.2) y la reducción del tiempo destinado al trabajo doméstico no remunerado por parte de las mujeres y las niñas (meta 5.4 del ODS 5).
Consiguiente, las políticas de extensión de las redes de distribución del agua potable y de ampliación de los servicios de saneamiento pueden tener un impacto considerable en materia de igualdad de género y aliviar la sobrecarga de trabajo no remunerado de las mujeres. Desde otro análisis, el ODS 6 llama la atención sobre que, para la seguridad alimentaria es vital mantener el ciclo hidrológico y proteger los ecosistemas.
ODS 6 Expectativas, compromisos y utopías colectivas del trabajo social
En el Nuevo Milenio ha quedado establecido que agua y saneamiento condicionan todos los aspectos del desarrollo; el binomio es una condición clave para la superación de la pobreza dado que cuando no se dispone de agua limpia en la vivienda o cuando se carece de acceso al agua como recurso productivo; cuando no se dispone de un sistema de disposición sanitaria de excretas, las opciones y la libertad de las personas quedan limitadas por las enfermedades, el riesgo, la vulnerabilidad y la pobreza. Así, el valor del agua y el saneamiento como factores de bienestar es simple, produce salud. No son las medicinas sino el acceso al agua, al saneamiento y a la higiene lo que controla las enfermedades de mayor distribución en América Latina y el Caribe. Es con agua, saneamiento e higiene que se puede cortar el círculo perverso de la infección, la desnutrición, la enfermedad y la pobreza.
La mirada a las otras metas de ODS 6, nos lleva a promover una acción reflexiva para mejorar la calidad y la sostenibilidad de los recursos hídricos, implica trabajar en el fortalecimiento de capacidades para la gestión eficaz e integrada de todos los usos del agua (agua para la gente, agua para los alimentos, agua para la naturaleza, agua para las industrias), y evitar los conflictos ambientales y proteger los ecosistemas.
En el centro de los cambios están los seres humanos, mujeres y hombres con sus particulares circunstancias socioeconómicas y culturales, con quienes se requiere desarrollar procesos psicosociales y de educación social contextualizada.
El cumplimiento del ODS 6 y sus metas asociadas, incide en el cumplimiento de la mayoría de los ODS de la Agenda 2030 y particularmente es condición para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que son considerados de dimensión social tales como el ODS 1 Fin de la Pobreza; el ODS 3 Salud y Bienestar; el ODS 4 Educación de Calidad y el ODS 5 Igualdad de Género.
La actual pandemia de coronavirus COVID -19 caracterizada como una crisis global, ha evidenciado no solo los problemas de nuestros países en materia de salud pública, también ha evidenciado nuevamente la vulnerabilidad de los más pobres para prevenir diversas enfermedades por no tener acceso a los servicios de agua y saneamiento (como sucedió en los años 90 con la epidemia del Cólera). Si la principal recomendación para la prevención del COVID – 19 es lavarse continuamente las manos con abundante agua y jabón y usar tapabocas limpios; ¿Cómo puede ser consecuente el comportamiento de la población con las recomendaciones de salud pública?, no es únicamente un tema de desobediencia; sin infraestructura habilitante de comportamientos de higiene, una meta como la 6.2 “Saneamiento e higiene: Todos tienen acceso a un saneamiento y una higiene adecuadas, y la defecación al aire libre es erradicada”, no pasará de ser una declaración.
Una mirada a las metas del ODS 6 permiten avizorar que aun contando con el financiamiento correspondiente; las metas no serán logradas sin la amplia participación de las personas, en todos los niveles de la sociedad, cada quien con sus responsabilidades políticas, técnicas, ciudadanas. No será una ley la que defina y anime la participación en los diferentes niveles de decisión y acción; tanto como rendición de cuentas, se requiere concientización para una verdadera y sostenida participación, para un cambio de comportamiento para desear una calidad de vida y un bienestar distintos.
