Desigualdades de género y crisis de los cuidados: implicancias para el trabajo social latinoamericano

“El trabajo (no pagado) de cuidados que realizan las mujeres, sostiene el mundo”. @sororamx

Autora:

Rebeca Dolores Centeno Orozco. Doctora en Ciencias Sociales con mención gerencia por la Universidad Autónoma de Nicaragua, Máster en Perspectivas de Género y Desarrollo, graduada por la Universidad de Barcelona. Licenciada en trabajo social por la Universidad Centroamericana de Managua. Consultora experta en género y en proyectos de cooperación para el desarrollo de la igualdad de género. Docente universitaria.

Correo: centeno.rebeca@gmail.com

Resumen:

En este artículo se exponen aproximaciones conceptuales y reflexiones sobre las desigualdades que conlleva el reparto social de tareas entre mujeres y hombres debido a la construcción social de género. Se examinan los cuidados, es decir, tareas que se realizan en los hogares principalmente por las mujeres de manera no remunerada o por trabajadoras domésticas y en menor medida son brindadas en servicios públicos o privados. Dichas actividades hacen posible la reproducción social.

Con esta revisión se pretende aportar al conocimiento sobre los nexos entre: estado, hogares y mercado como categorías sociales que entrañan relaciones de género, pretende motivar el análisis y reflexión en torno al papel del estado y su responsabilidad de satisfacer necesidades de grupos de población. Es en este campo -entre el Estado y la ciudadanía- que se ha situado el quehacer del trabajo social, por tanto, estas reflexiones plantean desafíos para los espacios académicos de enseñanza de esta profesión y para el diseño de políticas sociales.

Palabras claves:

Sistema de cuidados, crisis de cuidados, protección social, desigualdad de género, economía del cuidado, trabajo social.

1. Introducción

En las siguientes páginas se analiza la construcción social de género y la economía del cuidado, así como sus implicaciones para la sostenibilidad de la vida situadas en un marco de responsabilidad de los estados en el diseño y gestión de políticas públicas sobre protección social.

Para la profesión del trabajo social estas reflexiones se constituyen en objeto de análisis dado que la vida cotidiana se interpreta a partir de enfoques económicos que toman como objeto de estudio la forma cómo la sociedad se organiza para los procesos de producción, distribución y consumo de mercancías. Desde esta perspectiva, el pensamiento feminista desde las ciencias económicas ha fundado un nuevo paradigma de interpretación en donde se vincula el ámbito productivo y el ámbito reproductivo.

Mediante los asertos de la economía feminista el trabajo de cuidados debe ser objeto de las políticas públicas. Dicho trabajo, debido a la construcción social de género, ha sido históricamente asignado a las mujeres y considerado como parte de un orden natural y no de un orden social. Por tanto, al no ser reconocido ni valorado, se reproducen las desigualdades de género en una región desigual como es América Latina.

Por ello, corresponde al trabajo social analizar la demanda de cuidados de grupos de población como la niñez, personas adultas mayores, personas con discapacidad y la oferta de servicios de cuidados. Así también, formular políticas públicas con equidad de género y gestionar mecanismos estatales para asegurar la sostenibilidad de la vida.

Desde una perspectiva de derechos, las actividades de cuidados conllevan relaciones de poder injustas, dado que las responsabilidades de cuidados recaen principalmente en las mujeres. Se trata de un sistema estructurado de tal forma que la sobrecarga de trabajo es vista como parte del rol natural de las mujeres e inherente a su feminidad o lo que se espera de ellas en un contexto sociocultural como el latinoamericano. En estas actividades de cuidados el involucramiento de los hombres es escaso y el Estado como actor responsable del bienestar no ha generado la suficiente oferta de servicios de cuidados.

Así también, en un contexto de crisis de los cuidados ante el aumento de la demanda de personas que requieren cuidados y la deficiente oferta de servicios, se enfatiza en el papel del Estado para promover políticas públicas y mecanismos institucionales para que las personas que requieran cuidados puedan recibirlos como un derecho y las personas que realizan actividades de cuidados de manera remunerada puedan ejercer dicho trabajo en condiciones laborales dignas. El análisis entre oferta y demanda de cuidados es parte del objeto de estudio de la Economía del cuidado, tema que este artículo contribuye a su comprensión.

