Perú
Al iniciar este escrito, venían a mi mente episodios vividos en las aulas universitarias, donde año a año intento construir un proceso de encantamiento de las y los estudiantes, con la investigación social; en mi desafío permanente por interpelarme en los procesos de enseñanza-aprendizaje-desaprendizaje; en diálogos desenvueltos con protagonistas de diversas experiencias, compañeros de ruta, con quienes desenvolvía conversaciones muchas veces largas y cautivantes; y en la elaboración de mi tesis de Maestría, que me generaba más de una duda.
Intentaré exponer reflexiones en voz alta, sobre cómo se investiga, para qué se investiga, desde dónde situarte para investigar, y si es o no necesario un dialogo de saberes al desenvolverla. Son cuatro las provocaciones que se presentan, ensayando un baile en pareja, con distintas cadencias: la primera, permitirá calentar y poner en tensión la relación investigación y su consecuente intervención; la segunda, me llevará a entrar en ritmo y asumir posición desde donde situarnos para investigar; la tercera, acelera el paso y permite anotar cuestionamientos a viejos asuntos hegemónicos; y la cuarta, será la fuga y recupera la experiencia del Grupo de investigación-acción Seminario de Economía social, solidaria y popular.
Empezando a calentar: ¿existe relación entre lo que se investiga y su consecuente intervención?
Para este punto, quiero traer al presente la ponencia que en mis primeros años de docencia universitaria inspiró a seguir el camino que para entonces iniciaba y tenía como norte, la vinculación de las y los estudiantes con un Perú que no es Lima; para entonces mi trabajo con las cooperativas cafetaleras y cacaoteras y en particular con las mujeres, que iban cobrando presencia, se presentaba como oportunidad para vincularse, ahora con la enseñanza en las aulas universitarias y viceversa, aprender desde ellas.
Retomo lo señalado, me refiero a la ponencia presentada por Margarita Rozas, en el Primer encuentro nacional de académicos y profesionales de Trabajo Social del Perú “Fortaleciendo competencias e innovando la intervención profesional”, realizada en el 2013 en nuestra universidad y donde tuve el gusto de conocerla en persona, luego de haberla leído. La misma que buscó vincular las perspectivas de Trabajo Social y la intervención profesional; la formación académica; y la producción de conocimiento en Trabajo Social en el marco de los desafíos y debates contemporáneos. En esta línea, abordó algunas tendencias en perspectivas de “fuerza teórica política y ética, respecto de la formación y de la profesión”.
Su análisis, pertinente y provocador y que comparto en gran medida, pone acento a la demanda social de la profesión de Trabajo Social, mencionando que “puede ser entendida como un proceso construido históricamente en el interjuego de tres componentes: los requerimientos derivados de la interpretación y atención de la “cuestión social” desde el Estado y desde los espacios públicos societales, con sus variantes en los diferentes momentos históricos; el ejercicio de los profesionales en los diversos campos ocupacionales -en el plano académico: la docencia, la investigación y la producción teórica en la disciplina- y la vinculación entre todos ellos”.
Señalaba insistentemente, que para la primera, era importante que en los procesos de aprendizaje, tanto estudiantes como docentes, puedan desandar las distintas formas de institucionalidad social expresadas en cada contexto a partir de un centramiento en el actual, acompañándolos desde una lectura analítica acerca de las condiciones que configuran las organizaciones institucionales al interior de un sistema de producción y reproducción capitalista y del Estado neoliberal, así como sus limitaciones para la práctica profesional.
Una provocación que traía para lo segundo era, que la formación que tiene sustento en proyectos pedagógicos que responden a perspectivas que a veces se explicitan, a veces no; otras que ni siquiera son debatidas por la comunidad académica. Se hace necesario considerar que hay rasgos a preservar y rasgos a recrear en relación a la Identidad profesional, en la línea de no agrandar ni agravar brechas existentes entre práctica profesional y academia. Aún coexisten muchos de los viejos interrogantes de la profesión, así como también diversos discursos, intentando nombrar un Trabajo Social, como si esto fuera posible al interior de un campo como “lo social.”
Para mi experiencia, ambas traducidas en la intersección con el heterogéneo y plural campo de las economías sociales, solidarias, populares, de los cuidados, autogestionadas, etc., con evidencias documentadas en el mundo, aunque no lo suficiente.
