México
Las utopías son aquellas posibilidades de la acción humana colectiva que permiten proyectar y construir paisajes sociales, locales y globales, más democráticos, igualitarios y libres, siempre tomando como punto de referencia las situaciones, las circunstancias, las coyunturas y las estructuras que dan forma a una realidad social.
El concepto de Utopía transgrede la postura del no lugar o de no lograr lo imposible y va más allá de la idea meramente contemplativa, individualista, irreal, imaginaria o inexistente del sueño o de la imaginación vacía, y avanza hacia la imaginación-construcción colectiva de nuevos entornos sociales, todo ello a partir de la interconexión y sedimentación de vidas individuales y colectivas, acciones, ideas, imágenes, imaginaciones, símbolos, intereses, pasiones, riesgos, miedos, descubrimientos, audacias, palabras, proyectos, tácticas y estrategias.
La forma alternativa y divergente de ver el mundo que tiene el ser humano es precisamente la capacidad de concebir mundos alternativos, múltiples, casi infinitos, mundos alternativos. Sólo esta capacidad que le otorga la utopía permite al ser humano traducir su primaria reacción negativa en una divergencia constructiva que le permite diseñar un plan alternativo a la realidad y que, inevitablemente, tiene un carácter utópico, al menos hasta el momento de su plasmación en la práctica.
Lo que es diferente en una Utopía es la forma de organizarse socialmente, la manera de configurar las relaciones entre los individuos y los grupos, la estructura de poder, el funcionamiento de las instituciones, las reglas para la distribución de la riqueza colectivamente generada y para acceder a los satisfactores materiales y espirituales, la definición de los derechos y las obligaciones de todos y de cada uno. O sea, lo que suele llamarse “organización social”. Sin embargo, en el ámbito de las utopías, podemos identificar dos variantes; la utopía macro, general global, única o generalizable, o la utopía vista como un caleidoscopio de micro utopías: las utopías logrables a corto plazo como pasos hacia la gran utopía, pasos sucesivos en pos de un horizonte, acciones locales, micros, moleculares, prefiguradoras de horizontes cotidianos mejores y más dignos. Las micro utopías son modalidades o esfuerzos colectivos que se transmutan en sueños y que dejan de serlo cuando se hacen realidad.
En tal sentido, la micro utopía es necesaria como imagen movilizadora de las energías humanas locales, pues, sin ella, las personas quedarían paralizadas, la micro utopía es un conjunto de horizontes que orientan y guían la praxis, pues, sin ella, la vida sería un viaje a ninguna parte y la acción humana caminaría sin norte. Pero son también dispositivos e instancias críticas o cuestionadoras de la realidad, pero también son alternativas y propuestas a la vida cotidiana.
Las micro utopías son aquellas tendencias que ven lo utópico con el potencial disruptivo, desde abajo, desde lo micro, local, molecular, siempre combinando denuncia, anuncio, propuesta y horizonte, es decir edificando una parte propositiva y constructiva, incorporando el principio esperanza como categoría política y punto clave de la transformación social. En ese sentido las utopías están presentes de manera implícita en las aspiraciones y deseos de los sujetos sociales.
De acuerdo a lo anterior, podemos afirmar que para el Trabajo Social la construcción de micro -utopías involucra un esfuerzo colectivo, consciente, comprometido y articulador en un espacio local, y se convierten en medios para identificar y promover las potencialidades colectivas y para generar apoyos indispensables para la solución de necesidades, problemas, peticiones y demandas. Por eso, las micro- utopías siempre hacen referencia al proceso de aumento de la capacidad de los sujetos locales para reconocerse como protagonistas de su desarrollo, para identificar necesidades y problemáticas, potencialidades, recursos y vacíos, definir sus demandas y orientar recursos a la solución de sus problemas.
Epílogo: bases para la construcción de un trabajo social transmoderno.
El Trabajo Social transmoderno propone una nueva identidad profesional del Trabajador Social basada en la ciencia como acción-reflexión emancipadora y libertaria y en el Arte como medio y posibilidad práctica innovadora, creadora y creativa. Con la posibilidad de crear espacios de encuentro y dialogo alternativos, micro, acumulativos y articulados se concretiza también la posibilidad de construir y multiplicar poderes alternativos locales, parciales, aproximativos y articulados. Esos espacios de poder alternativos, independientemente de su alcance y temporalidad, auxiliarán necesariamente en la construcción de nuevas identidades sociales horizontales, plurales, incluyentes, liberadoras, transformadoras, basadas en utopías construidas desde abajo, es decir, en utopías locales, parciales, acumulativas y articuladas entre sí, y no en una utopía pensada desde arriba, global, única, omnipresente, excluyente, impuesta. Lo anterior supone que existe un Trabajo Social que se diversifica en Trabajos Sociales iguales pero diferentes, dependiendo del tiempo y del espacio donde se desarrolle la acción profesional, y por eso no debe existir un Trabajo Social hegemónico, universal e inmutable que se imponga en todas las realidades, sino deben coexistir ciertos principios rectores que guíen la acción profesional, siendo la especificidad del lugar, del momento y de la situación social particular quienes definan la metodología que se requiere. Por ello, dentro de la postura de la Potenciación Social a la vez que no existe un Trabajo Social hegemónico, tampoco tiene razón de ser una metodología de acción única, inflexible e infalible para todas las circunstancias sociales, sino que existen modalidades de Trabajo Social alternativas que se van construyendo frente a la historia y a la cotidianidad. Reconocer que no existe un Trabajo Social único y hegemónico, sino diversas expresiones y orientaciones de Trabajo Social significa que existe la posibilidad de desarrollar colectivamente acciones, reflexiones, mecanismos, métodos y orientaciones específicas, ideadas de acuerdo al lugar y al tiempo donde se generen los procesos de potenciación social. Sin embargo, lo anterior no significa que no existan principios rectores y categorías de análisis compartidas universalmente por el colectivo dentro de sus respectivas acciones profesionales. Finalmente, es necesario indicar que la realización de los anteriores ejercicios proyectivos se convierte en una obligación irrenunciable para los actores del Trabajo Social de hoy, pero es indispensable entender que el desarrollo de ello significa dejar de ver al nuestra disciplina simplemente como una profesión o como un mero ejercicio académico, laboral o paliativo, para entenderlo, comprenderlo, sentirlo y vivirlo como ciencia, arte, lucha, compromiso, resistencia, transformación, riesgo y pasión.
Este texto ha sido tomado del libro Aproximaciones al Trabajo Social Contemporáneo, capítulo 4 Esbozos para pensar un nuevo Trabajo Social, sección 4.7 Segunda edición corregida y aumentada Editorial Entorno Social. Sello editorial de la Red de Investigaciones y Estudios Avanzados en Trabajo Social A.C. Ciudad de México. Agosto 2018.
ELÍ EVANGELISTA MARTÍNEZ Licenciado en Trabajo Social por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Trabajo Social y Políticas Sociales por la Universidad de Concepción, Chile y Doctorando en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM. Presidente de la Red de Investigaciones y Estudios Avanzados en Trabajo Social A.C. Actualmente es Director General de Educación en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos-México