Reflexiones sobre la violencia contra las mujeres en la represión de la última dictadura argentina

“Trescientos mil exiliados, más de veinte mil presos y/o

desaparecidos, familias enteras destrozadas, centenares de huérfanos,

es parte del saldo de un año de “lucha antisubersiva”

llevada a cabo por la junta Militar argentina”

Rodolfo Walsh (2012)

Autor:

Darío Alfredo González, argentino, especialista en Educación en Géneros y Sexualidades por la Universidad Nacional de La Plata. Docente Universitario en trabajo Social. Coordinador de la Carrera de Trabajo Social.

Correo: darioalfredogonzalez@gmail.com

Resumen

Durante la represión política de la última dictadura militar en Argentina, ocurrida entre 1976 y 1983, según CONADEP fueron afectadas 2,688 mujeres, de las cuales 80 se encontraban en situación de embarazo. Este artículo invita a una reflexión desde la memoria y la mirada de género, reconociendo la limitación de que las narraciones y documentaciones recogidas en ese entonces no permitieron identificar ni describir con claridad la violencia diferenciada aplicada a las mujeres. En el actual contexto de retrocesos en las políticas de igualdad y contra la violencia de género, consideramos oportuna esta reflexión, ya que permite configurar, en el marco del Trabajo Social, la importancia de restituir, reconstruir y preservar la memoria colectiva frente a la violencia por parte de un Estado opresor, diferenciando a las mujeres como un grupo vulnerable.

Palabras Claves

Violencia contra las mujeres, violencia de género. Represión política. Dictadura argentina. CONADEP. Historia reciente de Argentina. Tortura y abuso. Género y poder. Trabajo social y memoria colectiva.

1. Introducción

En la dinámica de la cotidianeidad de las relaciones humanas, los significados de las cosas les son propios y como lo expresa Scott (1990) “quienes quisieran codificar los significados de las palabras, librarían una batalla perdida, porque las palabras como las ideas y las cosas que están destinadas a significar, tienen historia” (p.265).

Así, palabras como violencias, torturas, desapariciones de personas, represión política, persecución, muerte, violencia de género, apropiación de niños y niñas, violaciones, entre otras, tienen su significado en la historia reciente de la Argentina, apenas pasaron cuarenta años. Y ¿cómo impactó esa relación de género en un contexto de represión política?; ¿Está el trabajo social conminado a restituir, reconstruir y preservar la memoria colectiva?

Preguntas que están ancladas en las heridas abiertas o mal cocidas de personas que aún claman justicia en la Argentina, bien lo afirma el obispo Cámara (1968) cuando refiere

“la primera de las violencias, de la que emanan las otras formas, es la injusticia: la violencia está en todas partes, omnipresentes, y multiforme, brutal, abierta, sutil, insidiosa, racionalizada, científica, condensada, solidificada, anónima, abstracta, irresponsable” (p.44).

Una de las violencias sistematizadas, abierta e irresponsable como lo tipifica Cámara es la que postula el actual Presidente de la Argentina Milei, quien en una posición negacionista, desconoce a los treinta mil desaparecidos durante la dictadura cívico corporativo militar ocurrida entre 1976-1983, descalifica todo el trabajo de organismos y agencias ligadas a los derechos humanos, como el de las Abuelas y Madres; y además disolvió el Ministerio de la Mujer, institución competente que entiende acerca de la violencia de género y diversidad, entre otras.

Así, a pesar de las adversidades del aquí y ahora del territorio al que pertenezco y redoblando el esfuerzo por reflexionar: sobre la violencia de género y represión en la última dictadura en la Argentina; es una responsabilidad que me compete por mi condición de ser Trabajador Social y formador de profesionales del campo disciplinar, como bien dice la canción de León Gieco “Que la reseca muerte no me encuentre, vacío y solo sin haber hecho lo suficiente”.

En la configuración de los procesos sociales en las cuales intervienen hombres y mujeres, se construyen los significados de unas estructuras de poder asimétrico, es así como refieren algunos autores que “la historia” la escriben los hombres. La mirada en clave de género permite explicar entonces porque las mujeres no ingresan en el mundo de la producción y la política quedando exclusivamente en el ámbito privado. Es decir, hay una devaluación en las actividades que emprenden o les acontecieron a las mismas. Es posible, inferir entonces, que las relaciones de poder están construidas desde el discurso, en el cual se las niega como actoras políticas de la historia.