Y, para la tercera la cito textualmente: “Hoy en día no sólo el Trabajo Social, sino las Ciencias Sociales en su conjunto, deberían aportar desde el conocimiento, a dar cuenta de la configuración actual del mundo social, intentando develar los fenomenales cambios generados en la vida social a partir de las manifestaciones que la cuestión social tiene en la vida cotidiana de las clases sociales subalternas. Para el caso del Trabajo Social, la investigación a su vez, debe servir para problematizar las cuestiones específicas del ejercicio profesional, en tanto ella tiene cercanía con dichas manifestaciones, entendidas como “problemas sociales”.
En este sentido, la investigación no es un requerimiento academicista, es por el contrario un requisito ético que nos posiciona frente a la realidad con una conciencia de descubrimiento e interpelación crítica. Sin duda, ello implica un acto de ruptura respecto a las lógicas de pensar y construir conocimiento en el sentido positivista, que justifican un orden social al hacer invisible las manifestaciones de “lo social”. Por otro lado, esta corriente teórica ha llevado a la separación entre ciencia y técnica, o, dicho de otra manera, entre teoría y práctica; razón e instrumentalización, generando un entrampamiento de la relación investigación/intervención.
La problematización de esta dicotomía debe ser explicitada, teniendo como base el cuestionamiento de la racionalidad en la crisis de la modernidad y el cuestionamiento del paradigma positivista, entendida como la “gran ciencia” que tiene como base la consideración de que hay una identidad entre sociedad y naturaleza, por la cual el dominio de la vida social, pasa por las leyes naturales que son invariantes (homogeneidad epistemológica)” (2013:14,15).
Esto, ha resonado en mí, todos estos años, logra ser además reafirmado, confrontado y enriquecido en eventos latinoamericanos en los que tuve la posibilidad de asistir en calidad de participante y ponente. Creo que, lo que expongo en los siguientes puntos, representa en mayor o menor medida este análisis puesto en acción, con errores y aciertos.
Considero que un punto crucial en el campo de lo social, es aquella distinción positivista que alienta dicotomías; entre sujeto-objeto, investigador-investigado (y así, en masculino), experto-aprendiz, como dos polos antagónicos, discordantes o discretos, que no es más que la forma de impedir la mercantilización o cosificación de los fenómenos humanos que ocurre en la experiencia investigativa tradicional y en las políticas desarrollistas. Transitar hacia otros rumbos, como apostar por sujetos “sentipensantes”, poner al centro a las personas y la horizontalidad de sujeto a sujeto, que impliquen relación vital y simétrica en el proceso y fines de la investigación social; en una universidad paquidérmica de casi quinientos años, parece imposible.
En nuestra experiencia es posible avanzar a pasitos, con paciencia y en complicidades de colectivo; creemos que un contexto favorable, a la vez que retador, pero no por ello dejar de observarlo con lupa, es la nueva Ley Universitaria, con apenas pocos años de vigencia.
Entrando en ritmo: La posición donde te ubicas, para producir conocimientos y visibilizar sujetos, depende de cómo se enfoque la investigación
¿Sólo debemos investigar lo más demandado? ¿Hay posibilidades de investigar en nuevos campos? ¿Es posible modificar y transformar la realidad tomando en cuenta a la gente y encontrando caminos diferentes de llegar a ella? Responder estas interrogantes provoca recordar a la sabia Mafalda, quien afirma: “Lo ideal sería tener el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho. Así pensaríamos con amor y amaríamos con sabiduría”. Entendemos sus palabras como una invitación a superar la herencia positivista y tener la flexibilidad para recrear nuevas formas de acercamiento a la realidad, otros caminos posibles u otros “cómos” para cercarse a ella y preguntarse desde diversos ángulos.
Los saberes, conocimientos y principios epistemológicos tienen un trasfondo político que guía la perspectiva cognitiva, explícitos o no. Las condiciones históricas permiten el desarrollo de los principios epistemológicos, sitúan al Trabajador (a) Social ante diversas circunstancias, contextos y a su vez contribuyen a actualizar, fortalecer, posicionar la formación, para la mejor lectura de la realidad. Inciden sobre los componentes y condicionantes. La interdisciplinariedad permite al Trabajo Social reconocer el discurso en relación con las disciplinas, responder a un momento histórico y trascender el análisis formal de la intervención, resignificar la fundamentación y formación; narrar la realidad de manera no fragmentada, para resolver articulaciones prácticas concretas, que por su complejidad desbordan las posibilidades de una disciplina.
