La participación política de las mujeres es parte de la agenda y el discurso del Estado peruano desde finales del siglo pasado, sin embargo, los espacios de poder de decisión siguen siendo ampliamente copados por los hombres.
La brecha se explica si recordamos que las mujeres han partido con un siglo y medio de desventaja en esta carrera, desde el origen mismo de la república, durante los cuales se les negó el derecho a elegir y ser elegidas, a los estudios profesionales, a la administración de sus propiedades y a otros muchos derechos políticos, sociales y económicos.
Al mismo tiempo que todavía hoy, según cifras oficiales, se las sobrecarga con el mandato de las labores domesticas, fuera del mundo público, que no son valoradas ni remuneradas. Y cuando trabajan en el mercado laboral, se les paga un 30 % menos que a los hombres por un mismo trabajo.[1]
El resultado de todo ello es lapidario e incontestable, como muestran las cifras. Ni una sola Presidenta regional, ni una sola. Apenas el 2% de alcaldesas regionales y el 3% de distritales. 28% del total de congresistas y 28% del total de consejero/as regionales. Cifras simplemente inaceptables como una justa representación política de las mujeres, que son hoy el 50.8% de la población del país.[2]
El diagnóstico de los mecanismos actuales para superar esta escandalosa sub-representación es igualmente ineludible. La cuota de mujeres para las listas de postulantes a cargos en elecciones, implantada legalmente en 1997, inicialmente de 25%, luego de 30%, está obsoleta y no ha servido para garantizar la superación de esa brecha que agrieta irremediablemente cualquier proyecto democrático.
Es para responder a esas realidades que surgió la propuesta del actual gobierno de legalizar la paridad y la alternancia[3], es decir, conformar las listas de postulantes a cargos en elecciones, mitad y mitad, hombres y mujeres, y que vayan en orden intercalado, uno a una, para que no se tienda a poner a las mujeres al final de las listas como ocurre ahora.
Sin embargo, el Congreso, bajo decisión de la mayoría fujimorista, dejó fuera de los proyectos aprobados el 4 de octubre de 2018 para ser sometidos a referéndum, esta propuesta del Ejecutivo, negando, una vez más, la justicia de sus derechos políticos a las mujeres peruanas.[4]
Mientras escribimos estas palabras, las primeras declaraciones públicas del gobierno parecen aceptar esta tramposa “sacada de vuelta” a la propuesta original. ¿Una nueva oportunidad perdida para el país de superar este impresentable rasgo de subdesarrollo democrático y atraso político?
Un fracaso más doloroso aún, si se considera que esta persistente sub representación política es otra cara, una cara simbólica, de la misma violencia masculina que, físicamente, arrastra de los cabellos, prende fuego y asesina a las mujeres por el solo hecho de serlo.
Lo que la investigadora argentina, Rita Segato, ha llamado la guerra contra las mujeres.[5] La fuga hacia adelante de una masculinidad enferma, que se aferra y pretende conservar su dominación sobre la mujer a fuerza de aumentar la crueldad como castigo al ya incontenible crecimiento de la conciencia de liberación femenina.
Son las consecuencias devastadoras de los mandatos masculinos para la cada vez más imposible, más ilegitima y más auto destructiva, atribución de controlar el cuerpo de la mujer, como si fuera suyo, como si fuera su propiedad, bajo el envenenado imaginario que en el cuerpo de nosotras se juega, se garantiza o se pierde, la hombría, el honor y la identidad de él. Desde el auto atribuido supuesto derecho de acosarnos, hasta el de controlarnos y finalmente el de castigarnos, incluso con la muerte y de las formas más crueles imaginables.
¿Puede haber otra conclusión que la necesidad imprescindible y la obligación del Estado de terminar con esa construcción tóxica y asesina de género en los colegios para que ya no envenene a nuestros niños y niñas?