Kymlicka (2006) refiere que creer que el Estado culturalmente es neutral es una falacia. La identidad nacional ingresa en la esfera del debate público, siempre controvertido desde las diferentes voces que proclaman sus verdades, las cuales mayormente son atravesadas por prejuicios, batallas culturales, e injusticias históricas, entre ellas rescatamos los hechos de violencia de género de la historia reciente en Argentina.

Al respecto, en esa construcción de identidades, va de suyo las representaciones sociales que se construyen a lo largo de la historia individual y colectiva, referir a una situación y caracterización concretas es la que se presenta en esta reflexión a continuación

2. Si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente.

El 24 de marzo de 1976 inicia uno de los momentos más oscuros de la historia argentina, las fuerzas armadas derrocaban a través de un golpe de Estado al gobierno Constitucional de María Estela Martínez de Perón, se inauguraba de esta forma la última dictadura militar argentina del siglo XX.

Ese gobierno de facto, ilegitimo en su investidura no solo suprimió todos los derechos, declaraciones y garantías constitucionales, sino que además se caracterizó por sus funcionarios de facto quienes cometieron sistemáticamente violaciones masivas a los derechos humanos contra la población civil. Con el discurso de la seguridad nacional interior y la lucha contra el comunismo se produjeron detenciones arbitrarias, ejecuciones, exilios forzados, torturas, violaciones y abusos sexuales contra mujeres, robos de bienes, apropiaciones de personas, ataques a las libertades civiles, políticas y sindicales.

El objetivo de ese gobierno irregular fue claro, producir a través de la fuerza los cambios necesarios en lo económico. La aplicación de políticas neoliberales era el marco del proceso de reorganización nacional, que en el fondo en definitiva tenía la finalidad de desarticular la organización colectiva y la participación ciudadana, el fin de este periodo en Argentina lo marca la derrota en la guerra de las Islas Malvinas en el año 1982, restaurándose la vida democrática el 30 de octubre de 1983.

En la historia reciente de la América Latina en general y Argentina en particular, después de 48 años de gobiernos constitucionales ininterrumpidos, han quedado algunas huellas profundas en la memoria colectiva sobre algunos acontecimientos, de la última dictadura económico-corporativo-militar (Feierstein, 2019). Esto continua presente no solo en los discursos de algunos referentes políticos y sociales identificados con la extrema derecha Argentina, si no que las representaciones de estos acontecimientos históricos vienen al presente en diferentes referencias de algunos ciudadanos, ante diversas manifestaciones de reclamos populares, surge, expresiones como “ya sabes cómo terminaron los setentistas”, “algo habrán hecho”, entre otros.

Por ello, en la presente reflexión rescaté algunas voces que nos hablan desde un documento histórico “El informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas”, en adelante (CONADEP).

Este informe, es un documento histórico que se configura como las primeras acciones basadas en los testimonios de los ciudadanos que atravesaron las detenciones y torturas ilegales por parte de la última dictadura en Argentina, de ahí la importancia testimonial escrita, y, como lo expresa Hallbwachs (2011) la memoria colectiva es una construcción agrupada, compleja, realizada fundamentalmente a partir del lenguaje. Un pasado vivido en un tiempo cercado es evocado y reinterpretado, recordado, conmemorado, de manera activa por el grupo social, es menos precisa que la historia.