Desde una perspectiva de derechos, las actividades de cuidados conllevan relaciones de poder injustas, dado que las responsabilidades de cuidados recaen principalmente en las mujeres.

2. Desigualdades y normas de género

La categoría de género se constituye en un paradigma de explicación de la subalternidad histórica de las mujeres, aleja a lo considerado “femenino” y “masculino” de un orden natural y los define como construcciones sociales.

Las relaciones de género son estructuradas por la sociedad y de acuerdo con el sexo biológico hombres y mujeres desempeñan papeles, roles y funciones específicas. Se establecen normas de género las cuales definen lo que se espera o acepta de hombres y mujeres en un contexto sociocultural determinado.

Las normas de género traen de manera intrínseca desigualdades para las mujeres y niñas dado que sufren violencia en general, y no acceden a los mismos recursos para el desarrollo en relación con los hombres. Según ONU Mujeres & UNICEF. (2023, septiembre) en América Latina y el Caribe, las niñas y las mujeres enfrentan discriminación, pobreza y la violencia, incluyendo casos de explotación sexual y feminicidio. Así también, a medida que las niñas avanzan en su educación, disminuye la probabilidad de terminar con éxito sus estudios. En promedio, sólo el 70 por ciento de las adolescentes logran completar la educación secundaria superior en la región, y algunos países reportan tasas tan bajas como el 25 por ciento, esto es debido a las causas estructurales subyacentes, incluyendo las normas de género profundamente arraigadas.

El acceso a la educación por parte de las niñas y adolescentes está determinado por las normas de género las cuales definen que el ser mujer es llevar consigo la responsabilidad del cuidado de los miembros del hogar. En situaciones de pobreza las niñas no continuarán sus estudios y justamente la dedicación al trabajo doméstico es una de las principales barreras para permanecer en la escuela, particularmente cuando ocurren embarazos adolescentes.

Las desigualdades de género están interrelacionadas con otros factores de exclusión social como son la condición económica, la etnia, la edad, el estatus migratorio, el lugar de nacimiento, o la discapacidad lo que aumenta las barreras para el acceso de los recursos para el desarrollo.

Corresponde al trabajo social analizar la demanda de cuidados de grupos de población como la niñez, personas adultas mayores, personas con discapacidad y la oferta de servicios de cuidados. Así también, formular políticas públicas con equidad de género y gestionar mecanismos estatales para asegurar la sostenibilidad de la vida

3. La crisis de los cuidados, la evidencia de las desigualdades históricas

En América Latina se está produciendo una crisis de carácter multidimensional cuyas manifestaciones se evidencian en las profundas desigualdades que las economistas feministas en el ámbito de la academia han estado alertando. La crisis en su dimensión económica se manifiesta en la dificultad de sostener la vida misma, los indicadores económicos y sociales referidos al bienestar de las personas presentan rezagos, lo cual se agudizó en el contexto de la pandemia del COVID, por ello, las metas fijadas por la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y su plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad son difíciles de alcanzar.

La dimensión de la crisis referida al medioambiente es latente en el impacto del cambio climático que ha dejado a poblaciones sin sus medios de vida y el progresivo deterioro del sector productivo agrícola hasta el punto del hambre y la inseguridad alimentaria en algunos territorios como el corredor seco centroamericano.

Podríamos decir que la crisis en su dimensión económica y social corresponde a las “viejas desigualdades”, mientras que el impacto del cambio climático se relaciona más a “nuevas desigualdades”. Así también, una “nueva” desigualdad se puso al descubierto en el contexto de la pandemia del COVID-19 referida a los nexos entre el ámbito productivo monetario y el ámbito reproductivo, entendido como las actividades y tareas que sostienen y reproducen la vida de los seres humanos. Se le ha nombrado la crisis de los cuidados porque la sostenibilidad y reproducción de la vida se ha puesto en entredicho debido a la sobrecarga de trabajo de las mujeres, la creciente demanda de cuidados y la escasa oferta de servicios para satisfacerla.

Según la OIT (2022) en el contexto de la pandemia del COVID en América Latina y el Caribe en términos absolutos, los puestos de trabajo masculinos perdidos en el primer semestre del 2020 (alrededor de 26 millones) se recuperan hacia el tercer trimestre de 2021, pero de los 23,6 millones de puestos de trabajo femeninos que se perdieron sólo se recuperaron 19,3 millones. Ello significa que aún falta recuperar algo más de 4 millones de puestos de trabajo femeninos. De esa forma, las mujeres vieron afectada su autonomía económica por dos vías: el incremento en la carga de trabajo no remunerado que reduce su participación laboral y la mayor contracción del empleo.

