Investigación – Bolivia
“Las circunstancias se han complicado tanto últimamente que es verdad que tener trabajo es una bendición.” Jorge Bucay
Autora
Ana Marilyn Coronel Huarina, boliviana, Licenciada en Trabajo Social, actualmente cursando una maestría en la Universidad Mayor de San Andrés. Es diplomada en Niñes y Adolescencia y Educación superior.
Correo electrónico: anamch2014@gmail.com
Resumen
Se explora el subempleo de profesionales de trabajo social en La Paz, Bolivia, como consecuencia de las políticas de ajuste estructural efectuadas en la década de los 80, como parte de las reformas económicas. Lo que provocó una mayor flexibilidad laboral, competitividad entre los trabajadores y a una mayor precarización del mercado laboral, marcada por la inestabilidad de los empleos a través de contratos temporales y la subutilización de las competencias profesionales. Este estudio de casos muestra como la saturación del mercado de trabajo y la falta de empleos formales de calidad, afecta también al sector profesional de trabajadoras sociales, manifestando inseguridad económica y emocional al verse obligadas a desempeñar trabajos que no se alinean a sus competencias, ni a su identidad profesional, a pesar de su formación académica. La información obtenida recae en entrevistas cualitativas con una muestra de siete casos, la metodología utilizada es de análisis cualitativo narrativo, aunque los resultados tienen limitaciones en la generalización debido al tamaño de la muestra, aporta una visión de las condiciones laborales de las trabajadoras sociales entrevistadas, analizando el subempleo como fenómeno económico y social, relevante para las políticas públicas.
Palabras clave: Subempleo, subutilización de competencias, flexibilidad laboral, precariedad laboral, desarrollo profesional, desigualdad
1. Introducción
Las políticas de ajuste estructural implementadas en décadas anteriores en Bolivia han tenido un profundo impacto en el mercado laboral con el Decreto Supremo N° 21060, que establece la libre contratación y la libertad para la negociación de salarios entre empresas y trabajadores, eliminando disposiciones que garantizaban la estabilidad laboral. Además, el Estado se limita a fijar los salarios de los funcionarios públicos, suprimiendo la estabilidad laboral y reduciendo los costos asociados a ellos. Estas políticas han generado una serie de consecuencias negativas que persisten en la actualidad. Entre ellas se destaca la precariedad laboral, con el aumento de contratos temporales y ocasionales, lo que impacta en los ingresos económicos. Esta situación ha llevado a un deterioro generalizado de las condiciones laborales, manifestándose en una mayor inestabilidad laboral, y una creciente desigualdad salarial (Arze, 1995).
Entre las consecuencias más relevantes está el aumento del subempleo, es decir personas trabajando menos horas de las que desearían o en trabajos que no corresponden a su formación. Creando mayor desigualdad entre hombres y mujeres, y una mayor dificultad para conciliar la vida laboral y familiar. Por tanto, estas políticas de reformas económicas que ha atravesado el país han contribuido a una mayor fragmentación del mercado laboral y aun deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores.
Para los fines de este estudio, nos centramos en una de las consecuencias significativas dentro del proceso de ajuste estructural, en términos del mercado laboral, donde se marca el inicio del subempleo y la subutilización de la fuerza de trabajo. En particular, este documento analiza como este fenómeno afecta al desarrollo profesional y al aprovechamiento de sus competencias y habilidades en el ámbito laboral. A través de esta perspectiva, se busca entender las dificultades que enfrentaron las trabajadoras sociales participantes de esta investigación, dentro de un mercado caracterizado por la precariedad y la alta competencia laboral.
Según el boletín estadístico de la universidad Mayor de San Andrés, en 2023 se titularon 4.504 nuevos profesionales calificados que se suman al mercado laboral. Sin embargo, debido a las actuales brechas del mercado, no todos logran acceder a un empleo acorde a sus competencias por lo que muchos se adentran a sectores distintos a su identidad profesional. De este total de titulados, 89 graduados corresponden a la carrera de Trabajo Social, donde el 97% son de género femenino. Este dato es alentador desde una perspectiva de género, pero que también plantea desafíos, pues la alta proporción de mujeres graduadas en trabajo social incrementa la oferta de profesionales en un campo laboral ya competitivo y desigual.
Ante esta problemática, este artículo responde a la pregunta que guía la investigación: ¿Cómo experimentan las trabajadoras sociales entrevistadas el subempleo y la subutilización de sus capacidades profesionales en el actual contexto del mercado laboral? En tanto el objetivo de este artículo es analizar el subempleo y su relación con la subutilización de capacidades profesionales de las trabajadoras sociales, con el fin de identificar las causas y consecuencias de este fenómeno a través de estudios de caso. La base epistemológica que guío la investigación es interpretativa fenomenológica, esto permitió indagar sobre las percepciones de las entrevistadas, su realidad y su experiencia, siendo esta la riqueza del estudio. La técnica para la recolección de la información recae en la entrevista semiestructurada por medio de un cuestionario de diez preguntas abiertas y cerradas que fueron parte del cuestionario, de tipo cualitativo y nivel descriptivo, esto permitió obtener información primaria, donde las entrevistadas tuvieron la libertad de expresar y manifestar su propio punto de vista. Dentro de las categorías de análisis se enfatiza a las causas del subempleo, sus consecuencias y la subutilización de capacidades.
En relación con el tamaño de la muestra se compone de siete casos de trabajadoras sociales, seleccionadas mediante una muestra por conveniencia, eligiendo a las profesionales accesibles. Los criterios de inclusión y exclusión partieron bajo las características del empleo o trabajo actual de las entrevistadas quienes no deberían poseer un empleo con estabilidad laboral, de lo contrario quedaban excluidas del estudio. Los datos se analizaron bajo el enfoque cualitativo de análisis temático, identificando las categorías emergentes en las respuestas. Y para garantizar la confidencialidad de las participantes se ha mantenido en reserva su identidad, por medio de una codificación numérica.
Este estudio tiene como limitación el tamaño reducido de la muestra a la que no se aplicó la saturación. Los resultados no abarcan la diversidad de experiencias laborales en el trabajo social y, por otro lado, la exploración solo incluye a mujeres trabajadoras sociales, lo que, deja fuera la posibilidad de explorar las perspectivas masculinas en la carrera. No obstante, por su carácter exploratorio tiene el potencial de inspirar otros estudios y proporcionar hipótesis de partida.
2. Marco teórico
El subempleo es un tema de interés para investigadores de diversas disciplinas, debido a su impacto en el bienestar laboral y económico del individuo. Esta problemática afecta a diversos grupos etarios, especialmente a mujeres y jóvenes profesionales, considerados entre los menos favorecidos a la hora de insertarse en el campo laboral. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE,) reportó que la tasa de desocupación en el área urbana de Bolivia disminuyó de 5.2% en 2021 y a 4.3% en 2022. Esta reducción se reflejó tanto en hombres como en mujeres, siendo la tasa de desocupación para mujeres de 4.8% y para hombres de 3.9% (INE, 2023).
Por su parte el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) estima que el desempleo real es mucho mayor llegando a más del 20%. Indica que este alto nivel de desocupación afecta especialmente a las mujeres y a los profesionales, quienes enfrentan mayores dificultades para acceder a trabajos estables y bien renumerados. Bruno Rojas, investigador de CEDLA, señala que el mercado laboral boliviano está marcado por la proliferación de empleos de baja calificación, donde se pone de manifiesto el fenómeno del subempleo.
En términos generales, aunque no únicos, el subempleo refiere a la situación de personas cuya ocupación no es adecuada en relación con su nivel de ingreso, las horas trabajadas o a la subutilización de capacidades y habilidades. En los textos de Eguino (1993) y Larrazábal (1993) definen al subempleo como un subconjunto de la población ocupada que se divide en dos componentes: el subempleo visible y el subempleo invisible. El subempleo visible es aquel en el que, a lo largo de un periodo, las personas trabajan menos tiempo que lo normal y desean trabajar más. Por otro lado, el subempleo invisible, es que, a pesar de trabajar jornadas normales, generan bajos ingresos, tienen una baja productividad o desaprovechan sus calificaciones. No existe una clasificación general, incluso algunos países no lo miden. Los países más próximos que realizan la medición del subempleo son Perú y Chile.
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el subempleo se refiere a la situación donde los trabajadores trabajan menos horas, ganan menores ingresos o no utilizan plenamente sus competencias, realizando un trabajo menos productivo del que desearían realizar. En tanto “el subempleo refleja la subutilización de la capacidad productiva de la población ocupada, incluyendo el que es causado por un sistema económico nacional o local deficiente. Se relaciona con una situación alternativa de empleo que la persona desea desempeñar y está disponible para hacerlo” (Mata, 1999, p.17).
Gráfico 1
El subempleo y la subutilización de la fuerza de trabajo
Nota: Elaboración propia basado en: Eguino (1993) y Larrazábal (1993).