En consecuencia, los protagonistas relatan sucesos y situaciones familiares, como dice Assman (2008):

La escritura crea una exteriorización de nuestra memoria, gracias a la cual podemos acordarnos de fechas de las que nos olvidaríamos sin su apoyatura; crea una exteriorización de la voz, con la cual podemos alcanzar a interlocutores alejados en el tiempo y el espacio (p.117)

Y si bien se trata de algunas declaraciones, quedando por fuera muchas otras, es la mirada de hombre y mujeres quienes comunican en primera persona experiencias y percepciones. Es posible decir que estos relatos, son un punto de vista sobre la memoria colectiva; el marco social de la memoria relativamente estable, al respecto señala Hallbwachs (ob.cit) que:

El recuerdo es, en gran medida, una, reconstrucción del pasado que se realiza con la ayuda de datos tomados del presente y es, por lo demás, preparada por otras reconstrucciones hechas en épocas anteriores en la que la imagen del pasado ha sido ya sumamente alterada (p.118)

Entendiendo que los acontecimientos cambian según el lugar y las relaciones sostenidas con otros. Asimismo, acerca de la idea de memoria colectiva, Candau (2002) refiere:

“como ciertos acontecimientos aparecen memorizados u olvidados por una determinada sociedad y cómo hay capacidades de memoria diferentes entre generaciones, entre clases sociales, entre sexos”. (p.67)

Ahondando este análisis, Kaplan (2010), sostiene que, en ocasiones, el estudio de la memoria histórica en sí presenta dos distinciones que realiza White (1980), estas son, crónicas e historia. Según este autor, las crónicas informan sobre los acontecimientos como si fueran actos de la naturaleza y, por lo general, lo hacen en voz pasiva. A su vez refiere que la historia se ocupa de la causalidad y la responsabilidad, de personas específicas y de grupos que actúan en contextos históricos determinados:

Muchos de estos debates involucran la temática del género, ya que en el contexto de la memoria histórica […]. muchos hombres vivieron el sometimiento como una forma de ser feminizados; muchas mujeres experimentaron la pérdida de control sobre sus cuerpos como si hubiesen cometido un acto vergonzoso, como si ellas fueran culpables de un crimen y no sus torturadores. La construcción de un cuadro del pasado representado en términos de héroes y víctimas nos muestra uno de los modos en los que el género ha operado en la conformación de la memoria histórica. (p. 12).

Tener la memoria activa, invita a revisitar los documentos históricos como el “Informe-CONADEP”, de este modo, analizaremos los diferentes testimonios brindados en el último golpe económico-corporativo-militar en Argentina. Las diferentes categorías conceptuales que estarán en juego aquí son las representaciones usuales de las masculinidades y las femineidades, la violencia ejercida en perspectiva de género de la historia reciente de una sociedad de la que soy parte.

3. Es un monstruo grande y pisa fuerte

Queremos retomar la idea de Feierstein (ob.cit) quien plantea que el Estado represivo argentino, no fue un Estado terrorista quien en la lógica de su análisis refiere a que terrorismo “hubiere sido cometido con la finalidad de aterrorizar a la población u obligar a las autoridades públicas nacionales […] a realizar un acto o abstenerse de hacerlo” (p.53).

Es decir, las acciones violentas del Estado no fueron indiscriminadas generando el terror a toda la sociedad. Sin embargo, estas acciones estatales tuvieron la certeza sobre los grupos que buscaba destruir y exterminar por lo tanto el termino terrorismo resulta ser un término estigmatizante. Lo que plantea este autor es claramente contrastable en el informe de la CONADEP:

Se puede visualizar que de la totalidad de casos relevados 8.961 –lista abierta- sobre las bases de denuncias recibidas. También es descabale mencionar que el 70% fue de sexo varón y el 30% mujeres, del total de mujeres el 3% estaba embarazada (p.300).

En función a los datos empíricos del informe de la CONADEP, 2.688 mujeres fueron víctimas de violencia y del total de mujeres 80 se encontraban en situación de embarazo. Siguiendo la línea de Feierstein (ob.cit) estaríamos hablando de un auténtico genocidio en tanto “intención de destrucción total o parcial de un grupo” (p.55) en razón al modus operandi del secuestro, elección, distribución en el tiempo y campo de concentración de destino, acción sistemática y discriminada desde el aparato y servicios estatales. En consecuencia, fue un Estado genocida.

Las organizaciones de resistencia a este Estado opresor tampoco pueden caracterizarse de terrorista según Feierstein (ob.cit) “porque no llevaron adelante atentados en los espacios públicos, aeropuertos, bares etc., su accionar también fue selectivo contra miembros de la fuerza pública, empresarios, funcionarios públicos o dirigentes sindicales de colaborar con el gobierno” (p.54).

