“La fortaleza de una familia radica en su capacidad de adaptarse a los cambios y desafíos de la vida”. Carl A. Whitaker
Autora:
Sandra Verónica Orellana Puente, Trabajadora Social y Pedagoga. Magister en Educación Social con mención en Diseño Curricular en la Universidad Mayor de San Andrés La Paz-Bolivia. Licenciada en pedagogía por la UNED de España. Experta en pedagogía y género. Docente universitaria.
Correo: sorellanapuente@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1923-0493.
Resumen
En el presente artículo se han desarrollado conceptos de familia y ciclo vital a partir de ello se han abordado de manera simultánea otros como crisis, tipos de crisis, adaptación familiar, inteligencia, educación emocional e intervención del trabajo social importantes para comprender los momentos de tensión y crisis presentes en el ciclo vital familiar y cómo se suscita el proceso de adaptación familiar ante la presencia de estos.
Para que las familias y sus miembros puedan hacer frente de manera proactiva a las manifestaciones de las crisis que les aquejan cuentan con recursos individuales, familiares e institucionales los cuáles se podrían activar de mejor manera con apoyo de un profesional de trabajo social. Recordemos que el evento familiar estresante por sí solo no genera crisis, estas dependen del significado que se le otorga y su repercusión va a estar relacionada tanto con la capacidad adaptativa de la familia, como con el resto de los recursos con que cuenta la misma.
En la atención individual y familiar que realiza trabajo social es necesario que se incida en la educación emocional para que las familias logren generar respuestas adaptativas ante las crisis y no dejar que estas devasten a los miembros de la familia, por ello, se considera importante orientar las acciones de prevención fundamentalmente al desarrollo de la capacidad adaptativa del sistema familiar.
Palabras claves
Estrategias de afrontamiento, intervención con familias, trabajo social familiar, recursos familiares, capacidades adaptativas.
1. Introducción
En artículo aborda de manera simultánea los conceptos de familia, crisis, adaptación familiar e inteligencia emocional. Ha sido elaborado a partir de la revisión bibliográfica de libros especializados en la temática, así como de artículos científicos de amplia difusión en páginas especializadas, con la finalidad de recopilar, analizar y sintetizar investigaciones existentes sobre la intervención del trabajo social con familias en situación de crisis. Nos hemos enfocado en las fases de ajuste y adaptación ya que éstas son esenciales para gestionar de manera eficaz el impacto de una crisis en la familia. Trabajando en estas fases es posible promover el bienestar integral de los miembros de la familia, se incide positivamente en la dinámica familiar y puede fortalecerse la capacidad de la familia para enfrentar y superar futuros desafíos.
Esta temática se estudió desde la Teoría de Sistemas desarrollada por Von Bertalanffi que afirma que cada subsistema (filial, marital, parento filial) que compone el sistema familiar está en permanente interacción con diferente nivel de complejidad, y si uno de ellos se altera o modifica afecta al sistema familiar en su conjunto, sin embargo, por el principio de homeostasis las familias buscan mantener su equilibrio y estabilidad en sus patrones de interacción, roles y dinámicas. Este equilibrio es necesario para el funcionamiento armonioso y la cohesión del grupo familiar. (Acevedo, L, & Vidal, E., 2019)
Así mismo la teoría de la resiliencia familiar aporta de gran manera “a la comprensión de procesos de reorganización de significados y comportamientos que activa una familia sometida a estrés para recuperar y mantener niveles óptimos de funcionamiento y bienestar, equilibrando sus recursos y necesidades familiares”. (Gómez, E.& Kotliarenco, M. E. 2010, p. 103). Ambas teorías aportan a la comprensión de las manifestaciones de las crisis normativas o de desarrollo y las no normativas manifiestas en el ciclo vital familiar a partir de las categorías de análisis que ambas proporcionan.