¿Le corresponde tener expectativas al Trabajo Social en relación al ODS 6?
Consideramos que expectativas tanto como compromisos y utopías colectivas.
Como profesión que promueve el cambio y el desarrollo social, que defiende los derechos humanos y desarrolla una praxis para materializarlos; que desde sus inicios se ha centrado en la atención de las necesidades humanas y en el desarrollo del potencial de las personas, grupos y comunidades para que identifiquen, comprendan sus problemas y participen conscientemente en resolverlos, la acción del Trabajo Social tiene retos pero a su vez manejo de recursos para que las personas participen no como beneficiarias pasivas que cumplen los objetivos de un proyecto que llegó a sus vidas, sino como ciudadanos que participan en procesos de educación social que despiertan y desarrollan potencialidades, creando bienestar y realizando cambios sostenibles.
Si un compromiso concreto guiado por nuestra ética y valores profesionales es materializar el derecho humano al agua y al saneamiento, porque es un importante determinante de salud y bienestar en la Región; una de nuestras mayores expectativas debería ser liderar procesos para abordar la dimensión social del ODS 6 desde las políticas públicas y en los espacios de implementación de las mismas, salvaguardando que no se desestimen los procesos de educación social donde la gente se informa, aprende, se organiza y participa democráticamente.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluyendo el ODS 6, no se alcanzarán al margen de la participación ciudadana, los trabajadores sociales debemos promoverla porque participar es un derecho y un deber, porque participar es insustituible y porque todavía en nuestra región el agua y el saneamiento marchan detrás de otras prioridades; su importancia solo se vuelve muy visible ante las crisis sanitarias.
¿Qué utopía colectiva es posible? Es 2030, somos un Región donde se conserva y cuidan los recursos hídricos conscientes que son uno de los sistemas sustentadores de vida del Planeta; ha mejorado la salud y el bienestar de mujeres y hombres a consecuencia de tener acceso a agua segura y saneamiento apropiado a sus necesidades. La población urbana y rural ha aprendido a realizar vigilancia ciudadana de la calidad de los servicios que recibe. El colectivo regional de Trabajo Social desde los espacios de vida técnica, académica, política y cotidiana promueve, defiende y participa activamente en materializar el derecho humano al agua y al saneamiento.
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[1] https://www.un.org/spanish/waterforlifedecade/pdf/human_right_to_water_and_sanitation_media_brief_spa.pdf
[2] https://undocs.org/es/A/RES/55/2
[3] https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/development-agenda/
[4] Informe final sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio relacionados con la salud en la Región de las Américas. Washington D.C. : OPS, 2017 https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/34114/9789275118782_spa.pdf?sequence=5&isAllowed=y


LIC. ROSA MEZA MOYANO
Licenciada en Trabajo Social de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Título de Especialista en Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible, Cátedra Unesco UNED, España. Diplomado de Interculturalidad e Identidades, Escuela de Postgrado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Jefa de Unidad de la Unidad Técnica para la Mejora de la Prestación de Servicios del Programa Nacional de Saneamiento Rural PNSR/MVCS (2017-2018). Coordinadora Social Vice Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento VMCS/MVCS (2014 – 2016). Consultora Especialista Social UGP Programa Nacional de Agua y Saneamiento Rural PRONASAR/MVCS (2004 –2011). Profesional Nacional Atención Primaria Ambiental; Organización Comunitaria, Educación Ambiental, y Pueblos Indígenas. Representación Nacional de la Organización Panamericana de la Salud OPS/OMS (2000 – 2003). Consultora Especialista en Capacitación, Educación Sanitaria, Género y Lucha contra la Pobreza del Programa Nacional PROAGUA – GIZ (1997 – 1998). Coordinadora de Educación Ambiental Comunitaria del Centro Ambiental Latinoamericano de Estudios Integrados para el Desarrollo Sostenible CALEIDOS (1995 -1997)