Paradójicamente se judicializa y desacredita este deber estatal. Los tribunales mismos, otro monopolio más del poder masculino, se muestran indecisos y titubean ante lo evidente y urgente, el enfoque de género en los colegios.[6]
Sin embargo, por más que a ratos no lo parezca, el tiempo está a favor de lo justo, necesario y posible. Así lo muestran el marco internacional de Derechos Humanos, que obliga al Perú; los mandatos constitucionales que garantizan derechos; las más de mil doscientas normas legales que reconocen y obligan a reconocer derechos de las mujeres; incluso, los estándares mínimos de género que exige la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el grupo de países desarrollados a los que el Perú trabaja por ingresar, como una meta estratégica.[7]
Estos marcos legales junto con la potente y cada vez más crecida opinión pública a favor de que el Estado garantice los derechos y la vida digna de las mujeres, expresada por ejemplo en las multitudinarias manifestaciones de calle de la campaña “Ni una menos”[8], son las que ha impuesto la propuesta para la paridad y alternancia.
![](https://secureperu.com/celats/wp-content/uploads/2022/06/Imagen_1_Marcha_Ni_una_menos.jpg)
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No se resolverá todo con la paridad y la alternancia, ni con el enfoque de género en los colegios. Ni mucho menos. Quedara siempre todavía más por hacer. Allí está el presupuesto público, para confirmarlo.[9] El pliego presupuestal del Ministerio de la Mujer, órgano rector de la política pública de género, a pesar de incrementos actuales movidos por la indignación pública ante los recientes y brutales casos de feminicidio, aún está muy por debajo de recuperar el monto del año 2011, es decir, de hace ocho años atrás. Sobran comentarios.
No obstante, la paridad y la alternancia, así como el enfoque de género en los colegios serán un necesario gran paso adelante. Uno más en el camino que nadie debe esperar que sea fácil y rápido, el de desmontar nada menos que seis mil años de dominación patriarcal.
Es lo que nos toca lograr, no después, sino precisamente, ahora.
[1] Ver: https://peru21.pe/lima/mujeres-peruanas-dedican-40-horas-semanales-labores-domesticas-remuneradas-66922 (consultada el 8 de octubre de 2018).
[2] Ver: http://www.serperuano.com/2018/06/inei-poblacion-de-peru-somos-31-millones-237-385-peruanos/ (consultada el 8 de octubre de 2018).
[3] Proyectos completos presentados por el gobierno, incluyendo paridad y alternancia, en este link: http://www.leyes.congreso.gob.pe/Documentos/2016_2021/Proyectos_de_Ley_y_de_Resoluciones_Legislativas/PL0318520180809.pdf (consultada el 8 de octubre de 2018).
[4] El detalle de esta y otras “sacadas de vuelta” a la propuesta original de reforma, pueden encontrarse en esta nota: https://www.razon.com.mx/fujimori-clama-que-no-lo-maten/ (consultada el 8 de octubre de 2018).
[5] Texto en versión virtual en este link: https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map45_segato_web.pdf (consultada el 8 de octubre de 2018).
[6] Ver: https://larepublica.pe/sociedad/1301439-enfoque-genero-vez-manos-judicial (consultada el 8 de octubre de 2018).
[7] Ver: https://elcomercio.pe/economia/peru/lejos-ocde-influyen-brechas-genero-406668 (consultada el 8 de octubre de 2018).
[8] Ver: https://rpp.pe/lima/actualidad/ni-una-menos-marcha-contra-la-violencia-a-la-mujer-sera-este-sabado-noticia-1069718 (consultada el 8 de octubre de 2018).
[9]Ver: https://larepublica.pe/sociedad/1254766-plan-nacional-igualdad-genero-nacio-presupuesto (consultada el 8 de octubre de 2018).
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MG. LUCÍA ALVITEZ
Socióloga. Magíster en Estudios de Género y Cultura en América Latina por la Universidad de Chile. Especializada en género, migración y políticas públicas. Ha desempeñado trabajos en el sector público y privado, incluida la docencia. Actualmente es docente en la UNMSM, en CCSS, en la Escuela de Sociología.