El resultado inicial de la revisión bibliográfica ha permitido evidenciar que las conceptualizaciones del término familia son muchas y variadas según el enfoque teórico de la disciplina que las estudia, ratificando ello Suárez, G. (2021) en base a las ideas de Miguel del Fresno García (2011) afirma que la “concepción de la familia ha dejado de ser monolítica, institución adaptativa a los cambios de cada época y que no tenga el mismo significado para todas las personas, es la prueba de la complejidad sociológica”.(parr.12) de ahí el carácter de crisis permanente de ésta institución y la “capacidad de adaptabilidad es la certeza de su continuidad en el tiempo”. (Suárez, G. ,2021, pag. 12)
Las familias tienen características singulares sin embargo comparten rasgos comunes que se señalan a continuación: Representa el primer sistema social de pertenencia de las personas, se hallan unidas por lazos de parentesco, matrimonio o adopción, es decir no solo incluye a aquellos con quienes comparten lazos de consanguinidad, sino también a quienes están unidos por vínculos legales o afectivos. Sus miembros pueden cohabitar un mismo espacio o no, compartir objetivos comunes asumir la responsabilidad de la socialización de sus miembros facilitando a su vez la reproducción de la especie humana. Como cualquier organización social, la institución familiar constituye el espacio vital de formación de sus miembros, es allí donde se construyen las primeras relaciones, experiencias, modos aprendidos de ser, pensar y actuar, por lo que es uno de los canales de transmisión de valores y creencias. (Bezanilla, J.& Miranda, Ma. A.,2013)
Por su estructura las familias pueden ser nucleares (padres e hijos), extendidas (incluyendo abuelos, tíos, primos, etc.), incluso incluir a amigos que son considerados parte de la familia, o asumir diversas formas como las familias homoparentales.
Al igual que el ciclo vital personal las familias también se desarrollan en ciclos o etapas y en cada una de ellas se experimentan cambios o alteraciones en la dinámica familiar dando lugar a crisis de distinta índole. El término crisis puede entenderse como una situación vital que incluye cambios, amenazas o dificultades, que originan desequilibrio personal y que también pueden significar oportunidades de maduración, desarrollo y crecimiento. (Gonzales, I, 2000)
Las que están relacionadas con las etapas del ciclo vital son denominadas normativas, normales de desarrollo o transitorias, “una crisis es transitoria en función de que posibilite o no el paso de una etapa a la otra del ciclo vital y no se refiere en ningún sentido al tiempo de duración de la crisis”. (Gonzales, I, 2000 p. 281)
La dinámica familiar no es lineal, muchas veces es alterada por diversas situaciones que introducen cambios en su estructura y funcionamiento, son “hechos que actúan como fuentes generadoras de estrés como es el caso del divorcio, padecimiento de una enfermedad crónica, o el fallecimiento de un miembro de la familia” (Gonzales, I, 2000 p. 281). De la significación que se le asigne al evento o situación y de los recursos con que cuente la familia para hacerle frente va a depender la incidencia en la dinámica familiar. Los autores las llaman crisis no transitorias o paranormativas.
Debido a que las demandas se acumulan e interactúan entre sí, no se requiere la aparición de un gran y grave evento estresor para que la familia supere su umbral de tolerancia al estrés.
Así como los miembros de la familia son fuentes de demandas también lo son de recursos, más conocidos como capacidades y pueden ser individuales, familiares y también recursos institucionales o de la comunidad.
En síntesis, se puede señalar que las crisis familiares no afectan solo a familias disfuncionales es decir a aquellas donde existe una inadecuada distribución y mantenimiento de los roles asignados, los patrones de interacción y comportamiento entre los miembros son negativos o ineficaces originando un ambiente familiar conflictivo y perjudicial para el desarrollo emocional y psicológico de sus integrantes (Delgado-Ruiz, K. & Barcia-Briones, M., 2020), las crisis son situaciones de cambio, que implican transformaciones en el sistema familiar, pero si la familia es capaz de asimilar estas reestructuraciones, pueden también ser fuente de crecimiento y desarrollo familiar.
Finalmente se ha considerado que el evento familiar, por sí solo, no genera crisis, va a depender del significado que le otorga la familia, y su repercusión va a estar relacionada, tanto con la capacidad adaptativa de la familia, como con el resto de los recursos con que cuenta y logra activar la misma.
El método empleado en el presente trabajo fue el de la investigación documental que se relaciona con el enfoque cualitativo. Este método consiste en la revisión bibliográfica del conocimiento científico existente sobre una temática en particular. Reyes-Ruiz, L. & Carmona Alvarado, F. A., 2020). Con esta finalidad se realizó la revisión de fuentes secundarias disponible en libros impresos y la variada gama de materiales disponibles en la web generados por investigaciones individuales o institucionales. El eje central de búsqueda fue familia, ciclo vital, crisis, estrategias de afrontamiento y capacidades adaptativas.