Según McKee-Ryan et al. (2011, citado en García, 2017), a pesar de la relevancia del fenómeno del subempleo, no se establece un modelo conceptual ni un sistema de evaluación único que cuente con un consenso amplio de investigaciones. Es común encontrar investigaciones empíricas que emplean una variedad de modelos y enfoques, donde la falta de acuerdo entre los investigadores sobre el fenómeno del subempleo no llega a una definición única. Por estas razones, muchos autores sugieren la necesidad de desarrollar una conceptualización clara para evitar solapamientos conceptuales y operativos (p.14).
La teoría de la movilidad de carrera, propuesta por Sicherman y Galor en 1990, sugiere que existe un desajuste entre las cualificaciones de los trabajadores y los requerimientos del empleo en el mercado laboral. Esto afecta la trayectoria ocupacional de los individuos, abordando cómo las decisiones de carrera pueden influir en las trayectorias laborales y las opciones de movilidad a largo plazo (Sicherman y Galor, citado en García, 2017).
Feldman (1996, citado en García, 2017) refiere al subempleo como un constructo multidimensional compuesto por cinco dimensiones. La primera se refiere al desajuste de habilidades, que ocurre cuando una persona tiene más habilidades y/o experiencia de las que exige su puesto de empleo. La segunda dimensión aborda el desajuste de campo de estudio, que se presenta cuando un individuo trabaja en un empleo que no corresponde a su formación académica. La tercera dimensión está relacionada con la involuntariedad en el empleo parcial, temporal o intermitente, lo que genera una situación de subempleo cuando estas condiciones son aceptadas sin ser ideales. La cuarta dimensión se enfoca en las características del puesto y la remuneración cuando la persona accede por su condición de egresado o por el cambio en el puesto de trabajo. Finalmente, la quinta dimensión examina las condiciones de trabajo, como la duración de la jornada laboral y la naturaleza temporal del empleo. Por tanto, las tres primeras dimensiones se relacionan con las características individuales, mientras que las dos últimas se centran en las condiciones del puesto de trabajo (pp. 28-29).
Desde la teoría del capital humano, que refiere a la educación y formación del individuo, Schultz (1960, citado en Acevedo et al., 2007) indica que el individuo invierte en sí mismo, ampliando sus posibilidades para mejorar su bienestar. Según esta teoría, un trabajador no solo ofrece su fuerza física y habilidades naturales, sino también conocimientos adquiridos a través de la educación, lo que resalta la formación en la productividad individual. Esta teoría se inscribe dentro de la escuela neoclásica, que asume condiciones como el mercado laboral competitivo. La teoría del capital humano es parte de la economía de la educación y se consolidó en la década de 1970 como fuente de desarrollo teórico y empírico (p. 9).
La teoría de Becker (1964) sobre el capital humano sostiene que los individuos incurren en gastos de educación que también representan un costo de oportunidad. La inversión en educación y formación puede resultar en mayores ingresos futuros. Esta inversión es fundamental para el desarrollo de habilidades y competencias que pueden mejorar la productividad laboral. La productividad de los empleados no solo se ve influenciada por su capacidad y la inversión realizada en ellos, sino también por su motivación y el esfuerzo aplicado en sus trabajos. Becker postula que, a medida que aumenta el capital humano a través de la educación, el retorno de dicha inversión incrementa el ingreso per cápita de la sociedad. Por tanto, se manifiesta el crecimiento del capital humano dentro de la economía general.
En el contexto del subempleo, esta relación se complica. Los profesionales que han invertido en su educación y han adquirido valiosas habilidades pueden encontrarse en situaciones donde su empleo no corresponde a su nivel de formación. Esto ocurre cuando, a pesar de poseer un alto capital humano, los estímulos económicos o las condiciones del mercado laboral impiden que los profesionales encuentren trabajos alineados con sus cualificaciones (Becker et al., 1990, citado en Acevedo, 2007).
El mismo autor sostiene que esta relación frena el ingreso per cápita de la sociedad y su relación con el crecimiento económico, ya que los individuos altamente educados que no están utilizando su capital humano de manera efectiva pueden contribuir a un estancamiento en la productividad y el crecimiento económico. Este fenómeno puede verse exacerbado si se considera que las condiciones del empleo, como trabajos temporales o de medio tiempo, podrían limitar aún más la motivación y el esfuerzo del trabajador. Por tanto, mientras que la inversión en capital humano debería proporcionar un retorno positivo, el subempleo representa una notable brecha en el aprovechamiento de ese potencial.
Por otra parte, un estudio realizado en Bolivia por Aráoz Cutipa y Pinto Tapia (2018) refiere que en el mercado laboral los méritos profesionales se ven desplazados por el valor de los contactos, las influencias políticas e incluso las redes de amistades o logias, como medios principales para obtener empleo. Esto provoca que muchos profesionales experimenten una sensación de frustración, ya que el esfuerzo educativo y las competencias adquiridas pierden peso frente a los vínculos políticos o personales. Los entrevistados en el estudio de estos autores señalan que el acceso a las oportunidades laborales depende más de factores externos que de su propia habilidad y preparación, llegando al punto en que algunos profesionales ven su futuro laboral como una cuestión de suerte.
Para Sánchez (2021), el mundo del trabajo alberga distintos grupos según género, etnia y generación que, en su entrecruzamiento con variables como el área de residencia y el nivel de educación, tienen influencia determinante en el acceso dispar al empleo (p. 44). Esto refiere a cómo diversos factores sociales, culturales y generacionales pueden influir en las desigualdades de acceso al empleo. Implica que el mercado laboral, en lugar de ofrecer igualdad de oportunidades, afecta a los grupos sociales mediante estas limitantes, donde el acceso al empleo es desproporcionado, favoreciendo a ciertos grupos sobre otros.
3. Resultados
3.1 Perfil sociodemográfico de las entrevistadas
Las participantes de la entrevista fueron seleccionadas de acuerdo con sus condiciones laborales. Todas ellas cuentan con la licenciatura en trabajo social, y algunas han complementado su formación con estudios de posgrado. Sus edades comprenden entre los 28 y 44 años. En lo referente a su experiencia profesional, están entre los 3 y 5 años, aunque algunas aún están en proceso de adquirir la experiencia específica en trabajo social. Esta selección fue diseñada para obtener las experiencias laborales relativas a las actividades que realizan dentro de su sector. Por lo tanto, se entrevistó a siete profesionales de trabajo social del sexo femenino.
Tabla 1: Condiciones demográficas de las participantes
Nota: Elaboración propia en base a entrevistas, 2024.
3.1 Formación académica y experiencia profesional de las entrevistadas
Al consultar a las participantes sobre su formación y experiencia, (C1) indicó: “Licenciatura en trabajo social, egresada de una maestría”, mientras que (C6) mencionó: “Soy licenciada en trabajo social, recién voy adquiriendo experiencia”. Por su parte, (C5) señaló: “Soy titulada hace 7 años, ya cuento con diplomados y actualmente realizando un posgrado. Tengo experiencia general de 3 años, pero no específicamente en el campo de trabajo social” (2024).
Las respuestas indican un alto nivel educativo entre las profesionales consultadas, con titulaciones que incluyen la licenciatura, diplomados y cursos de posgrado. Estas entrevistas reflejan y evidencian diferentes trayectorias laborales. La entrevistada (C5) refiere que, a pesar de tener una licenciatura y haber invertido en la educación, a lo que Becker llama “capital humano”, continúa especializándose con diplomados y cursos de posgrado, pero solo ha acumulado tres años de experiencia, y no precisamente en el área de su formación, lo que podría ser un reflejo del desajuste entre la formación académica y las oportunidades laborales en su área.
Para (C1), es una profesional egresada de una maestría, lo que da a entender que está próxima a obtener el título de magíster, con una mayor formación teórica y técnica. Aunque no menciona su experiencia laboral, puede indicar que aún no ha tenido oportunidades de aplicar sus conocimientos. Esta respuesta reafirma que, a pesar de un mayor nivel académico, aún existe una brecha entre la formación recibida y la experiencia laboral. En tanto, la respuesta de (C6) muestra a una profesional que recién comienza a adquirir experiencia en su área de formación, destacando también los desafíos que enfrentan los nuevos egresados.
Estas respuestas están relacionadas con el fenómeno del subempleo, donde, a pesar de tener un alto nivel educativo, muchos profesionales no logran obtener puestos que aprovechen sus habilidades y conocimientos, teniendo la necesidad de capacitaciones constantes para mantenerse competitivos dentro del mercado laboral. Como indica Rojas, investigador del CEDLA, en Bolivia, el desempleo entre profesionales con educación superior presenta elevadas tasas, donde contar con un alto nivel educativo o formación técnica no garantiza acceder a empleos de calidad ni a ingresos dignos.