El logro de la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas es parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), entre las metas establecidas destacan la erradicación de todas las formas de discriminación de género y el reconocimiento y la valoración del trabajo de cuidado no remunerado. Uno de los indicadores que evidencian las desigualdades de género es el uso del tiempo, lo cual se mide a través de encuestas de hogares. Según CEPAL (2023) la información que suministran las encuestas de uso del tiempo permite comprobar que, en la región, las mujeres destinan más tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, tal como se muestra en el gráfico 1.

Gráfico 1: América Latina (18 países): proporción de tiempo dedicado a quehaceres domésticos y cuidados no remunerados, según sexo (En porcentajes)

Gráfico, Gráfico de barras

Descripción generada automáticamente

Fuente: CEPAL. (2023) Repositorio sobre uso del tiempo de América Latina y el Caribe

La sobrecarga de trabajo no remunerado que asumen las mujeres se constituye en una barrera de carácter estructural, es la forma de reproducción de un sistema que afecta considerablemente la vida de las mujeres dado que les restringe en su autonomía económica y su inserción en el mercado laboral.

Según la Organización Internacional del trabajo (OIT, 2024) El trabajo de cuidado no remunerado es un aspecto esencial de la actividad económica y un factor indispensable para el bienestar de las personas. Los cuidados son centrales para la vida y para el funcionamiento de las economías, los mercados de trabajo y las sociedades.

Como resultado de las normas sociales de género, el cuidado de la familia es considerado como un ámbito que le corresponde a las mujeres y ellas asumen una doble carga de trabajo -remunerado y no remunerado- que limita sus oportunidades en el mundo del trabajo.

En esa línea de análisis, la Comisión Económica para América Latina [CEPAL] (2021) se refiere a la crisis de los cuidados como la desigual distribución del trabajo doméstico y de cuidados entre varones y mujeres, y al déficit de cuidados que enfrentan los países. Dicha crisis tiene una dimensión demográfica la cual se explica en que se ha alargado la esperanza de vida en América Latina por tanto aumenta el porcentaje de población que requiere de cuidados. Así también, en su dimensión económica la crisis se explica por el incremento de la tasa de actividad, lo que da como resultado que existen más personas que requieren de cuidados y menos personas que están disponibles para hacerlo.

La sobrecarga de trabajo no remunerado que asumen las mujeres se constituye en una barrera de carácter estructural, es la forma de reproducción de un sistema que afecta considerablemente la vida de las mujeres dado que les afecta en su autonomía económica y les restringe su inserción en el mercado laboral.

En los debates feministas la crisis de los cuidados se explica porque para las mujeres se agrava la tensión existente entre tiempo para cuidar y tiempo para trabajar de forma remunerada. Argumenta Pérez Orozco, A. (2005) que es preciso entender estas relaciones como fracturas socioeconómicas por las que escapan las tensiones hasta ahora ocultas del sistema en que vivimos, síntomas de un proceso de reorganización en la forma de cubrir la necesidad de cuidados de la población.

Pérez Orozco. A (2005) explica que la crisis de los cuidados es un problema socioeconómico de primer orden que afecta al conjunto de la población y que sólo puede percibirse en toda su magnitud si dejamos de centrar la visión en los mercados y lo monetizado y en cambio situamos como categoría analítica básica la sostenibilidad de la vida, es decir, si buscamos comprender las formas en que cada sociedad resuelve sus problemas de sostenimiento de la vida humana.

Los debates generados sobre la crisis multidimensional, sus efectos en los hogares y en las mujeres producen importantes ejes de análisis porque el sistema económico es interpelado por los asertos de la Economía feminista. La sostenibilidad de la vida y la consideración que las relaciones de poder de género están imbricadas en el sistema económico son los principales argumentos de los asertos feministas. El sistema económico dominante ha velado por el funcionamiento del mercado y no por el bienestar de las personas, al entrar en crisis, las medidas para enfrentarla se encaminan a mejorar su funcionamiento. Los efectos en las personas en sus hogares y en la vida misma no son de preocupación global.