2. Familia, ciclo vital y crisis
La diversidad de concepciones respecto al término ha variado a lo largo del tiempo conforme se ha ido haciendo más compleja y heterogénea la estructura familiar. Valdivia (2008) citada por Moratto, N., Zapata, J. & Messager, T. (2015) señala que “familia es un grupo de personas que están relacionadas por el afecto, el matrimonio o la filiación, comparten una ideología acerca de la socialización de sus miembros (…)” p. 106.
Hernández, A. (2009) afirma que la familia es un sistema social natural constituido por una red de relaciones sociales que responden a necesidades biológicas y psicológicas inherentes a la supervivencia humana.
Ribeiro, M. (2009) define familia como “un grupo primario formado por padre(s) e hijo(s), y eventualmente otros parientes, unidos entre sí por lazos múltiples y variados, que se apoyan y ayudan de manera recíproca y que cumplen diversas funciones en beneficio mutuo de la sociedad”. (p. 26)
Las características diversas que tienen las familias y que señalan las diferentes definiciones planteadas son rasgos que las hace singulares en un espacio y tiempo determinados. Maganto, (2004) citado por Moratto, N., et al (2015) plantea que, independiente de la composición que tenga la familia, es el primer sistema social de pertenencia de las personas, cohabitan en un espacio, comparten objetivos comunes son responsables de la socialización de sus miembros y, a su vez permiten la reproducción de la especie humana.
La familia es un sistema social natural constituido por una red de relaciones sociales que responden a necesidades biológicas y psicológicas inherentes a la supervivencia humana.
Al igual que el ciclo vital que las personas atraviesan desde el nacimiento hasta su muerte, las familias también cumplen un ciclo vital familiar, mismo que contempla varias etapas y que los autores señalan que se inicia con la constitución de la pareja, nacimiento y crianza, hijos en edad escolar, adolescencia, casamiento y salida de los hijos del hogar (nido vacío), pareja en edad madura y ancianidad. Moratto , N. y otros (2015) las han agrupado en cuatro etapas , la de formación, de expansión, de consolidación y apertura, y la etapa de disolución. Cada una de estas es permeable a influencias que vienen del supra sistema como internas -propias de la dinámica de los subsistemas.
A lo largo del ciclo vital familiar se manifiestan crisis de distinta índole. Según las características con las que se presentan, las mismas las podemos clasificar en crisis normativas y no- normativas. Las crisis normativas están en relación con el ciclo vital de desarrollo de la familia son parte de su evolución, implica procesos de cambio presentes en cada etapa del ciclo vital y sobre todo en la transición de una etapa a otra.
Si bien muchas de estas crisis se presentan como temporales se evidencia la afectación en el funcionamiento familiar ya que se requiere un tiempo de adaptación para enfrentar los nuevos desafíos.
Junto a las crisis normales de desarrollo Valdez, A. (2017) identifica las crisis no normativas circunstanciales o impredecibles que se caracterizan por ser de aparición repentina e imprevisible como la muerte o enfermedad de un miembro de la familia, separación conyugal o pérdida material que requieren respuesta inmediata de parte del sistema familiar. Si bien estas crisis no afectan la estructura familiar el mismo autor afirma que en algunas ocasiones la solución a este tipo de crisis implica un proceso más complejo por involucrar la capacidad de la familia para producir cambios en su estructura, en sus roles y en los sistemas de comunicación empleados.
La familia hace uso de todas sus capacidades homeostáticas para lograr el mantenimiento del sistema y de la dinámica familiar es decir el sistema familiar se resiste para mantener su equilibrio y funcionar en forma adecuada ante las demandas o exigencias del entorno (estresores y tensiones).
Tanto las crisis evolutivas como las crisis inesperadas son vivenciadas por las personas y familias de maneras distintas. Dependiendo de los recursos y de las experiencias vividas, habrá familias que puedan pasar por estos períodos de cambio con mayor facilidad y capacidad de adaptación respecto a otras que se consideran frágiles e imposibilitadas para hacerles frente.