3.2 Situación laboral de las entrevistadas
Las respuestas de las entrevistadas reflejan la diversidad de ocupaciones que muestran su condición de subempleadas. Dos de las participantes han optado por trabajos por cuenta propia, dedicándose a actividades de repostería y comercio, con el objetivo de generar ingresos económicos y mantenerse activas. Por otro lado, el resto de las entrevistadas se desempeñan como consultoras, secretarias, encuestadoras, trabajadoras sociales y educadoras sociales. Así lo afirma la participante (C5):
“Por ahora tengo un trabajo por cuenta propia, me dedico al comercio, un negocio pequeño que lo vengo realizando ya casi tres años”.
La adaptabilidad ante la dificultad de encontrar empleo como trabajadora social hizo que una de las entrevistadas optara por un trabajo diferente, que no solo le permite mantenerse ocupada, sino también le facilita el cuidado de sus hijos.
“Se dio la oportunidad de trabajar y, como está difícil encontrar en el área, me animé mientras encuentro otro. Además, es en La Paz y eso me facilita por mis hijos, ya que los puedo ver y estar al pendiente de ellos” (C4).
La adaptabilidad depende de características personales y factores ambientales como las oportunidades de desarrollo profesional. En un contexto laboral cambiante, es necesario que los individuos manejen situaciones de emergencia, aprendan rápidamente y resuelvan problemas nuevos, ya que estas habilidades son esenciales para su trayectoria laboral (Ortiz et al., 2024).
Otro indicador que distingue el caso (C5) es su capacidad de resiliencia, pues la entrevistada enfrentó nuevos retos tras la crisis sanitaria de 2019:
“La situación económica después de la pandemia me hizo más difícil encontrar trabajo, más aún como trabajadora social. Entonces uno debe buscar la manera de sobresalir porque, si no hago nada, ¿cómo también me sustento?” (C5).
Según Morgan (2016), en un mundo globalizado donde la palabra crisis toma cada vez mayor fuerza, se hace indispensable generar cambios para competir por recursos escasos. No obstante, la competencia no es lo único que mantiene viva a una empresa o persona; también lo hace la capacidad de resistir embates de diferente índole (crisis económicas, imprevistos, desastres naturales, competencia global, entre otros), salir adelante y fortalecerse tras dichos golpes. La resiliencia es la capacidad de un individuo o sistema social de vivir bien y desarrollarse positivamente a pesar de condiciones adversas y, más aún, de salir fortalecidos y transformados por ellas (Sampedro, 2009, citado en Morgan, 2016).
Por otro lado, la entrevistada (C6) resalta la importancia de acumular experiencia laboral, incluso si esto implica aceptar trabajos que no garantizan estabilidad. “Bueno, para ganar experiencia” (C6). Los desafíos que enfrentan las profesionales en trabajo social reflejan la complejidad de buscar empleo, más aún después de haber atravesado una crisis sanitaria. Si bien una característica del subempleo es estar ocupado, las entrevistadas optaron por empleos alejados de su formación, pero los ven como oportunidades temporales y alternativas de sustento y adaptación a la realidad del mercado laboral.
3.3 Flexibilidad laboral en las condiciones de trabajo
Según Restrepo (2014), la jornada laboral de ocho horas ha sido una de las reivindicaciones más importantes en la historia del trabajo. No obstante, las exigencias de la globalización han llevado a los gobiernos a establecer una diversificación tanto en las formas de contratación como en los horarios de trabajo. En este sentido, dos de las entrevistadas se encuentran trabajando en el ámbito específico de trabajo social; sin embargo, se pone de manifiesto la flexibilidad laboral y la precariedad en sus condiciones de trabajo asalariado. Esto se observa principalmente en la participante que cumple la función de trabajadora social dentro de una fundación:
“Mi trabajo es provisional, sin beneficios sociales ni seguridad laboral” (C1). Por otro lado, (C6) refiere: “Bueno, no tengo ningún beneficio. Además, estoy a prueba por tres meses. Lo único que me dan son tarjetas para llamar a los usuarios y, a veces, comida en la fundación. No tengo contrato, solo de manera verbal” (C6).
Para el CEDLA, este último caso refleja explotación laboral y la falta de protección de derechos, características del empleo precario extremo, que se define por informalidad laboral, bajos salarios y ausencia de seguridad social. Esto expone a los trabajadores a condiciones de trabajo altamente inestables y precarias.
Solo un caso manifiesta contar con acceso a beneficios sociales; sin embargo, presenta otra dificultad relacionada con la estabilidad laboral:
“Más bien, cuento con todos los beneficios sociales, pero solo estoy bajo contrato anual. Entonces, cada año debo renovar el contrato” (C4).
Sobre este tema, Sánchez (2021) sostiene que la estabilidad laboral es un factor clave para evaluar la calidad del empleo, ya que está directamente relacionada con la naturaleza del contrato de trabajo y la duración de la relación laboral.
Las entrevistadas manifiestan una diversidad de condiciones laborales, existiendo entre ellas una tendencia común hacia la inestabilidad laboral y la falta de protección de derechos. Especialmente en situaciones de empleo temporal o informal, aunque algunos casos tienen acceso a beneficios sociales, la mayoría enfrenta incertidumbre debido a contratos de corto plazo.
3.4 La flexibilidad laboral y el tiempo de trabajo
La entrevistada (C3) reporta estar experimentando una sobrecarga laboral, trabajando más de 48 horas semanales: “Trabajo más de 48 horas”. Aunque este no es un ejemplo de subempleo visible, podría afectar su vida personal y laboral, adentrándose en otras formas de precariedad laboral.
En el caso de la entrevistada (C6), se evidencia un ejemplo de subempleo visible relacionado con el tiempo de trabajo (Eguino, 1993; Larrazábal, 1993). Esta situación resulta en una preocupación significativa, ya que trabaja menos horas de las que desearía, lo cual le impide generar los ingresos necesarios para cubrir sus necesidades básicas de salud, vivienda y alimentación (Max-Neef, 2006):
“Mi ingreso se basa en las horas trabajadas, no tengo un horario como tal. Si yo quiero, puedo trabajar 2 o 8 horas, pero como trabajo o gano según mis horas, debo trabajar lo más que pueda para ganar el mínimo. El pago por hora es de 16 Bs., entonces mientras más me quede en el trabajo, puedo ganar más, pero uno se cansa y a veces me voy temprano a casa” (C6).
Estas respuestas revelan una situación común en empleos de tiempo parcial, donde las entrevistadas trabajan menos horas y desearían trabajar más. La inseguridad económica es evidente, ya que el ingreso depende del tiempo invertido en el empleo. En su tiempo libre, algunas consideran otras fuentes de ingreso, como el caso (C7):
“Gano menos que el mínimo porque solo trabajo media jornada, eso no me alcanza. Por lo tanto, en mi tiempo libre me dedico a hacer manualidades y las vendo. Con eso me ayudo, porque ahora que está todo caro y más con mi niña, debo hacer lo que sea para sobrevivir” (C7).
Hernández (2016) afirma que los trabajos transitorios o atípicos continúan funcionando, trastocando la regulación y protección del trabajo permanente (p. 250).
3.5 La subutilización de capacidades y habilidades: desgaste, pérdida y desmotivación
De las entrevistadas, dos trabajan en áreas relacionadas con su formación profesional como trabajadoras sociales, mientras que el resto se desempeña en sectores distintos, evidenciando la desconexión entre su identidad profesional y sus actividades laborales actuales (Eguino, 1993). Respecto a los dos primeros casos:
“Bueno, hago seguimiento de los niños que tienen padrinos extranjeros. Voy a dejarles sus correspondencias y donaciones, organizo algunas actividades y eso” (C6).
Por su parte, (C7) refiere:
“Parte de las funciones de trabajo social está la educación social, por lo que sí estaría dentro de mi perfil profesional” (C7).
Estos dos casos han logrado encontrar cierta relación con su formación en tareas específicas de orientación y apoyo social. Sin embargo, la mayoría coincide en que su trabajo actual no aplica directamente su formación:
“No ejerzo mis funciones como trabajadora social” (C1).
“Manejo la correspondencia y organizo las actividades de la institución. Respecto a mis habilidades, no se adecua para nada” (C4).
El caso (C5) señala:
“Bueno, yo manejo mi negocio, lo hago de manera virtual, no tengo tienda, pero yo sola lo administro. Para lo único que veo relación es en saber hablar con las personas, después nada. Incluso creo que estoy olvidándome de cómo hacer informes, visitas y demás”.
Esto manifiesta una posible pérdida de capacidades y habilidades adquiridas en su formación profesional, como la elaboración de informes sociales, visitas domiciliarias y relaciones interpersonales. Krahn y Lowe (1997, citados en Bravo, s.f.) sostienen que el subempleo prolongado en empleos de baja exigencia puede llevar a la “atrofia” de competencias adquiridas. De Grip et al. (2008, citado en Bravo, s.f.) refuerza que la falta de aplicación de habilidades puede deteriorarlas, lo que afecta las exigencias cognitivas y el aprovechamiento del potencial educativo.