Esta toma de posición, para decidir qué investigar y cómo abordar la investigación, supone un diálogo interdisciplinario y con la adopción de enfoques transversales, como los que aporta la teoría de género con perspectiva feminista, la reivindicación de derechos y el ejercicio de las ciudadanías, los procesos interculturales y generacionales, la educación popular, entre otras.
Se requiere entonces, cuestionar la visión homogeneizadora de un sujeto único, acorde también con una racionalidad considerada “universal”. Teresa de Lauretis lo explica en los siguientes términos: “La concepción emergente de un sujeto genérico y heterogéneo, definido desde el inicio por su conciencia -de opresión múltiple- es un ejemplo del viraje epistemológico, que ha producido el feminismo. Por viraje epistemológico quiero dar a entender una nueva manera de pensar la cultura, el lenguaje, el arte, la experiencia y el conocimiento mismo que al redefinir la naturaleza y los límites de lo político, se dirige a las mujeres como sujeto social y, al mismo tiempo engendra y asigna género al sujeto del orden político”.
Hoy, el punto de vista de las mujeres resulta esencial en toda conceptualización que busque comprender universalmente al ser humano. El rostro femenino de lo humano, tan desconocido e invisibilizado, viene hoy a enriquecer la visión androcéntrica, puesta en crisis. La presencia subterránea de “lo otro”, como llama Simone de Beauvoir al ser femenino, que debe nombrarse en existencia subordinada, base del patriarcado y que por tanto buscar explicaciones, comprensiones e interpretaciones es relevante, legítimo, urgente y válido.
Así, de acuerdo con Mouffe, “cada agente social está inscrito en una multiplicidad de relaciones sociales especificas de producción, raza, nacionalidad, género, que no pueden ser reducidas ni añadidas a las otras. Cada una de ellas determina subjetividades e intereses y construye referentes discursivos entendidos también como prácticas sociales”.
También será importante sumar desde el campo de las economías sociales y solidarias, que permite identificar procesos, construcciones y mecanismos que perpetúan muchas de las inequidades existentes, que se determinan en el campo de lo económico. Las inequidades de género que se manifiestan en el mundo del trabajo, productivo y reproductivo, remunerado y no remunerado y el trabajo, persiste como un elemento esencial del funcionamiento de la economía y se ve afectado y determinado por las características asumidas por el nuevo orden económico mundializado.
La creciente pauperización de las mayorías a consecuencia de la crisis económica afecta profundamente las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo, las condiciones de vida de las familias y de manera directa a las mujeres. Teresita de Barbieri y Orlandina de Oliveira, destacan tres aspectos centrales:
- a) La intensificación de la participación de las mujeres en actividades del mercado.
- b) El incremento en el volumen del trabajo doméstico y la incorporación de nuevas actividades en este ámbito.
- c) Los cambios en los lazos de solidaridad entre familiares y amigos.
Si hablamos de una de estas economías, quizá la más invisibilizada, por ejemplo, la economía de los cuidados concebida según UNIFEM, 2000, “…como aquellos elementos que cuidan o nutren a las personas, en el sentido de que les otorgan los elementos físicos y simbólicos imprescindibles para sobrevivir en sociedad. Así, el cuidado refiere a los bienes y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en un hábitat propicio”.
Como argumenta Cristina Carrasco (2003): «La dedicación de las mujeres a la familia no está relacionada necesariamente con sus preferencias o su productividad. A menudo les viene impuesta por la renuncia de otros miembros de la familia a colaborar en el trabajo doméstico y las responsabilidades del cuidado de los niños y niñas» (2003:110). La misma expectativa no se sostiene siempre para los padres varones; aunque algunos de mis estudiantes de este ciclo, que están indagando en las “nuevas masculinidades”, refutan esto, quizá si va creciendo, pero lamentablemente aún no como quisiéramos.