3.Fase de ajuste, crisis y adaptación familiar
A lo largo del tiempo, las familias atraviesan por ciclos repetitivos de ajuste crisis- adaptación, como consecuencia de crisis normativas (propias del ciclo vital) o por la aparición de estresores no-normativos (eventos inesperados), circunstancias que desencadenan en crisis debido a que estas demandas exceden, al menos transitoriamente, las capacidades de respuesta de la familia.
La fase de ajuste y adaptación están separadas por la de crisis, esta fase constituye un momento estable en el que se presentan cambios mínimos relativamente predecibles la familia afronta las demandas con las capacidades individuales y familiares que han desarrollado lo que le permite cumplir con las tareas y objetivos del ciclo vital.
Los estados de desequilibrio llamados también crisis se manifiestan cuando la naturaleza o el número de demandas exceden las capacidades de respuesta individual o familiar. La significancia que se le da al estresor o a las capacidades de respuesta también determina la magnitud de la crisis.
En la fase de adaptación, las familias intentan recuperar y sostener sus dinámicas y relaciones familiares, para lo cual juegan un papel importante los recursos ya disponibles y el reconocimiento de la necesidad de adquirir otros, de acuerdo con las características de la crisis, y los requerimientos propios de cada grupo familiar, para lograr afrontarla exitosamente; es decir, las familias se concentran en la disminución de las demandas y en la resignificación de la situación. (Valencia, S. ,2020, p. 172).
Fig.1: Factores que interactúan entre las fases de ajuste y adaptación
Fuente: Elaboración propia
Una demanda es ocasionada por uno o varios estímulos (o situaciones) que induce cambios en el sistema familiar y en los subsistemas que lo componen. Estos sucesos son percibidos como una amenaza o un desafío tensionante hasta el momento que el sistema moviliza sus capacidades para responder a dicha exigencia.
A lo largo del tiempo, las familias atraviesan por ciclos repetitivos de ajuste crisis- adaptación, como consecuencia de crisis normativas (propias del ciclo vital) o por la aparición de estresores no-normativos (eventos inesperados).
Los cambios que ocurren durante el transcurso de las diferentes etapas de ciclo vital individual o familiar constituyen los denominados estresores normativos, a diferencia de los no-normativos que son aquellos que ocurren súbitamente como catástrofes, muertes súbitas, desastres naturales y otros.
Cuando no existen las capacidades para enfrentar las exigencias sobreviene un estado de estrés que, según Hernández, A. (1997) citado por Valencia, S. (2020) no es la presencia de un evento o demanda, sino el desequilibrio real o manifiesto entre demanda y capacidades de afrontamiento por ello es preciso realizar una diferenciación entre estresor y tensión, los estresores ocurren como eventos y generan cambios y las tensiones no comienzan en un momento específico, sino que aparecen de forma sigilosa. Las demandas generan tensión hasta el momento en el que el sistema moviliza alguna capacidad para responder a dicha exigencia. (Valencia, S., 2020)
El sistema familiar afronta demandas de variada índole, éstas se acumulan e interactúan entre sí, no se requiere la aparición de un evento grave para que la familia supere el umbral de tolerancia al estrés. Así como los estresores y tensiones que impactan sobre la familia cambian en forma permanente por razones evolutivas, situacionales, culturales y sociales, lo propio sucede con los recursos y capacidades lo que se refleja en la cantidad y el tipo de demandas a las que puede o no responder la familia. (Valencia, S. ,2020)
Así como los miembros de la familia son fuentes de demandas también lo son de recursos, estos reconocidos como capacidades pueden ser individuales y familiares. Entre los recursos individuales y familiares están los siguientes:
Cuadro 1. Recursos individuales y familiares
| Individuales | |
| Inteligencia | Facilita la identificación y comprensión de las demandas. Se asocia con mayor pericia para afrontarlas. |
| Rasgos de personalidad | Sentido del humor, extroversión, versatilidad y otros que favorecen el uso eficaz de las estrategias de afrontamiento. |
| Salud física y emocional | Facultades y la energía personal disponible para enfrentar las demandas. |
| Autoestima | Juicio positivo sobre la valía. |
| Familiares | |
| Cohesión | Denota el vínculo de unión mantenido a través de la vida familiar, la confianza, el aprecio, el apoyo. La integración y el respeto a la individualidad. |
| Adaptabilidad | Capacidad que tiene la familia para afrontar los obstáculos que se le presentan. |
Fuente: Elaborado en base a la propuesta de Patterson (1988) citado por Hernández, A. (1997)
Finalmente están los recursos de la comunidad, que son todos los grupos, instituciones o esferas de relacionamiento externo a la familia, a los cuales la familia puede acudir y obtener la ayuda necesaria para afrontar las diferentes demandas que tenga el sistema familiar.