El subempleo no solo afecta aspectos económicos y de productividad, sino también la salud mental de los profesionales. Dos entrevistadas expresaron:
“Bueno, yo me titulé hace 2 años. Sí me hubiera gustado ejercer la profesión, pero como está la situación, me quedé trabajando como secretaria. Espero que más adelante pueda ya trabajar de mi profesión” (C4).
“Yo tenía otras expectativas, pero conseguir un buen empleo es difícil. A veces me pongo mal. Yo fui buena estudiante en la universidad, pero ya cuando sales es diferente. No valoran tu esfuerzo ni tus capacidades. Veo a otras compañeras en buenos cargos (…) es frustrante, especialmente para quienes tienen familia e hijos” (C6).
El caso (C7) añade:
“Es frustrante. Antes, por lo menos veían tu experiencia y tenías la oportunidad de trabajar, pero ahora está complicado” (C7).
Bravo (s.f.) señala que el subempleo genera menor satisfacción, motivación y compromiso, aumentando la frustración y reduciendo el sentido de pertenencia hacia la institución. Estas respuestas reflejan sentimientos de frustración e injusticia por no ver reconocidas sus competencias y habilidades, además de comparar el esfuerzo académico con el de otras personas. Estas condiciones contribuyen al subempleo, lo que representa una menor contribución del capital humano al esarrollo económico del país (Becker, 1964).
3.7 En busca del pleno empleo
Las entrevistadas, aunque estén ocupadas en diversos sectores expresan la necesidad y el deseo de encontrar un empleo acorde a sus habilidades y capacidades. Buscan desempeñarse en áreas relacionadas con su formación profesional, lo cual les permita hacer uso pleno de sus conocimientos de esta manera sentirse plenas aplicando sus conocimientos en el área de su formación, como lo indican en las siguientes respuestas
“Busqué, pero requieren personal con experiencia de más de 2 años de trabajo. En instituciones públicas se requieren aval político” (C2).
Este caso afirma al autor (Aráoz Cutipa & Pinto Tapia, 2018) donde indica que en el mercado laboral los méritos profesionales se ven desplazados por el valor de los contactos, las influencias políticas e incluso las redes de amistades o logias, como medios principales para obtener empleo.
Otra de las entrevistadas nos da un panorama más amplio sobre su experiencia en la búsqueda de un empleo teniéndose que enfrentar a obstáculos que ha encontrado en su camino.
“Si, de hecho, lo hago mande a cientos de lugares mi currículum si bien algunos me llaman quieren que trabaje como voluntaria con un sueldo mínimo aparte descuentos y en provincia entonces hago los cálculos y es bajo ahora acá en la ciudad es muy complicado para entrar a lugares como gobiernos o alcaldías es por pura recomendación y avales. No había sido fácil, y en las instituciones ONG ni te quieren pagar, y aparte piden muchos requisitos. Todo este tiempo enfrenté eso, pero espero pronto encontrar uno” (C5).
El pleno empleo, según Roldán y Westreicher (2020), se da cuando todas las personas en edad y disposición de trabajar están efectivamente empleadas. Para esto, el mercado laboral debe encontrarse en equilibrio, permitiendo que la oferta de trabajo coincida con la demanda, y que todas las personas activas puedan acceder a empleos acordes con sus competencias.
“Todo el tiempo busco trabajo, pero no se me da la oportunidad, quizá por falta de experiencia” (C2).
Este caso refleja una condición no menos importante para que los profesionales logren acceder a empleos de calidad: el conjunto de requisitos que las instituciones, tanto públicas como privadas, exigen para ocupar sus vacantes. Esto visibiliza las brechas de desigualdad entre una y otra persona en busca de empleo. Estos requisitos pueden incluir factores como género, habilidades específicas, y años de experiencia, entre otros, que limitan considerablemente el acceso a un empleo pleno (Sánchez, 2021).
4. Discusión
Se exploró y analizó el subempleo en trabajadoras sociales, con el objetivo de identificar las causas y consecuencias de este fenómeno a través de siete casos específicos. Se centró en los tipos de subempleo visible e invisible, considerando las horas trabajadas y la subutilización de habilidades y competencias.
Las respuestas proporcionadas en esta investigación han sido fundamentales para comprender esta problemática desde una perspectiva cercana. Si bien el tamaño de la muestra no es representativo al ser seleccionada por conveniencia, este estudio de casos constituye una primera aproximación al fenómeno del subempleo en profesionales de Trabajo Social. La información primaria de carácter cualitativo y descriptivo obtenida servirá como base para investigaciones futuras que profundicen y amplíen el alcance del tema.
El subempleo, tanto visible como invisible, ha estado presente desde las reformas económicas de los años 80 en Bolivia, introducidas como parte de los ajustes estructurales. Estas transformaciones trajeron consigo nuevas formas de relación laboral, afectando significativamente a profesionales, incluidas las trabajadoras sociales entrevistadas, incluso aquellas con alta formación académica y especialización continua. Factores económicos y sociales han limitado su acceso a empleos acordes con sus capacidades y nivel educativo, empujándolas a buscar alternativas de subsistencia económica alejadas de su formación y vocación en trabajo social.
Este distanciamiento profesional no solo ha impactado sus expectativas laborales y personales, sino que también ha resultado en la subutilización de sus habilidades y conocimientos, representando una pérdida de valor social en términos del aporte potencial que estas profesionales podrían brindar al mercado laboral. Las razones detrás de esta situación incluyen la necesidad económica, las responsabilidades familiares y la búsqueda de experiencia laboral, factores que han llevado a estas profesionales a desviarse de su área de especialización.
La búsqueda constante del pleno empleo es el objetivo principal de las entrevistadas. Este logro incrementaría el valor del capital humano, mejoraría la productividad económica y permitiría satisfacer necesidades, generando bienestar tanto para las trabajadoras sociales como para sus dependientes. El desaprovechamiento de este capital humano no solo afecta la productividad, sino que también frustra sus aspiraciones profesionales y personales, al no poder acceder a empleos adecuados a sus capacidades.
Comprender el fenómeno del subempleo no solo facilita su análisis, sino que también permite desarrollar estrategias para mejorar las condiciones laborales y fomentar la inserción laboral de los y las profesionales. En el ámbito del Trabajo Social, este estudio contribuye al análisis económico y social del subempleo, aportando al cuerpo académico y a la comprensión de cómo este fenómeno repercute en los profesionales formados en este campo.
5. Conclusiones
- El perfil de las trabajadoras sociales de este estudio muestra que poseen un alto nivel educativo y permanecen en constante formación, incluyendo posgrados en maestrías y diplomados. A pesar de ello, sus trayectorias laborales son diversas debido al subempleo en el que se encuentran, optando por trabajos por cuenta propia, como repostería y comercio, así como empleos en consultoría, secretariado, encuestas y educación social.
- La flexibilidad laboral observada en este grupo de trabajadoras sociales refleja su adaptabilidad y resiliencia dentro del mercado laboral. Sin embargo, esta flexibilidad también conlleva condiciones laborales precarias, marcadas por la inestabilidad laboral y la ausencia de beneficios sociales. Muchas enfrentan empleos temporales e informales, lo que genera incertidumbre debido a la naturaleza de los contratos a corto plazo.
- La cantidad de horas trabajadas también afecta las condiciones de vida de las trabajadoras sociales. Mientras algunas enfrentan sobrecarga laboral, otras desearían trabajar más horas para alcanzar ingresos suficientes que les permitan cubrir sus necesidades básicas, como alimentación, salud y vivienda.
- Entre las principales causas del subempleo en trabajadoras sociales se identifican factores económicos y sociales, que incluyen la necesidad de supervivencia económica, las responsabilidades familiares y las dificultades de inserción en el mercado formal. Estas condiciones llevan a la elección de empleos que no se ajustan a su nivel educativo ni a las habilidades adquiridas en su trayectoria profesional.
- Las expectativas personales y profesionales de las trabajadoras sociales del estudio se ven afectadas por la desviación hacia trabajos no especializados, generando frustración en su desarrollo personal y emocional. Esto afecta sus aspiraciones laborales y resulta en el desaprovechamiento de su capital humano, así como en la pérdida del valor social que podrían aportar a la sociedad en condiciones laborales más favorables.
- A pesar de estar empleadas en sectores ajenos a su formación, las trabajadoras sociales manifiestan la necesidad y el deseo de encontrar empleos que se alineen con su identidad profesional. Buscan desempeñarse en áreas donde puedan aplicar sus conocimientos y habilidades adquiridos durante su formación. Sin embargo, enfrentan obstáculos significativos, como la exigencia de experiencia previa, el nepotismo y las influencias políticas en las contrataciones, que limitan sus oportunidades laborales.