La noción feminista de sostenibilidad de la vida alude a un proceso con dimensiones objetivas/materiales, pero también a dimensiones subjetivas relativas al cuidado de los miembros de los hogares por las mujeres, el cual es parte del orden de género considerado como natural y no social. Por tal razón, cuando las mujeres se insertan en el mercado laboral, recurren a otras mujeres para que éstas cuiden de sus hogares ya sea de forma remunerada (contratación de mujeres en la ocupación de Trabajadoras domésticas), a las de su familia o a redes de vecinas o amigas. Se constituye entonces, las cadenas de cuidados tanto a nivel nacional como transnacional.

A su vez, el papel del Trabajo doméstico remunerado en las cadenas de cuidados está estrechamente relacionado a la manera cómo las sociedades organizan el cuidado de sus miembros, es lo que se denomina: Organización social del cuidado la cual es considerada desde la perspectiva feminista, como la base de los modelos económicos.

4. La economía del cuidado y la sostenibilidad de la vida

En términos generales, la Economía del cuidado se refiere al espacio de actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las personas. Asociarle el término cuidado al concepto de economía implica concentrarse en aquellos aspectos de este espacio que generan, o contribuyen a generar valor económico. Se trata de aquellos elementos que cuidan o “nutren” a las personas, en el sentido que les otorgan los elementos físicos y simbólicos imprescindibles para sobrevivir en sociedad (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer [UNIFEM], 2000). “Así, el cuidado refiere a los bienes y actividades que permiten a las personas alimentarse, educarse, estar sanas y vivir en un hábitat propicio. Lo que particularmente interesa a la economía del cuidado es la relación que existe entre la manera cómo las sociedades organizan el cuidado de sus miembros y el funcionamiento del sistema económico” (Rodríguez Enríquez, Corina 2007 p. 230).

CEPAL (2020) argumenta que uno de los grandes aportes de la economía feminista es la concepción del cuidado desde una perspectiva transversal y articuladora en las sociedades modernas, lo que se refleja en las labores de los hogares y las comunidades para la reproducción de la fuerza de trabajo como en las actividades situadas en los mercados, el empleo y la prestación de servicios públicos. Define a la Economía del cuidado como un espacio de bienes, servicios, actividades, relaciones y valores relativos a las necesidades relevantes para la existencia y reproducción de las personas.

Indica la Organización Internacional del Trabajo [OIT] (2021) que la economía del cuidado está creciendo a medida que aumenta la demanda de cuidado de los niños y de las personas de edad en todas las regiones, por lo que creará numerosos empleos en los próximos años. Sin embargo, el trabajo de cuidados en todo el mundo sigue estando caracterizado por la falta de beneficios y protecciones, por bajos salarios o nula compensación, y por el riesgo de sufrir daños físicos y mentales y, en algunos casos, abuso sexual.

  1. Necesidad de sistemas integrales de cuidados como parte de la protección social

En el marco de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, los Gobiernos han aprobado una serie de acuerdos que incluyen medidas sobre el diseño de políticas para el cuidado y el llamado a la corresponsabilidad de cuidados entre el Estado, el sector privado, las familias y la comunidad. Se trata de acuerdos que promueven la generación de información sobre el uso del tiempo y el trabajo dedicados al cuidado, así como sobre su valor económico, y el compromiso de desarrollar sistemas integrales de cuidado desde una perspectiva de género, interseccionalidad, interculturalidad y derechos humanos. Desde la mirada de los derechos humanos, se introduce el concepto del derecho al cuidado como un derecho cuya garantía y protección es una de las principales obligaciones de los Estados Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2022).

Actualmente, en América Latina se está promoviendo la creación de sistemas integrales de cuidados como parte de la protección social y surge como respuesta a la crisis de cuidados.

ONU Mujeres y CEPAL (2020) señalan que los sistemas nacionales integrales de cuidados deben de entenderse como pilar de la protección social y los definen como un conjunto de políticas para la creación de una nueva organización social cuyo objetivo es cuidar, asistir y apoyar a las personas que requieren de cuidados de tal manera que se constituyan modelos de cuidados corresponsables no solamente entre hombres y mujeres, sino también entre el Estado, el mercado, la comunidad y los hogares.

Actualmente, en América Latina se está promoviendo la creación de sistemas integrales de cuidados como parte de la protección social y surge como respuesta a la crisis de cuidados.