Consideramos que toda investigación debería tomar en cuenta la lucha de las mujeres, su insistencia por tomar decisiones con resonancia en su vida personal, social y política, y que configuran un sujeto social femenino que insiste en construir sus identidades a contracorriente, como resultado de revelarse a un destino socialmente asignado y una sociedad altamente tolerante de la violencia basada en género.
Acelerar el paso: cuestionar la epistemología hegemónica
La epistemología no se debe considerar en abstracto, por el contrario, debe responder a problemáticas concretas, reflexiones y prácticas sociales; es decir es la cuestión de la sociedad en la ciencia (aspecto disciplinar) y la cuestión de la ciencia en la sociedad (aspecto profesional).
Partiendo de la premisa anterior, coloco en diálogo inicial a la epistemología con el Trabajo Social y señalo algunos temas considerados importantes a nivel latinoamericano, que pueden aportar al debate entre académicos y profesionales en ejercicio. Toca agregar, que los temas fueron producidos en el XX Seminario Latinoamericano de Escuelas e investigación en Trabajo Social, llevado a cabo en la ciudad de Córdoba- Argentina en el 2012, evento al que asistimos como delegación universitaria docente y que al retorno los analizamos para compartirla. Enlistamos diez puntos, aún vigentes y en pendiente:
- Tomar en cuenta los distintos contextos históricos y sociales, como los procesos políticos que han afectado a la Región (dictaduras, democracias neoliberales, proyectos emancipatorios, etc.), aspectos todos que atraviesan a la educación superior en su conjunto y al Trabajo Social en particular manifestándose a nivel tanto de la formación académica, cuanto en el desempeño docente y profesional.
- La comprensión de la dinámica social en el horizonte de construcción de justicia. De allí se deriva la importancia de construir lineamientos de política de investigación referida a las necesidades de construcción de un país más justo. Ello requiere una batalla cultural que nos permita deshacernos de un habitus frecuente en las y los académicos: ser custodios del silencio y de la verdad.
- Analizar el modelo neoliberal como condición y dispositivo disciplinador que dificulta las posibilidades de pensarse desde un colectivo capaz de aportar a la construcción de proyectos societales y profesionales emancipatorios.
- Recuperar los saberes de los procesos de la reconceptualización ya vividos en Latinoamérica e interrumpidos por las dictaduras y las transiciones democráticas.
- Preguntarnos si la diversidad constituye una fortaleza o una debilidad del Trabajo Social latinoamericano y cuáles serán los núcleos convergentes a partir de los cuales instituir “la unidad en la diversidad”.
- Descifrar los contenidos, sentidos y fundamentos sobre los cuales se levantan proyectos o líneas de investigación, así como iniciativas de extensión de carácter individual o colectivo.
- Reflexionar sobre el carácter del acompañamiento y aporte del TS a las organizaciones de base y las nuevas formas de movimientos sociales y políticos.
- Reflexionar la relación Trabajo Social – Política Pública – demanda ciudadana – empresa privada.
- Cuestionar las lógicas hegemónicas (eurocentrismo, androcentrismo, etnocentrismo, homofobia, etc.) en la base de las políticas públicas y que, en ocasiones, en nuestro ejercicio profesional reproducimos como Trabajadores Sociales.
- Reflexionar la “transdisciplinariedad” como una posibilidad de trascender los saberes fragmentados que no permiten comprender integralmente la realidad.
Es necesario seguir fortaleciendo las Ciencias Sociales en general; pero también es necesario señalar su fragmentación, el debate y las luchas de poder-saber en su interior; así como poner en diálogo y posicionar nuestros propios saberes y conocimientos desde nuestras proximidades con las personas, con las situaciones que acontecen y sobretodo con las soluciones puestas en marcha. Pero, quizá no hemos hecho los suficientes esfuerzos para pensar en cómo producir y generar conocimientos, teorías y metodologías legítimas desde ellos.
Siempre nos recordamos que, desde el Trabajo Social, la producción de conocimientos y saberes debe fortalecer nuestro ejercicio profesional, pero aún sigue en pendiente y recuperamos poco. Esto será posible en la medida que, desde nuestra disciplina y profesión, como docentes, y en vínculo con colegas que ejercen fuera de la academia, animemos procesos de reflexión que no pierdan de vista los contextos socio-económicos y políticos que vivimos en nuestro país globalizado, pero sobre todo en nuestra patria grande, Latinoamérica.