Referencias bibliográficas
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6. SUBEMPLEO EN TRABAJADORAS SOCIALES: ESTUDIO EXPLORATORIO EN LA PAZ, BOLIVIA
Investigación – Bolivia
“Las circunstancias se han complicado tanto últimamente que es verdad que tener trabajo es una bendición.”
Jorge Bucay
Autora
Ana Marilyn Coronel Huarina, boliviana, Licenciada en Trabajo Social, actualmente cursando una maestría en la Universidad Mayor de San Andrés. Es diplomada en Niñes y Adolescencia y Educación superior.
Correo electrónico: anamch2014@gmail.com
Resumen
Se explora el subempleo de profesionales de trabajo social en La Paz, Bolivia, como consecuencia de las políticas de ajuste estructural efectuadas en la década de los 80, como parte de las reformas económicas. Lo que provocó una mayor flexibilidad laboral, competitividad entre los trabajadores y a una mayor precarización del mercado laboral, marcada por la inestabilidad de los empleos a través de contratos temporales y la subutilización de las competencias profesionales. Este estudio de casos muestra como la saturación del mercado de trabajo y la falta de empleos formales de calidad, afecta también al sector profesional de trabajadoras sociales, manifestando inseguridad económica y emocional al verse obligadas a desempeñar trabajos que no se alinean a sus competencias, ni a su identidad profesional, a pesar de su formación académica. La información obtenida recae en entrevistas cualitativas con una muestra de siete casos, la metodología utilizada es de análisis cualitativo narrativo, aunque los resultados tienen limitaciones en la generalización debido al tamaño de la muestra, aporta una visión de las condiciones laborales de las trabajadoras sociales entrevistadas, analizando el subempleo como fenómeno económico y social, relevante para las políticas públicas.
Palabras clave: Subempleo, subutilización de competencias, flexibilidad laboral, precariedad laboral, desarrollo profesional, desigualdad
1. Introducción
Las políticas de ajuste estructural implementadas en décadas anteriores en Bolivia han tenido un profundo impacto en el mercado laboral con el Decreto Supremo N° 21060, que establece la libre contratación y la libertad para la negociación de salarios entre empresas y trabajadores, eliminando disposiciones que garantizaban la estabilidad laboral. Además, el Estado se limita a fijar los salarios de los funcionarios públicos, suprimiendo la estabilidad laboral y reduciendo los costos asociados a ellos. Estas políticas han generado una serie de consecuencias negativas que persisten en la actualidad. Entre ellas se destaca la precariedad laboral, con el aumento de contratos temporales y ocasionales, lo que impacta en los ingresos económicos. Esta situación ha llevado a un deterioro generalizado de las condiciones laborales, manifestándose en una mayor inestabilidad laboral, y una creciente desigualdad salarial (Arze, 1995).
Entre las consecuencias más relevantes está el aumento del subempleo, es decir personas trabajando menos horas de las que desearían o en trabajos que no corresponden a su formación. Creando mayor desigualdad entre hombres y mujeres, y una mayor dificultad para conciliar la vida laboral y familiar. Por tanto, estas políticas de reformas económicas que ha atravesado el país han contribuido a una mayor fragmentación del mercado laboral y aun deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores.
Para los fines de este estudio, nos centramos en una de las consecuencias significativas dentro del proceso de ajuste estructural, en términos del mercado laboral, donde se marca el inicio del subempleo y la subutilización de la fuerza de trabajo. En particular, este documento analiza como este fenómeno afecta al desarrollo profesional y al aprovechamiento de sus competencias y habilidades en el ámbito laboral. A través de esta perspectiva, se busca entender las dificultades que enfrentaron las trabajadoras sociales participantes de esta investigación, dentro de un mercado caracterizado por la precariedad y la alta competencia laboral.
Según el boletín estadístico de la universidad Mayor de San Andrés, en 2023 se titularon 4.504 nuevos profesionales calificados que se suman al mercado laboral. Sin embargo, debido a las actuales brechas del mercado, no todos logran acceder a un empleo acorde a sus competencias por lo que muchos se adentran a sectores distintos a su identidad profesional. De este total de titulados, 89 graduados corresponden a la carrera de Trabajo Social, donde el 97% son de género femenino. Este dato es alentador desde una perspectiva de género, pero que también plantea desafíos, pues la alta proporción de mujeres graduadas en trabajo social incrementa la oferta de profesionales en un campo laboral ya competitivo y desigual.
Ante esta problemática, este artículo responde a la pregunta que guía la investigación: ¿Cómo experimentan las trabajadoras sociales entrevistadas el subempleo y la subutilización de sus capacidades profesionales en el actual contexto del mercado laboral? En tanto el objetivo de este artículo es analizar el subempleo y su relación con la subutilización de capacidades profesionales de las trabajadoras sociales, con el fin de identificar las causas y consecuencias de este fenómeno a través de estudios de caso. La base epistemológica que guío la investigación es interpretativa fenomenológica, esto permitió indagar sobre las percepciones de las entrevistadas, su realidad y su experiencia, siendo esta la riqueza del estudio. La técnica para la recolección de la información recae en la entrevista semiestructurada por medio de un cuestionario de diez preguntas abiertas y cerradas que fueron parte del cuestionario, de tipo cualitativo y nivel descriptivo, esto permitió obtener información primaria, donde las entrevistadas tuvieron la libertad de expresar y manifestar su propio punto de vista. Dentro de las categorías de análisis se enfatiza a las causas del subempleo, sus consecuencias y la subutilización de capacidades.
En relación con el tamaño de la muestra se compone de siete casos de trabajadoras sociales, seleccionadas mediante una muestra por conveniencia, eligiendo a las profesionales accesibles. Los criterios de inclusión y exclusión partieron bajo las características del empleo o trabajo actual de las entrevistadas quienes no deberían poseer un empleo con estabilidad laboral, de lo contrario quedaban excluidas del estudio. Los datos se analizaron bajo el enfoque cualitativo de análisis temático, identificando las categorías emergentes en las respuestas. Y para garantizar la confidencialidad de las participantes se ha mantenido en reserva su identidad, por medio de una codificación numérica.
Este estudio tiene como limitación el tamaño reducido de la muestra a la que no se aplicó la saturación. Los resultados no abarcan la diversidad de experiencias laborales en el trabajo social y, por otro lado, la exploración solo incluye a mujeres trabajadoras sociales, lo que, deja fuera la posibilidad de explorar las perspectivas masculinas en la carrera. No obstante, por su carácter exploratorio tiene el potencial de inspirar otros estudios y proporcionar hipótesis de partida.
2. Marco teórico
El subempleo es un tema de interés para investigadores de diversas disciplinas, debido a su impacto en el bienestar laboral y económico del individuo. Esta problemática afecta a diversos grupos etarios, especialmente a mujeres y jóvenes profesionales, considerados entre los menos favorecidos a la hora de insertarse en el campo laboral. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE,) reportó que la tasa de desocupación en el área urbana de Bolivia disminuyó de 5.2% en 2021 y a 4.3% en 2022. Esta reducción se reflejó tanto en hombres como en mujeres, siendo la tasa de desocupación para mujeres de 4.8% y para hombres de 3.9% (INE, 2023).
Por su parte el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) estima que el desempleo real es mucho mayor llegando a más del 20%. Indica que este alto nivel de desocupación afecta especialmente a las mujeres y a los profesionales, quienes enfrentan mayores dificultades para acceder a trabajos estables y bien renumerados. Bruno Rojas, investigador de CEDLA, señala que el mercado laboral boliviano está marcado por la proliferación de empleos de baja calificación, donde se pone de manifiesto el fenómeno del subempleo.
En términos generales, aunque no únicos, el subempleo refiere a la situación de personas cuya ocupación no es adecuada en relación con su nivel de ingreso, las horas trabajadas o a la subutilización de capacidades y habilidades. En los textos de Eguino (1993) y Larrazábal (1993) definen al subempleo como un subconjunto de la población ocupada que se divide en dos componentes: el subempleo visible y el subempleo invisible. El subempleo visible es aquel en el que, a lo largo de un periodo, las personas trabajan menos tiempo que lo normal y desean trabajar más. Por otro lado, el subempleo invisible, es que, a pesar de trabajar jornadas normales, generan bajos ingresos, tienen una baja productividad o desaprovechan sus calificaciones. No existe una clasificación general, incluso algunos países no lo miden. Los países más próximos que realizan la medición del subempleo son Perú y Chile.
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el subempleo se refiere a la situación donde los trabajadores trabajan menos horas, ganan menores ingresos o no utilizan plenamente sus competencias, realizando un trabajo menos productivo del que desearían realizar. En tanto “el subempleo refleja la subutilización de la capacidad productiva de la población ocupada, incluyendo el que es causado por un sistema económico nacional o local deficiente. Se relaciona con una situación alternativa de empleo que la persona desea desempeñar y está disponible para hacerlo” (Mata, 1999, p.17).