4. Estrategias de afrontamiento
Macías, M., Madariaga, C., Valle, M. & Zambrano, J. (2013) denominan estrategias de afrontamiento a los recursos psicológicos que el sujeto pone en marcha para hacer frente a situaciones estresantes (…) sirven para generar, evitar o disminuir conflictos en los seres humanos, atribuyéndoles beneficios personales y contribuyendo a su fortalecimiento. (p.125).
El despliegue de las estrategias para afrontar crisis normativas o no-normativas se desarrollan de forma individual y familiar.
En este marco se reconoce el rol que el sistema familiar cumple en la formación y fortalecimiento de actitudes, costumbres y valores que inciden en el desarrollo personal, social y cognitivo de todos los miembros de la familia con la finalidad de afrontar crisis normativas o no-normativas, para mantener, y/o recuperar el equilibrio y garantizar el bienestar de sus miembros.
Así como los miembros de la familia son fuentes de demandas también lo son de recursos, estos reconocidos como capacidades pueden ser individuales y familiares.
Ese desarrollo formativo se da en tres esferas la afectivo- emotiva, cognitivo-productiva, y conativo-volitiva.
Fig. 2 Esferas del desarrollo formativo familiar
Fuente; Elaboración propia
4.1 Estrategias de afrontamiento individual
Las estrategias de afrontamiento individual se relacionan con la dimensión social del ser humano y forma parte de los recursos psicosociales que le ayudan a tener mayor control sobre situaciones estresantes, “busca tolerar, minimizar, aceptar o ignorar aquello que sobrepasa sus capacidades, ya sea resignificando el estímulo, a través de las acciones, pensamientos, afectos y emociones que el individuo utiliza a la hora de abordar la situación desbordante”. Macías, M., Madariaga, C., Valle, M. & Zambrano, J. (2013, p. 128). Las personas que saben identificar sus emociones, gestionarlas y comunicarlas son más propensas a desarrollar estrategias de afrontamiento válidas.
4.2 El manejo de las emociones como estrategia de afrontamiento
Goleman, D. (1996) & Bisquerra, R. (2000) señalan que las emociones son procesos extremadamente importantes para la vida, ayudan a responder efectivamente ante situaciones de emergencia, realizar con efectividad variedad de actividades imprescindibles para una vida adaptativa.
Seligman M. (2005) citado en Contreras, F. & Esguerra, G. (2006) señala que las personas felices son más sociables, mientras que las personas con alto grado de pesimismo tienden a deprimirse cuando se presentan contratiempos resultando en consecuencia relaciones interpersonales inestables.
Un control efectivo de las emociones puede garantizar la prevención de agresión, violencia, maltrato en la familia hasta la ocurrencia de feminicidios.
4.3 Trabajo social y los principios para el desarrollo de la inteligencia emocional
La inteligencia emocional se fundamenta en ocho principios necesarios de conocer y aplicar en la intervención profesional.
Cuadro 2. Trabajo social y los principios para el desarrollo de la inteligencia emocional
| Autoconocimiento | Capacidad para conocerse uno mismo, saber los puntos fuertes y débiles que todos tenemos. |
| Automotivación | Habilidad para realizar cosas por uno mismo, sin la necesidad de ser impulsado por otros. |
| Empatía | Competencia para ponerse en los pies de otros, es decir, intentar comprender la situación del otro. |
| Habilidades sociales | Capacidad para relacionarse con otras personas, ejercitando dotes comunicativas para lograr un acercamiento eficaz. |
| Asertividad | Saber defender las propias ideas no respetando la de los demás enfrentarse a los conflictos en vez de ocultarlos, aceptar las críticas cuando puedan ayudar a mejorar. |
| Proactividad | Habilidad para tomar la iniciativa ante oportunidades o problemas responsabilizándose de sus propios actos. |
| Creatividad | Competencia para observar el mundo desde otra perspectiva
Diferente forma de afrontar y resolver problemas. |
Fuente: Elaborado en base a García, M. y Giménez, S (2010)
En familias con inteligencia emocional desarrollada y fortalecida todos sus miembros han aprendido a expresar sus emociones, a comprender las emociones de los demás, en consecuencia, han desarrollado un buen clima de comunicación y confianza.