Cierre del baile: recuperar la experiencia del Grupo de investigación-acción
Quiero provocar ahora a partir de presentar primero el maridaje[1] de las prácticas pre profesionales intensivas del X ciclo de estudios que promuevo (con las pocas y pocos estudiantes convencidas en adentrarse en otros espacios territoriales, desde otros abordajes, desde otros enfoques y desde otras relaciones que interconectan lo social y lo económico); y, la experiencia[2] del grupo de investigación-acción Seminario de Economía Social, Solidaria y Popular de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos[3].
En cuanto al contexto experiencial, me refiero al trabajo en organizaciones de las economías solidarias, sociales, populares, comunitarias y sus múltiples expresiones en nuestro país: organizaciones agrarias, mujeres por la seguridad y soberanía alimentaria, cooperativas y asociaciones de pequeños productores agrarios y agroecológicos, organizaciones que venden al comercio justo, etc. y la intervención e investigación que desde ese campo se deriva en los diferentes territorios del Perú profundo, al replantear el carácter económico de su labor no divorciado de lo social, se convierten en espacios estratégicos para formar a las y los estudiantes como profesionales y para investigar.
En cuanto al grupo formalmente reconocido para investigar desde la Universidad pública, me refiero al grupo de investigación-acción Seminario de Economía Social, Solidaria y Popular de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM[4], creado en el 2012, con motivaciones y apuestas individuales de docentes -que convergen en trayectorias de investigación e intervención en el campo de la economía social, solidaria, popular, comunitaria, de las mujeres, etc.- y dan pie a un proceso de institucionalización en permanente desafío de diálogo, con estudiantes y con organizaciones que hacen expresión de estas economías.
Esbozaré algunos elementos que vamos identificando desde las actividades desenvueltas por el Seminario.
Tres grandes esfuerzos: Uno: articular desde la Universidad pública, condiciones y soportes que se materialicen en convenios y alianzas concretas. Dos: ubicarnos en los territorios y procesos regionales y locales que generan exigencias a nuestra profesión y más aún exige interdisciplinariedad/transdisciplinariedad. Tres: visibilizar las necesidades y agendas de las organizaciones, cuyos conocimientos producidos les serán útiles para sus acciones.
Dos grandes desafíos desenvueltos en su gesta de creación. Uno, establecer diálogos con otros (as) docentes, estudiantes y sobre todo con organizaciones y movimientos de estas economías, con la finalidad de iniciar coordinaciones conducentes a establecer vínculos y crear lazos de confianza para trabajar en diálogo; esto suponía aprender y desaprender desde dos lados para acortar distancias. Dos, poner en jaque la verdad académica, afinar la audición para escuchar con apertura, cuestionar mitos, prejuicios, creencias y supuestos, entre otras que iban apareciendo. Y desde el otro: considerar que es posible una universidad diferente que piense en procesos particulares, compartir los saberes que portan y que son producidos desde sus prácticas; otorgando protagonismo a los saberes producidos de uno y de otro lado.
Para todo esto, fue importante la creación del consejo social del grupo de investigación-acción, cuya partida de nacimiento fue suscrita en ceremonia pública en marzo de 2014[5]; a partir de esta fecha se abre una relación intensa y diversa con varias de las organizaciones, expresada en la implementación de prácticas pre-profesionales; elaboración de reportes de investigación acción, tesis, diseño de planes estratégios y formulación de proyectos de desarrollo, desde cursos de las carreras de la Facultad; realización de audiovisuales, actividades de extensión universitaria y proyección social, organización de labores de voluntariado universitario, prácticas pre profesionales, investigaciones con fondos públicos, entre otras. El común denominador de estas actividades es que en todos los casos son puestas en consulta y dialogadas con las organizaciones y movimientos y no sólo determinadas, desde la universidad. Consideramos que estamos registrando un conjunto de actividades que, en el marco de la experiencia, aspiran potencialmente a desenvolver relaciones descolonizadas.
La universidad en el mejor de los casos asume estos saberes como parte del sentido común, y los ubica, desde un canon epistemológico académico universitario eurocéntrico, en un nivel inferior, la universidad, en particular la Latinoamericana, posee predominantemente un carácter monocultural, porque busca en su mayoría reproducir el patrón de dominación moderno colonial eurocéntrica; pero afronta tensiones profundas con sus sociedades, caracterizadas por la heterogeneidad estructural y cultural[6].