Gráfico 1
El subempleo y la subutilización de la fuerza de trabajo
Nota: Elaboración propia basado en: Eguino (1993) y Larrazábal (1993).
Según McKee-Ryan et al. (2011, citado en García, 2017), a pesar de la relevancia del fenómeno del subempleo, no se establece un modelo conceptual ni un sistema de evaluación único que cuente con un consenso amplio de investigaciones. Es común encontrar investigaciones empíricas que emplean una variedad de modelos y enfoques, donde la falta de acuerdo entre los investigadores sobre el fenómeno del subempleo no llega a una definición única. Por estas razones, muchos autores sugieren la necesidad de desarrollar una conceptualización clara para evitar solapamientos conceptuales y operativos (p.14).
La teoría de la movilidad de carrera, propuesta por Sicherman y Galor en 1990, sugiere que existe un desajuste entre las cualificaciones de los trabajadores y los requerimientos del empleo en el mercado laboral. Esto afecta la trayectoria ocupacional de los individuos, abordando cómo las decisiones de carrera pueden influir en las trayectorias laborales y las opciones de movilidad a largo plazo (Sicherman y Galor, citado en García, 2017).
Feldman (1996, citado en García, 2017) refiere al subempleo como un constructo multidimensional compuesto por cinco dimensiones. La primera se refiere al desajuste de habilidades, que ocurre cuando una persona tiene más habilidades y/o experiencia de las que exige su puesto de empleo. La segunda dimensión aborda el desajuste de campo de estudio, que se presenta cuando un individuo trabaja en un empleo que no corresponde a su formación académica. La tercera dimensión está relacionada con la involuntariedad en el empleo parcial, temporal o intermitente, lo que genera una situación de subempleo cuando estas condiciones son aceptadas sin ser ideales. La cuarta dimensión se enfoca en las características del puesto y la remuneración cuando la persona accede por su condición de egresado o por el cambio en el puesto de trabajo. Finalmente, la quinta dimensión examina las condiciones de trabajo, como la duración de la jornada laboral y la naturaleza temporal del empleo. Por tanto, las tres primeras dimensiones se relacionan con las características individuales, mientras que las dos últimas se centran en las condiciones del puesto de trabajo (pp. 28-29).
Desde la teoría del capital humano, que refiere a la educación y formación del individuo, Schultz (1960, citado en Acevedo et al., 2007) indica que el individuo invierte en sí mismo, ampliando sus posibilidades para mejorar su bienestar. Según esta teoría, un trabajador no solo ofrece su fuerza física y habilidades naturales, sino también conocimientos adquiridos a través de la educación, lo que resalta la formación en la productividad individual. Esta teoría se inscribe dentro de la escuela neoclásica, que asume condiciones como el mercado laboral competitivo. La teoría del capital humano es parte de la economía de la educación y se consolidó en la década de 1970 como fuente de desarrollo teórico y empírico (p. 9).
La teoría de Becker (1964) sobre el capital humano sostiene que los individuos incurren en gastos de educación que también representan un costo de oportunidad. La inversión en educación y formación puede resultar en mayores ingresos futuros. Esta inversión es fundamental para el desarrollo de habilidades y competencias que pueden mejorar la productividad laboral. La productividad de los empleados no solo se ve influenciada por su capacidad y la inversión realizada en ellos, sino también por su motivación y el esfuerzo aplicado en sus trabajos. Becker postula que, a medida que aumenta el capital humano a través de la educación, el retorno de dicha inversión incrementa el ingreso per cápita de la sociedad. Por tanto, se manifiesta el crecimiento del capital humano dentro de la economía general.
En el contexto del subempleo, esta relación se complica. Los profesionales que han invertido en su educación y han adquirido valiosas habilidades pueden encontrarse en situaciones donde su empleo no corresponde a su nivel de formación. Esto ocurre cuando, a pesar de poseer un alto capital humano, los estímulos económicos o las condiciones del mercado laboral impiden que los profesionales encuentren trabajos alineados con sus cualificaciones (Becker et al., 1990, citado en Acevedo, 2007).
El mismo autor sostiene que esta relación frena el ingreso per cápita de la sociedad y su relación con el crecimiento económico, ya que los individuos altamente educados que no están utilizando su capital humano de manera efectiva pueden contribuir a un estancamiento en la productividad y el crecimiento económico. Este fenómeno puede verse exacerbado si se considera que las condiciones del empleo, como trabajos temporales o de medio tiempo, podrían limitar aún más la motivación y el esfuerzo del trabajador. Por tanto, mientras que la inversión en capital humano debería proporcionar un retorno positivo, el subempleo representa una notable brecha en el aprovechamiento de ese potencial.
Por otra parte, un estudio realizado en Bolivia por Aráoz Cutipa y Pinto Tapia (2018) refiere que en el mercado laboral los méritos profesionales se ven desplazados por el valor de los contactos, las influencias políticas e incluso las redes de amistades o logias, como medios principales para obtener empleo. Esto provoca que muchos profesionales experimenten una sensación de frustración, ya que el esfuerzo educativo y las competencias adquiridas pierden peso frente a los vínculos políticos o personales. Los entrevistados en el estudio de estos autores señalan que el acceso a las oportunidades laborales depende más de factores externos que de su propia habilidad y preparación, llegando al punto en que algunos profesionales ven su futuro laboral como una cuestión de suerte.
Para Sánchez (2021), el mundo del trabajo alberga distintos grupos según género, etnia y generación que, en su entrecruzamiento con variables como el área de residencia y el nivel de educación, tienen influencia determinante en el acceso dispar al empleo (p. 44). Esto refiere a cómo diversos factores sociales, culturales y generacionales pueden influir en las desigualdades de acceso al empleo. Implica que el mercado laboral, en lugar de ofrecer igualdad de oportunidades, afecta a los grupos sociales mediante estas limitantes, donde el acceso al empleo es desproporcionado, favoreciendo a ciertos grupos sobre otros.
3. Resultados
3.1 Perfil sociodemográfico de las entrevistadas
Las participantes de la entrevista fueron seleccionadas de acuerdo con sus condiciones laborales. Todas ellas cuentan con la licenciatura en trabajo social, y algunas han complementado su formación con estudios de posgrado. Sus edades comprenden entre los 28 y 44 años. En lo referente a su experiencia profesional, están entre los 3 y 5 años, aunque algunas aún están en proceso de adquirir la experiencia específica en trabajo social. Esta selección fue diseñada para obtener las experiencias laborales relativas a las actividades que realizan dentro de su sector. Por lo tanto, se entrevistó a siete profesionales de trabajo social del sexo femenino.
Tabla 1: Condiciones demográficas de las participantes
Nota: Elaboración propia en base a entrevistas, 2024.
3.1 Formación académica y experiencia profesional de las entrevistadas
Al consultar a las participantes sobre su formación y experiencia, (C1) indicó: “Licenciatura en trabajo social, egresada de una maestría”, mientras que (C6) mencionó: “Soy licenciada en trabajo social, recién voy adquiriendo experiencia”. Por su parte, (C5) señaló: “Soy titulada hace 7 años, ya cuento con diplomados y actualmente realizando un posgrado. Tengo experiencia general de 3 años, pero no específicamente en el campo de trabajo social” (2024).
Las respuestas indican un alto nivel educativo entre las profesionales consultadas, con titulaciones que incluyen la licenciatura, diplomados y cursos de posgrado. Estas entrevistas reflejan y evidencian diferentes trayectorias laborales. La entrevistada (C5) refiere que, a pesar de tener una licenciatura y haber invertido en la educación, a lo que Becker llama “capital humano”, continúa especializándose con diplomados y cursos de posgrado, pero solo ha acumulado tres años de experiencia, y no precisamente en el área de su formación, lo que podría ser un reflejo del desajuste entre la formación académica y las oportunidades laborales en su área.
Para (C1), es una profesional egresada de una maestría, lo que da a entender que está próxima a obtener el título de magíster, con una mayor formación teórica y técnica. Aunque no menciona su experiencia laboral, puede indicar que aún no ha tenido oportunidades de aplicar sus conocimientos. Esta respuesta reafirma que, a pesar de un mayor nivel académico, aún existe una brecha entre la formación recibida y la experiencia laboral. En tanto, la respuesta de (C6) muestra a una profesional que recién comienza a adquirir experiencia en su área de formación, destacando también los desafíos que enfrentan los nuevos egresados.
Estas respuestas están relacionadas con el fenómeno del subempleo, donde, a pesar de tener un alto nivel educativo, muchos profesionales no logran obtener puestos que aprovechen sus habilidades y conocimientos, teniendo la necesidad de capacitaciones constantes para mantenerse competitivos dentro del mercado laboral. Como indica Rojas, investigador del CEDLA, en Bolivia, el desempleo entre profesionales con educación superior presenta elevadas tasas, donde contar con un alto nivel educativo o formación técnica no garantiza acceder a empleos de calidad ni a ingresos dignos.