3.4 Trabajo social con familias en crisis normativas y no normativas
El trabajo social desempeña un rol importante en el apoyo a las familias que atraviesan situaciones de crisis sean estas normativas y no normativas. Recordemos que las crisis normativas son transiciones previsibles en el ciclo de vida de una familia en cambio las crisis no normativas son eventos inesperados que pueden desestabilizar gravemente la dinámica familiar. En ambos casos la intervención del trabajo social comparte ciertos principios fundamentales que varía según la naturaleza de la crisis.
Los trabajadores sociales realizan atención en crisis, brindan consejería o realizan mediación para ayudar a las familias a manejar el estrés y la ansiedad asociados con estas transiciones facilitando la adaptación al cambio y si las demandas familiares exceden las competencias institucionales se vinculan a las familias con recursos de la comunidad que pueden ser servicios de salud, programas educativos o grupos de apoyo que proporcionen una red de seguridad durante la transición.
Por otro lado, los eventos inesperados, no planificados que constituyen las crisis no normativas generan un impacto perturbador en la vida familiar, la intervención profesional comienza con una evaluación inmediata y detallada de la situación y sus impactos en la familia, se determinan las necesidades urgentes y prioritarias, proporcionando asistencia inmediata en función a la demanda. La contención emocional y la atención en crisis es importante para trabajar con las familias el manejo del trauma inicial. Además, los trabajadores sociales facilitan la conexión con recursos adicionales a largo plazo, como grupos de apoyo, asesoramiento financiero, o programas de rehabilitación. Este enfoque multifacético ayuda a la familia a reconstruir su vida y adaptarse a una nueva normalidad.
En ambos casos se realiza una evaluación exhaustiva para entender el impacto de la crisis y las necesidades de la familia. El apoyo emocional y la consejería son fundamentales en ambos casos para ayudar a la familia a manejar el estrés y adaptarse a los cambios. Asimismo, la referencia a recursos comunitarios es una estrategia común para proporcionar apoyo adicional y fortalecer la red de seguridad de la familia.
Conclusiones
- Las crisis familiares no siempre tienen consecuencias negativas, ni son referidas siempre a circunstancias traumáticas, sino que están relacionadas con acontecimientos normales del desarrollo familiar. Si la familia puede asimilar y adaptarse a los cambios, estas pueden ser fuentes de desarrollo y fortalecimiento.
- Un evento familiar estresante por sí solo no genera crisis, depende del significado que le otorga la familia y su repercusión va a estar relacionada tanto con la capacidad adaptativa de la familia, como con el resto de los recursos con que cuenta la misma. Por ello, las acciones de prevención estarían orientadas fundamentalmente a fomentar la capacidad adaptativa de la familia.
- Las crisis familiares son diversas y pueden en cambios normales en el ciclo vital hasta eventos inesperados. Cada tipo de crisis requiere una estrategia de intervención específica y adaptada a las particularidades de la situación.
- El trabajo con familias es importante, a partir de la identificación del tipo de crisis familiar el profesional está capacitado teórica y metodológicamente para apoyar a las familias en la búsqueda de las mejores soluciones a su problema movilizando los recursos individuales, familiares y los que ofrece la comunidad.
- Promover el desarrollo de la inteligencia emocional dentro de la familia no solo ayuda en la gestión de crisis, sino que también mejora la comunicación y las relaciones interpersonales, fortaleciendo el bienestar general del grupo familiar.
Referencias
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- Moratto, N., Zapata, J. & Messager, T.(2015). Conceptualización de ciclo vital familiar: una mirada a la producción durante el periodo comprendido entre los años 2002 a 2015. Revista CES Psicología.8(2).pp.103-121. https://www.redalyc.org/pdf/4235/423542417006.pdf
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- Valdez, A. , Vera, J. A, Urias , M. & Ochoa J. M.(2017). Familia y crisis. Estrategias de afrontamiento. 2da Edición Clave Editorial.
- Valencia, S. (2020) Crisis familiares: una oportunidad para transitar de la catástrofe y el caos, al despliegue de capacidades para el cambio. REVISTA DIVERSITAS – PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA. 16 (1) pp. 169-180
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