Efectivamente, desde mi labor docente, evidencio que la Universidad, actúa muchas veces como enclave que recluta jóvenes que adquieren la condición de universitarios (as) a través de un proceso de formación que los aleja de sus comunidades y lugares de origen, provocando desvinculación y desarraigo. O peor aún contraponiendo de manera expresa los saberes que portan y heredan de sus familias, con los saberes de las comunidades científicas existentes dentro, estableciendo jerarquías con base en modelos y estereotipos foráneos, reproduciendo mecanismos de dependencia cultural, científica y tecnológica. Este conjunto de elementos entra en contraposición con la demanda de reconocimiento creciente que reclaman las varias tradiciones culturales, y los saberes que poseen, existentes en las sociedades latinoamericanas.
Para finalizar, deseo destacar que un imperativo, que orienta nuestro accionar como Grupo de investigación, es ser un espacio donde dialoguen en igualdad de condiciones las diversas tradiciones culturales, tanto las que han sido hegemónicas en el patrón de dominación moderno/colonial, como las perspectivas de conocimiento que habían sido reprimidas o excluidas por este patrón de dominación social que Cesar Germaná denomina “el carácter monocultural de las universidades”. Se trata del principio de la “ecología de saberes” que propone Boaventura de Sousa Santos, el que “consiste en la promoción de diálogos entre el saber científico y humanístico que la universidad produce y los saberes legos, populares, tradicionales, urbanos, campesinos, provincianos, de culturas no occidentales (indígenas de origen africano, oriental, etc.) que circulan en la sociedad. (citado por Germaná)” (Germaná, 2013, p:17).
Referencias Bibliográficas
ALAEITS (2012). Memoria del XX Seminario Latinoamericano de Escuela de Trabajo Social. Desafíos del contexto Latinoamericano al Trabajo Social. Eje temático I: Tensiones en disputa de proyectos societales en América Latina: sus implicancias para la educación superior, las Cencias Sociales y el Trabajo Social. Del 24 al 27 de setiembre, Cordoba. Argentina. En: https://www.yumpu.com/es/document/read/14645287/xx-seminario-latinoamericano-de-escuelas-de-trabajo-social
Carrasco, Cristina (2011): “La economía del cuidado: planteamiento actual y desafíos pendientes”, Revista de Economía Crítica, núm.11, Barcelona, (consultado el 26 de abril 2020), disponible en: http://revistaeconomiacritica.org/sites/default/files/REC11_9_intervenciones_CristinaCarrasco.pdf
Coraggio, J. (2014), “La Economía Social y Solidaria: El papel de las universidades”, ponencia presentada en el seminario: Universidad pública y economías solidarias, organizado por el Seminario de Economía Social, Solidaria y Popular, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos; y el Instituto Hegoa de la Universidad del País Vasco, Lima, 9 de diciembre.
Germaná, C. (2016). “La economía de la reciprocidad y el Buen vivir”, en: Cottyn, H., Jahncke, J., Montoya, L., Pérez, E., Tempelmann, M. Las luchas sociales por la tierra en América Latina. Un análisis histórico, comparativo y global, Lima: Seminario de Economía Social, Solidaria y Popular, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Montoya, L. (2016). “Buen vivir, economías solidarias y universidades públicas en Perú”, en: Revista Cooperativismo y Desarrollo, volumen 24, número 109, Bogotá: Instituto de Economía Social y Cooperativismo (INDESCO), Universidad Cooperativa de Colombia.
Pérez, E. (2018). “Provocaciones, tensiones, disputas y desafíos desde la experiencia de investigación-acción de la universidad pública en clave interseccionada. ¿Cómo generar saberes en diálogo entre “otras economías” y el Trabajo Social?”. En Proyecciones profesionales, académicas y de investigación para el Trabajo Social en América Latina y El Caribe ante el desafíos de la crisis mundial. Memorias del XXII Seminario Latinoamericano y del Caribe de Escuelas de Trabajo Social.
Rozas, M. (2001). La Intervención Profesional en relación a la Cuestión Social. El caso del Trabajo Social. Editorial Espacio – Buenos Aires, Argentina.