Lo que este Estado genocida intentó a través del terror fue transformar las identidades colectivas, así lo afirma Feierstein (ob.cit)

“los secuestros, las torturas y los campos de concentración fueron las herramientas para esa reorganización. Las acciones fueron discriminadas, sistemáticas, planificadas y dirigidas contra grupos específicos con el objetivo de lograr su destrucción” (p.57).

Del informe de la CONADEP, 2.688 mujeres fueron víctimas de violencia y del total de mujeres 80 se encontraban en situación de embarazo.

4. Que el pasado no me sea indiferente

A partir de la perspectiva de género es necesario revisitar las declaraciones de las víctimas y sobrevivientes de la última dictadura económico-corporativo-militar, para Cassino (2012).

El género es un concepto relacional que comprende tanto a varones como mujeres: hace referencia a las construcciones sociales (discursos, prácticas, etc.) en torno a los sexos, y a los espacios socialmente asignados en el marco de relaciones de poder (p.271)

Ahora bien, y teniendo en cuenta el concepto inscripto en el párrafo anterior, el testimonio de Carlos Alberto Campero a la CONADEP, dijo:

Mi madre fue llevada al negocio y bajo amenazas de muerte la golpearon utilizando métodos que ni a los animales salvajes se les puede aplicar. En el negocio teníamos un turbo ventilador al cual le cortaron el cable y enchufándolo lo utilizaban como picana, pero para que esto tuviera mayor eficacia destapaban botellas de agua mineral para mojar a mi madre, la cual había sido atada con anterioridad a una silla; mientras realizaban este acto de salvajismo, otro le pegaba con un cinto hasta ensangrentarle el cuerpo y desfigurarle la cara” (CONADEP, 2011, p.27).

Si analizamos esta situación descripta, anteriormente, es claro que se pondría en tela de juicio mencionar que estamos ante una violencia de género, por tanto, este ataque podría ser perpetrado también contra un hombre, sin embargo, si se puede señalar que es una violencia exacerbada ejercida por hombres (con más fuerza y poder) hacia una mujer mayor que no tiene forma de oponer resistencia. Así también, “Se habla de violencias de género exclusivamente cuando la violencia la ejerce un varón (o medio o institución)- legitimado por su construcción social de género” (Tagliani, 2019. p.64) en el presente testimonio se da la condición de quien ejerce la violencia y la institución que representa.

Desde la mirada de género, es necesario revisar las prácticas de dominación presente en este recorte histórico. Asimismo, la masculinidad es interpelada desde el paradigma hegemónico, establece un código sobrentendido de violencia contra las mujeres y se explicita de diferentes formas, conductas, expectativas, prácticas Cassino (ob.cit), lo aquí planteado, se visiona en parte del testimonio de Carlos Beltran quien relató que:

“luego de una seña del capitán y previo a haberme dicho textualmente: “a estos hay que mandarlos a 1,80”, a lo que yo manifesté que no lo iba a hacer, “Gino”, los cuatro suboficiales y el teniente primero comenzaron a disparar sobre los detenidos; […] luego de los disparos la mujer, que había caído pudo reincorporarse y caminar unos pasos en dirección opuesta a la fosa […] el “Capitán” saco su pistola y le descerrajo un balazo en la cabeza. [….] Yo tuve una fuerte discusión con el “Capitán” por no haber acatado la orden, ordenándome que me retire del objetivo, puesto que no servía para ser militar, que era un inútil y un cobarde.” (CONADEP, 2011, p.230-231).

Dice Segato (2016) que la producción de la masculinidad tiene procesos diferenciadores de la femineidad, la primera es un status condicionado en su obtención, por medio de una aprobación o conquista, “para que un sujeto adquiera su status masculino, como título, como un grado, es necesario que otro sujeto no lo tenga pero que se otorgue a lo largo de un proceso persuasivo o impositivo” (p.40) extrayendo el discurso de Carlos, podemos inferir de la conversación entre el “Capitan” y él que fue poco hombre, al referirse que era un inútil y cobarde.