En el ámbito normativo, A. Güezmes García y M. N. Vaeza (2023) analizan los instrumentos internacionales de derechos humanos y la referencia a temas del cuidado a nivel constitucional en los países de la región, así como los marcos normativos nacionales y las leyes sobre sistemas integrales de cuidados, licencias maternales, paternales y parentales, leyes de protección a la lactancia y normativas de servicios de cuidados. Estas autoras presentan conclusiones dentro de las cuales se resaltan: En mayor o menor medida, los países de la región están debatiendo e implementando acciones relativas al cuidado. Existe un reconocimiento del cuidado como un derecho humano, es posible distinguir el papel central del Estado y los distintos actores, quiénes son las y los titulares del derecho al cuidado; quiénes son las y los titulares de los deberes; cuáles son los mecanismos de exigibilidad del derecho al cuidado, y cuáles son las medidas destinadas a reducir las desigualdades y brechas en el acceso y disfrute de este derecho.

5. Implicancias para el trabajo social

  • Las políticas públicas sobre cuidados como parte de los sistemas de protección social son asignaturas pendientes en la región latinoamericana. En este campo, entre el Estado y la ciudadanía, se ha situado el quehacer del Trabajo Social.
  • Desde sus inicios, la profesión de trabajo social ha identificado las necesidades de diversos sectores de la población en distintos contextos socioeconómicos, políticos y culturales. En el marco actual de crisis de cuidados se exigen nuevas formas de intervención debido a las desigualdades de género presentes.
  • Es necesario desarrollar diagnósticos institucionales y comunitarios para estudiar el balance entre la demanda y la oferta de servicios de cuidados. Asimismo, es pertinente explorar la posibilidad de generar oferta de servicios desde las comunidades, donde los profesionales del trabajo social son clave para la gestión, planificación y ejecución de dichos servicios.
  • El trabajo social puede desarrollar modelos de gestión de políticas sociales de cuidados. Esto no solo se debe a sus capacidades profesionales, sino también a su objeto de intervención basado en la satisfacción de las necesidades de grupos vulnerables, siendo que en este caso las mujeres cuidadoras.
  • El aprendizaje desde la práctica debe ser un elemento central que debe nutrir los mecanismos estatales de respuesta ante el déficit de cuidados. La capacidad de analizar la oferta y demanda de cuidados, así como la forma de satisfacerla presenta al trabajo social una valiosa oportunidad para generar conocimientos, diseñar intervenciones acertadas y elevar el perfil de ciencia social.

6. Conclusiones

  • El tema de los cuidados ha cobrado especial relevancia en América Latina debido a las manifestaciones de una crisis que se explica por el aumento de personas que necesitan de cuidados y el decreciente porcentaje de personas con posibilidad de brindarlos. Esto se deriva de cambios sociodemográficos y la inserción de las mujeres al mercado de trabajo, principalmente.
  • La necesidad de cuidados se ha resuelto con el trabajo doméstico no remunerado que realizan las mujeres para el bienestar de la familia y se constituye en el núcleo central de la construcción social de género.
  • La sobrecarga de trabajo no remunerado que recae en las mujeres representa una barrera estructural significativa que restringe su autonomía económica y limita su participación en el mercado laboral, perpetuando un sistema que afecta negativamente su calidad de vida y oportunidades profesionales.
  • La crisis de los cuidados se vincula a la división sexual del trabajo, la cual tiene su origen en las sociedades primigenias y se refiere al reparto de tareas según el sexo biológico de las personas, la cual solo se nombra desigualdad cuando tienen un carácter injusto y una conciencia crítica la define como tal.
  • La crisis de los cuidados ha sido objeto de análisis en la academia y puesta en el ámbito de las políticas públicas por movimientos feministas. Actualmente la agenda de Naciones Unidas y del feminismo sobre este tema trata de impulsar un modelo de responsabilidad social en donde, a nivel de los hogares, los hombres asuman responsabilidad compartida y a nivel social, el Estado diseñe políticas públicas y mecanismos para brindar servicios de cuidados.
  • El nexo entre género, cuidados y políticas públicas debe ser una línea de investigación clave para el trabajo social a nivel micro (hogares), meso (comunidades e instituciones) y macro (leyes y políticas públicas).
  • Desde una perspectiva de derechos humanos es posible identificar titulares de derechos y titulares de responsabilidades, así como los mecanismos para acercar la oferta a la demanda de cuidados.
  • A nivel de intervención, la profesión de trabajo social tiene el perfil de diseñar políticas sociales, programas y proyectos para que el Estado implemente un sistema de cuidados para la población.