3.2 Situación laboral de las entrevistadas
Las respuestas de las entrevistadas reflejan la diversidad de ocupaciones que muestran su condición de subempleadas. Dos de las participantes han optado por trabajos por cuenta propia, dedicándose a actividades de repostería y comercio, con el objetivo de generar ingresos económicos y mantenerse activas. Por otro lado, el resto de las entrevistadas se desempeñan como consultoras, secretarias, encuestadoras, trabajadoras sociales y educadoras sociales. Así lo afirma la participante (C5):
“Por ahora tengo un trabajo por cuenta propia, me dedico al comercio, un negocio pequeño que lo vengo realizando ya casi tres años”.
La adaptabilidad ante la dificultad de encontrar empleo como trabajadora social hizo que una de las entrevistadas optara por un trabajo diferente, que no solo le permite mantenerse ocupada, sino también le facilita el cuidado de sus hijos.
“Se dio la oportunidad de trabajar y, como está difícil encontrar en el área, me animé mientras encuentro otro. Además, es en La Paz y eso me facilita por mis hijos, ya que los puedo ver y estar al pendiente de ellos” (C4).
La adaptabilidad depende de características personales y factores ambientales como las oportunidades de desarrollo profesional. En un contexto laboral cambiante, es necesario que los individuos manejen situaciones de emergencia, aprendan rápidamente y resuelvan problemas nuevos, ya que estas habilidades son esenciales para su trayectoria laboral (Ortiz et al., 2024).
Otro indicador que distingue el caso (C5) es su capacidad de resiliencia, pues la entrevistada enfrentó nuevos retos tras la crisis sanitaria de 2019:
“La situación económica después de la pandemia me hizo más difícil encontrar trabajo, más aún como trabajadora social. Entonces uno debe buscar la manera de sobresalir porque, si no hago nada, ¿cómo también me sustento?” (C5).
Según Morgan (2016), en un mundo globalizado donde la palabra crisis toma cada vez mayor fuerza, se hace indispensable generar cambios para competir por recursos escasos. No obstante, la competencia no es lo único que mantiene viva a una empresa o persona; también lo hace la capacidad de resistir embates de diferente índole (crisis económicas, imprevistos, desastres naturales, competencia global, entre otros), salir adelante y fortalecerse tras dichos golpes. La resiliencia es la capacidad de un individuo o sistema social de vivir bien y desarrollarse positivamente a pesar de condiciones adversas y, más aún, de salir fortalecidos y transformados por ellas (Sampedro, 2009, citado en Morgan, 2016).
Por otro lado, la entrevistada (C6) resalta la importancia de acumular experiencia laboral, incluso si esto implica aceptar trabajos que no garantizan estabilidad. “Bueno, para ganar experiencia” (C6). Los desafíos que enfrentan las profesionales en trabajo social reflejan la complejidad de buscar empleo, más aún después de haber atravesado una crisis sanitaria. Si bien una característica del subempleo es estar ocupado, las entrevistadas optaron por empleos alejados de su formación, pero los ven como oportunidades temporales y alternativas de sustento y adaptación a la realidad del mercado laboral.
3.3 Flexibilidad laboral en las condiciones de trabajo
Según Restrepo (2014), la jornada laboral de ocho horas ha sido una de las reivindicaciones más importantes en la historia del trabajo. No obstante, las exigencias de la globalización han llevado a los gobiernos a establecer una diversificación tanto en las formas de contratación como en los horarios de trabajo. En este sentido, dos de las entrevistadas se encuentran trabajando en el ámbito específico de trabajo social; sin embargo, se pone de manifiesto la flexibilidad laboral y la precariedad en sus condiciones de trabajo asalariado. Esto se observa principalmente en la participante que cumple la función de trabajadora social dentro de una fundación:
“Mi trabajo es provisional, sin beneficios sociales ni seguridad laboral” (C1). Por otro lado, (C6) refiere: “Bueno, no tengo ningún beneficio. Además, estoy a prueba por tres meses. Lo único que me dan son tarjetas para llamar a los usuarios y, a veces, comida en la fundación. No tengo contrato, solo de manera verbal” (C6).
Para el CEDLA, este último caso refleja explotación laboral y la falta de protección de derechos, características del empleo precario extremo, que se define por informalidad laboral, bajos salarios y ausencia de seguridad social. Esto expone a los trabajadores a condiciones de trabajo altamente inestables y precarias.
Solo un caso manifiesta contar con acceso a beneficios sociales; sin embargo, presenta otra dificultad relacionada con la estabilidad laboral:
“Más bien, cuento con todos los beneficios sociales, pero solo estoy bajo contrato anual. Entonces, cada año debo renovar el contrato” (C4).
Sobre este tema, Sánchez (2021) sostiene que la estabilidad laboral es un factor clave para evaluar la calidad del empleo, ya que está directamente relacionada con la naturaleza del contrato de trabajo y la duración de la relación laboral.
Las entrevistadas manifiestan una diversidad de condiciones laborales, existiendo entre ellas una tendencia común hacia la inestabilidad laboral y la falta de protección de derechos. Especialmente en situaciones de empleo temporal o informal, aunque algunos casos tienen acceso a beneficios sociales, la mayoría enfrenta incertidumbre debido a contratos de corto plazo.
3.4 La flexibilidad laboral y el tiempo de trabajo
La entrevistada (C3) reporta estar experimentando una sobrecarga laboral, trabajando más de 48 horas semanales: “Trabajo más de 48 horas”. Aunque este no es un ejemplo de subempleo visible, podría afectar su vida personal y laboral, adentrándose en otras formas de precariedad laboral.
En el caso de la entrevistada (C6), se evidencia un ejemplo de subempleo visible relacionado con el tiempo de trabajo (Eguino, 1993; Larrazábal, 1993). Esta situación resulta en una preocupación significativa, ya que trabaja menos horas de las que desearía, lo cual le impide generar los ingresos necesarios para cubrir sus necesidades básicas de salud, vivienda y alimentación (Max-Neef, 2006):
“Mi ingreso se basa en las horas trabajadas, no tengo un horario como tal. Si yo quiero, puedo trabajar 2 o 8 horas, pero como trabajo o gano según mis horas, debo trabajar lo más que pueda para ganar el mínimo. El pago por hora es de 16 Bs., entonces mientras más me quede en el trabajo, puedo ganar más, pero uno se cansa y a veces me voy temprano a casa” (C6).
Estas respuestas revelan una situación común en empleos de tiempo parcial, donde las entrevistadas trabajan menos horas y desearían trabajar más. La inseguridad económica es evidente, ya que el ingreso depende del tiempo invertido en el empleo. En su tiempo libre, algunas consideran otras fuentes de ingreso, como el caso (C7):
“Gano menos que el mínimo porque solo trabajo media jornada, eso no me alcanza. Por lo tanto, en mi tiempo libre me dedico a hacer manualidades y las vendo. Con eso me ayudo, porque ahora que está todo caro y más con mi niña, debo hacer lo que sea para sobrevivir” (C7).
Hernández (2016) afirma que los trabajos transitorios o atípicos continúan funcionando, trastocando la regulación y protección del trabajo permanente (p. 250).
3.5 La subutilización de capacidades y habilidades: desgaste, pérdida y desmotivación
De las entrevistadas, dos trabajan en áreas relacionadas con su formación profesional como trabajadoras sociales, mientras que el resto se desempeña en sectores distintos, evidenciando la desconexión entre su identidad profesional y sus actividades laborales actuales (Eguino, 1993). Respecto a los dos primeros casos:
“Bueno, hago seguimiento de los niños que tienen padrinos extranjeros. Voy a dejarles sus correspondencias y donaciones, organizo algunas actividades y eso” (C6).
Por su parte, (C7) refiere:
“Parte de las funciones de trabajo social está la educación social, por lo que sí estaría dentro de mi perfil profesional” (C7).
Estos dos casos han logrado encontrar cierta relación con su formación en tareas específicas de orientación y apoyo social. Sin embargo, la mayoría coincide en que su trabajo actual no aplica directamente su formación:
“No ejerzo mis funciones como trabajadora social” (C1).
“Manejo la correspondencia y organizo las actividades de la institución. Respecto a mis habilidades, no se adecua para nada” (C4).
El caso (C5) señala:
“Bueno, yo manejo mi negocio, lo hago de manera virtual, no tengo tienda, pero yo sola lo administro. Para lo único que veo relación es en saber hablar con las personas, después nada. Incluso creo que estoy olvidándome de cómo hacer informes, visitas y demás”.
Esto manifiesta una posible pérdida de capacidades y habilidades adquiridas en su formación profesional, como la elaboración de informes sociales, visitas domiciliarias y relaciones interpersonales. Krahn y Lowe (1997, citados en Bravo, s.f.) sostienen que el subempleo prolongado en empleos de baja exigencia puede llevar a la “atrofia” de competencias adquiridas. De Grip et al. (2008, citado en Bravo, s.f.) refuerza que la falta de aplicación de habilidades puede deteriorarlas, lo que afecta las exigencias cognitivas y el aprovechamiento del potencial educativo.