En tanto, el discurso es producto de las vivencias, las testimoniales sobre violaciones sufridas por las victimas reflejan un acto más de sometimiento y dominación. En ese sentido Cassino (ob.cit) dice:

Desde los parámetros del imaginario de género predominante, las representaciones del varón tienden a asociarse a los roles de dueño, señor y jefe de familia. Por su parte, las mujeres tienden a ser representadas como parte de los “dominios” del varón, ya sea desde la perspectiva de la tutela-propiedad, ya sea desde la dominación. (p.277).

Estas ideas que se exponen aquí pueden ser encontradas en parte de dos testimonios, uno de ellos del Dr. Liwsky relató:

Otro día me llevaron y, a pesar del tamaño de los testículos, me acostaron una vez más boca abajo. Me ataron y, sin apuro, desgarrando conscientemente, me violaron introduciéndome en el ano un objeto metálico. Después me aplicaron electricidad por medio de ese objeto, introducido como estaba. No sé describir la sensación de cómo se me quemaba todo por dentro. (CONADEP, 2011, p.35).

El otro testimonio que brindó A.N expresó que:

“Estando la dicente una noche en su celda, llega un hombre a ésta quien la ata, la golpea, y amenazándola la viola, prohibiéndole comentar lo sucedido” (CONADEP, 2011, p.55)

La mirada de Segato (ob.cit) al respecto es que:

Uso y abuso del cuerpo del otro sin que este participe con intención o voluntad, la violación se dirige al aniquilamiento de la voluntad de la víctima, cuya reducción es justamente significada por la pérdida de control sobre el comportamiento de su cuerpo y el agenciamiento del mismo por voluntad del agresor. La victima es expropiada del control sobre su espacio-cuerpo” (p.38).

Para Sonderéguer (2012) “En todos los casos, la violencia sexual fue una forma eficaz de escribir en el cuerpo de las mujeres la derrota de “los otros” (p.12) a esta idea presentada por el autor, le completo que la violencia de género en un contexto de dictadura hay que explicarlas a partir de reconocerlas como delitos de lesa humanidad.

En este orden de ideas Cassino (ob.cit) aporta para entender estos hechos que:

el ataque perpetrado contra la mujer es, […] una forma de ejercicio de poder, un acto de violencia cuya condición es la diferencia entre el perpetrador y la víctima. Estas expresiones de violencia tienen un denominador común la desnaturalización y deshumanización de los cuerpos de las víctimas, su cosificación e, incluso, su mercantilización. En esa misma línea se incluyen los ataques a varones cuyos cuerpos son, en el contexto de la agresión, feminizados (p.278).

Intentar poner en diálogo a los autores citados desde sus referencias conceptuales y los relatos de las personas inscriptos en los documentos extraídos de la CONADEP, es reflexionar sobre algunas cuestiones que así lo ameritan.

Ninguna violación acontece desde la soledad, no se corresponde con alguna desviación social de los sujetos, quien viola se apropia del cuerpo y lo realiza por el hecho de demostrarlo que puede, en palabras de Segato (ob.cit)

De la misma forma que el genocidio es una agresión genérica y letal a todos aquellos que pertenecen al mismo grupo étnico, racial, lingüístico, religioso o ideológico.

Ambos crímenes se dirigen a una categoría, no a un sujeto especifico. […] este sujeto despersonalizado como sujeto porque se hace predominar en él la categoría a la cual pertenece sobre sus rasgos individuales biográficos o de personalidad (p.47).

Estos testigos que recuerdan parte de nuestra oscura historia reciente de la sociedad argentina son verdaderos sobrevivientes, siguiendo la idea de Kaufman (2013)

“El sobreviviente – en cuanto lo paradigmática de la figura- es primero y antes que nada quien estuvo destinado al exterminio. El sobreviviente ofrece testimonio de su sola existencia” (p.14).

Estos ciudadanos y ciudadanas han sobrevivido a los crímenes de lesa humanidad cometidos contra ellos.

Los sujetos sobrevivientes tienen derecho a aparecer, a ser visibilizados, después de haber transitado la desaparición, esa forma de morir sin haber muerto, sus testimonios componen una fuente documentada que contribuye a la memoria histórica.