7. Referencias

  • A. Güezmes García y M. N. Vaeza (coords.) (2023) “Avances en materia de normativa del cuidado en América Latina y el Caribe: hacia una sociedad del cuidado con igualdad de género”, Documentos de Proyectos (LC/TS.2022/175/Rev.1), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)/Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU-Mujeres), 2023.
  • Arriagada, I. (2007) Familias y políticas públicas en América Latina: una historia de desencuentros
  • CEPAL. (2023) Repositorio sobre uso del tiempo de América Latina y el Caribe. https://www.cepal.org/sites/default/files/infographic/files/repositorio_sobre_uso_del_tiempo_de_america_latina_y_el_caribe_-_sep_2023.pdf
  • CEPAL. (2022). La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género (LC/CRM.15/3), Santiago
  • CEPAL. (2020). La economía del cuidado como acelerador del cambio estructural con igualdad.
  • CEPAL. (2021). Hacia la sociedad del cuidado: los aportes de la Agenda Regional de Género en el marco del desarrollo sostenible.
  • Gherardi, N. (2009). “El acceso al cuidado desde un enfoque de derechos: nuevos escenarios, nuevos actores”. En Reunión de Especialistas “Análisis de la crisis económica y financiera desde la perspectiva de género: entendiendo su impacto sobre la pobreza y el trabajo de las mujeres”.
  • Martínez Franzoni, J. (2007). Regímenes de bienestar en América Latina.
  • Martínez Franzoni, J. (2008). Capítulo III. Régimen de bienestar familiarista. En Martínez Franzoni, J. (Eds.). ¿Arañando bienestar? Trabajo remunerado, protección social y familias en América Central.
  • ONU Mujeres y CEPAL. (2020). Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de COVID-19. Hacia Sistemas Integrales para fortalecer la respuesta y la recuperación. https://www.cepal.org/es/publicaciones/45916-cuidados-america-latina-caribe-tiempos-covid-19-sistemas-integrales-fortalecer
  • ONU Mujeres & UNICEF. (2023, septiembre). ONU Mujeres y UNICEF impulsan la igualdad de género y el empoderamiento de las niñas y mujeres en América Latina y el Caribe. ONU Mujeres. https://lac.unwomen.org/es/stories/noticia/2023/09/onu-mujeres-y-unicef-impulsan-la-igualdad-de-genero-y-el-empoderamiento-de-las-ninas-y-mujeres-en-america-latina-y-el-caribe
  • ONU Mujeres, PNUD, CEPAL y OIT. (2022). Los Cuidados Comunitarios en América Latina y el Caribe: Una aproximación a los cuidados en los territorios.
  • OIT (2022) Serie Panorama Laboral en América Latina y el Caribe 2022. América Latina y Caribe: Políticas de igualdad de género y mercado
  • OTI. (2021). La economía de los cuidados. https://www.ilo.org/global/topics/care-economy/lang–es/index.htm
  • Pautassi, L. (2007). El cuidado como cuestión social: una aproximación desde el enfoque de derechos. Serie Mujer y Desarrollo, (87). Santiago de Chile: CEPAL.
  • Pérez Orozco, A. (2009). Documento de trabajo 5: Miradas globales a la organización social de los cuidados en tiempos de crisis I: ¿qué está ocurriendo? Serie Género, Migración y Desarrollo. Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer (INSTRAW).
  • Pérez Orozco, A. (2009). Documento de trabajo 6: Miradas globales a la organización social de los cuidados en tiempos de crisis II: ¿Qué retos políticos debemos afrontar? Serie Género, Migración y Desarrollo. Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer (INSTRAW).
  • Rico, Maria Nieves (2005) Apuntes sobre economía del cuidado, Santiago de Chile, Unidad Mujer y Desarrollo (mimeo)
  • Rodríguez Enríquez, Corina (2007) Economía del cuidado, equidad de género y nuevo orden económico internacional. En publicación: Del Sur hacia el Norte: Economía política del orden económico internacional emergente. Giron, Alicia; Correa, Eugenia. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires. Octubre.

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