Rozas, M. (2013). Ponencia presentada para el Primer encuentro nacional de académicos y profesionales de Trabajo Social del Perú. Fortaleciendo competencias e innovando la intervención profesional. Realizado por la Escuela Profesional de Trabajo Social de la UNMSM, Lima Perú.
[1] Término que en la gastronomía es usado para señalar lo bien que se lleva el combinar una preparación con otra, o con un coctel o vino.
[2] Este trabajo toma como referencia las reflexiones planteadas en artículos presentados por Luis Montoya Canchis y César Germaná Cavero, con quienes fuimos cómplices desde el inicio, sumando desde nuestros quehaceres, nuestras redes, nuestras diferencias y sobretodo nuestra persistencia, apuestas y cariño por esta universidad que nos ve crecer.
[3] Lo paradójico de la experiencia que narramos es que fue desenvuelta en medio de la crisis institucional de la universidad, agudizada de manera extrema entre el 2010 y 2011, en el caso particular de la Facultad de Ciencias Sociales, al no contar con Decano (a) elegido (a) y haber tenido cinco decanos encargadas en el periodo de 2010 hasta el primer semestre del 2016. Recién en julio del 2016 fue elegida una autoridad con voto universal y en el marco de la nueva Ley Universitaria hasta el 2020. Situación generada por las tensiones derivadas de las disputas y correlaciones de fuerza establecidas entre los diferentes grupos docentes y estudiantiles, incluidas las autoridades de la propia universidad, Rector y Vicerrectores, que jugaron un rol determinante en su crisis institucional.
[4]El Grupo de investigación-acción SESSP, es uno de los 450 grupos de la universidad, promovidos desde el Vicerrectorado de investigación y posgrado de la Universidad nacional Mayor de San Marcos. Nace con Resolución Rectoral Nº 03998-R-14-, orientada por tres objetivos: Reflexionar y producir conocimientos sobre la problemática de la economía social, solidaria y popular; formar y entrenar en el manejo de instrumentos teóricos y metodológicos relacionados con procesos de intervención para la economía social, solidaria y popular; apoyar el fortalecimiento de experiencias de gestión local donde organizaciones sociales, culturales, económicas e instituciones públicas y privadas afirmen procesos de construcción de formas de economía social, solidaria y popular.
[5] Realizada en el centro cultural La Casona de la UNMSM, la sede histórica donde fue fundada esta universidad. El consejo social del Seminario y Observatorio de Economía Social, Solidaria y Popular es definido como “un órgano colegiado que cumple un rol de asesoría y facilitador del diálogo, la articulación y la cooperación entre la universidad y las organizaciones y movimientos sociales”. Está integrado por: La Confederación Nacional Agraria (CNA), la Confederación Campesina del Perú (CCP), la Coordinadora Nacional de Pequeños Productores de Comercio Justo del Perú (CNCJ-Perú), la Central Interregional de Artesanos del Perú (CIAP), la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (FENMUCARINAP), el Grupo Red de Economía Solidaria del Perú (GRESP), el Grupo Género y Economía. Un año después (2015) se integra la Central Café y Cacao del Perú; y hacia fines del 2016, dos organizaciones solicitan también sumarse: La cooperativa de ahorro y crédito San Hilarión y la Asociación Nacional de productores agroecológicos (ANPE). Y más recientemente, la Central sindical más grande del país CGTP.
[6] Nos parece necesario ubicar estas tensiones como parte del conflicto entre tendencias de reoriginalización cultural y represión/ reabsorción que Quijano (1997) considera han impregnado nuestra más profunda experiencia histórica, porque no solamente subyace a nuestros problemas de identidad, sino que atraviesa todas nuestra historia, desde el comienzo mismo de la constitución de América, como una tensión continua de la subjetividad, donde el carácter del imaginario y de los modos de conocer y de producir conocimiento son una cuestión abierta y conflictiva.
ELA PÉREZ ALVA Licenciada en Trabajo Social y Magíster en Género, sexualidad y políticas públicas; docente del Departamento académico de Trabajo Social e investigadora titular del grupo de investigación-acción Seminario de Economía Social, Solidaria y Popular (SESSP) de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Activista feminista autónoma y educadora popular.
ORCID Id https://orcid.org/0000-0001-9199-5354
Correo electrónico:
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