El subempleo no solo afecta aspectos económicos y de productividad, sino también la salud mental de los profesionales. Dos entrevistadas expresaron:
“Bueno, yo me titulé hace 2 años. Sí me hubiera gustado ejercer la profesión, pero como está la situación, me quedé trabajando como secretaria. Espero que más adelante pueda ya trabajar de mi profesión” (C4).
“Yo tenía otras expectativas, pero conseguir un buen empleo es difícil. A veces me pongo mal. Yo fui buena estudiante en la universidad, pero ya cuando sales es diferente. No valoran tu esfuerzo ni tus capacidades. Veo a otras compañeras en buenos cargos (…) es frustrante, especialmente para quienes tienen familia e hijos” (C6).
El caso (C7) añade:
“Es frustrante. Antes, por lo menos veían tu experiencia y tenías la oportunidad de trabajar, pero ahora está complicado” (C7).
Bravo (s.f.) señala que el subempleo genera menor satisfacción, motivación y compromiso, aumentando la frustración y reduciendo el sentido de pertenencia hacia la institución. Estas respuestas reflejan sentimientos de frustración e injusticia por no ver reconocidas sus competencias y habilidades, además de comparar el esfuerzo académico con el de otras personas. Estas condiciones contribuyen al subempleo, lo que representa una menor contribución del capital humano al esarrollo económico del país (Becker, 1964).
3.7 En busca del pleno empleo
Las entrevistadas, aunque estén ocupadas en diversos sectores expresan la necesidad y el deseo de encontrar un empleo acorde a sus habilidades y capacidades. Buscan desempeñarse en áreas relacionadas con su formación profesional, lo cual les permita hacer uso pleno de sus conocimientos de esta manera sentirse plenas aplicando sus conocimientos en el área de su formación, como lo indican en las siguientes respuestas
“Busqué, pero requieren personal con experiencia de más de 2 años de trabajo. En instituciones públicas se requieren aval político” (C2).
Este caso afirma al autor (Aráoz Cutipa & Pinto Tapia, 2018) donde indica que en el mercado laboral los méritos profesionales se ven desplazados por el valor de los contactos, las influencias políticas e incluso las redes de amistades o logias, como medios principales para obtener empleo.
Otra de las entrevistadas nos da un panorama más amplio sobre su experiencia en la búsqueda de un empleo teniéndose que enfrentar a obstáculos que ha encontrado en su camino.
“Si, de hecho, lo hago mande a cientos de lugares mi currículum si bien algunos me llaman quieren que trabaje como voluntaria con un sueldo mínimo aparte descuentos y en provincia entonces hago los cálculos y es bajo ahora acá en la ciudad es muy complicado para entrar a lugares como gobiernos o alcaldías es por pura recomendación y avales. No había sido fácil, y en las instituciones ONG ni te quieren pagar, y aparte piden muchos requisitos. Todo este tiempo enfrenté eso, pero espero pronto encontrar uno” (C5).
El pleno empleo, según Roldán y Westreicher (2020), se da cuando todas las personas en edad y disposición de trabajar están efectivamente empleadas. Para esto, el mercado laboral debe encontrarse en equilibrio, permitiendo que la oferta de trabajo coincida con la demanda, y que todas las personas activas puedan acceder a empleos acordes con sus competencias.
“Todo el tiempo busco trabajo, pero no se me da la oportunidad, quizá por falta de experiencia” (C2).
Este caso refleja una condición no menos importante para que los profesionales logren acceder a empleos de calidad: el conjunto de requisitos que las instituciones, tanto públicas como privadas, exigen para ocupar sus vacantes. Esto visibiliza las brechas de desigualdad entre una y otra persona en busca de empleo. Estos requisitos pueden incluir factores como género, habilidades específicas, y años de experiencia, entre otros, que limitan considerablemente el acceso a un empleo pleno (Sánchez, 2021).
4. Discusión
Se exploró y analizó el subempleo en trabajadoras sociales, con el objetivo de identificar las causas y consecuencias de este fenómeno a través de siete casos específicos. Se centró en los tipos de subempleo visible e invisible, considerando las horas trabajadas y la subutilización de habilidades y competencias.
Las respuestas proporcionadas en esta investigación han sido fundamentales para comprender esta problemática desde una perspectiva cercana. Si bien el tamaño de la muestra no es representativo al ser seleccionada por conveniencia, este estudio de casos constituye una primera aproximación al fenómeno del subempleo en profesionales de Trabajo Social. La información primaria de carácter cualitativo y descriptivo obtenida servirá como base para investigaciones futuras que profundicen y amplíen el alcance del tema.
El subempleo, tanto visible como invisible, ha estado presente desde las reformas económicas de los años 80 en Bolivia, introducidas como parte de los ajustes estructurales. Estas transformaciones trajeron consigo nuevas formas de relación laboral, afectando significativamente a profesionales, incluidas las trabajadoras sociales entrevistadas, incluso aquellas con alta formación académica y especialización continua. Factores económicos y sociales han limitado su acceso a empleos acordes con sus capacidades y nivel educativo, empujándolas a buscar alternativas de subsistencia económica alejadas de su formación y vocación en trabajo social.
Este distanciamiento profesional no solo ha impactado sus expectativas laborales y personales, sino que también ha resultado en la subutilización de sus habilidades y conocimientos, representando una pérdida de valor social en términos del aporte potencial que estas profesionales podrían brindar al mercado laboral. Las razones detrás de esta situación incluyen la necesidad económica, las responsabilidades familiares y la búsqueda de experiencia laboral, factores que han llevado a estas profesionales a desviarse de su área de especialización.
La búsqueda constante del pleno empleo es el objetivo principal de las entrevistadas. Este logro incrementaría el valor del capital humano, mejoraría la productividad económica y permitiría satisfacer necesidades, generando bienestar tanto para las trabajadoras sociales como para sus dependientes. El desaprovechamiento de este capital humano no solo afecta la productividad, sino que también frustra sus aspiraciones profesionales y personales, al no poder acceder a empleos adecuados a sus capacidades.
Comprender el fenómeno del subempleo no solo facilita su análisis, sino que también permite desarrollar estrategias para mejorar las condiciones laborales y fomentar la inserción laboral de los y las profesionales. En el ámbito del Trabajo Social, este estudio contribuye al análisis económico y social del subempleo, aportando al cuerpo académico y a la comprensión de cómo este fenómeno repercute en los profesionales formados en este campo.
5. Conclusiones
- El perfil de las trabajadoras sociales de este estudio muestra que poseen un alto nivel educativo y permanecen en constante formación, incluyendo posgrados en maestrías y diplomados. A pesar de ello, sus trayectorias laborales son diversas debido al subempleo en el que se encuentran, optando por trabajos por cuenta propia, como repostería y comercio, así como empleos en consultoría, secretariado, encuestas y educación social.
- La flexibilidad laboral observada en este grupo de trabajadoras sociales refleja su adaptabilidad y resiliencia dentro del mercado laboral. Sin embargo, esta flexibilidad también conlleva condiciones laborales precarias, marcadas por la inestabilidad laboral y la ausencia de beneficios sociales. Muchas enfrentan empleos temporales e informales, lo que genera incertidumbre debido a la naturaleza de los contratos a corto plazo.
- La cantidad de horas trabajadas también afecta las condiciones de vida de las trabajadoras sociales. Mientras algunas enfrentan sobrecarga laboral, otras desearían trabajar más horas para alcanzar ingresos suficientes que les permitan cubrir sus necesidades básicas, como alimentación, salud y vivienda.
- Entre las principales causas del subempleo en trabajadoras sociales se identifican factores económicos y sociales, que incluyen la necesidad de supervivencia económica, las responsabilidades familiares y las dificultades de inserción en el mercado formal. Estas condiciones llevan a la elección de empleos que no se ajustan a su nivel educativo ni a las habilidades adquiridas en su trayectoria profesional.
- Las expectativas personales y profesionales de las trabajadoras sociales del estudio se ven afectadas por la desviación hacia trabajos no especializados, generando frustración en su desarrollo personal y emocional. Esto afecta sus aspiraciones laborales y resulta en el desaprovechamiento de su capital humano, así como en la pérdida del valor social que podrían aportar a la sociedad en condiciones laborales más favorables.
- A pesar de estar empleadas en sectores ajenos a su formación, las trabajadoras sociales manifiestan la necesidad y el deseo de encontrar empleos que se alineen con su identidad profesional. Buscan desempeñarse en áreas donde puedan aplicar sus conocimientos y habilidades adquiridos durante su formación. Sin embargo, enfrentan obstáculos significativos, como la exigencia de experiencia previa, el nepotismo y las influencias políticas en las contrataciones, que limitan sus oportunidades laborales.
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