5.Que la historia no me abofetee la otra mejilla

El Trabajo Social, tiene una praxis social con lazos históricos que lo atan a los derechos humanos, por ello es necesario revisar los procesos de la historia desde el campo disciplinar. Entendiendo, que nuestras prácticas profesionales derivan de la memoria colectiva, cuyos lazos éticos políticos han sido históricamente “los otros” hombres y mujeres que son atravesados por diversas cuestiones sociales.

Los centros de formaciones académicas tienen el deber imperativo para con la sociedad en la revisión crítica de nuestros hechos históricos que forman parte de la historia colectiva. Otorgar a estas voces el sentido político que entran en lucha con discursos de sentido común, que intentan reescribir un pasado simplista, binario (buenos/malos) y acrítico. Los debates críticos permitirán aportar a la comunidad argumentos y cuestionamientos sólidos respecto a los acontecimientos pasados.

Finalmente, rescato el trabajo social como disciplina capaz de reconsiderar sus constructos epistemológicos, desconstruyendo saberes y procedimientos metodológicos de las estrategias de intervención, para visualizar y proceder desde la cercanía, de manera situada y contextuada en temáticas que tengan que ver con la restitución de las identidades colectivas, específicamente de la memoria social con perspectiva de género.

Por último, recordar a donde no queremos volver. Como argentinos, y latinoamericanos queremos mantener la fuerza de la llama de la libertad, de la justicia social, de los derechos y responsabilidades colectivas.

Los sujetos sobrevivientes tienen derecho a aparecer, a ser visibilizados, después de haber transitado la desaparición, esa forma de morir sin haber muerto, sus testimonios componen una fuente documentada que contribuye a la memoria histórica.

6. Conclusiones

  • Luego de este breve recorrido realizado arribamos a las siguientes cuestiones, la primera de ella es la necesaria revisión de la historia reciente en perspectiva de género, por ser una metodología que permite develar las desigualdades, desnaturalizar las estructuras de poder y comprender críticamente los acontecimientos.
  • Dadas las condiciones estructurales de la violencia, las normativas legales vigentes en ese momento histórico en Argentina, opacaron las interpretaciones de las violencias de género bajo términos como “excesos”. El supuesto sostenido en este trabajo, es que en estos acontecimientos se han perpetrado las violencias contra las mujeres. En consecuencia, los testimonios son esa huella discursiva que trasciende en la historia, marcan sucesos significativos que contribuyen a mantener la memoria histórica-colectiva viva, y revisitarlas desde una perspectiva teórica diferente permiten reconfigurar nuevas representaciones sociales de los hechos pasados.
  • El contexto social turbulento que vivimos actualmente en Argentina, con “La Libertad Avanza” el gobierno de Javier Milei, que disolvió el Ministerio de la mujer, cuya medida deja desprotegidas a miles de víctimas de la violencia de género, es un claro retroceso de los derechos ganados en las luchas colectivas.
  • Cuando decimos Nunca Más, nos asumimos como sujetos políticos que miramos la historia en forma crítica y situada, inscribimos nuestras narrativas en una memoria colectiva en la que los Derechos Humanos son nuestro norte. En consecuencia, para el trabajo social y su forma de mirar los acontecimientos históricos es necesaria la incorporación de la perspectiva de género, entendiendo como una herramienta que nos permite desnaturalizar las relaciones de poder, los roles sociales, además de mirar los acontecimientos históricos y renombrarlos tal como fueron en la realidad.

7. Referencias

  • Assmann, Jan. (2008) [1995]. “Recordar para pertenecer. Escritura, memoria e identidad”. Religión y memoria cultural. Diez estudios. Buenos Aires: Lilmod. pp: 113-162. Traducción de Marcelo Burello y Karen Saban.
  • Cámara, H. (1968). Acción no violenta en América Latina
  • https://d1wqtxts1xzle7.cloudfront.net/60851340/ACCION_NO_VIOLENTA_EN_AMERICA_LATINA20191009-66200-16n9ace-libre.pdf?1570661373=&response-content-disposition=inline
  • Cassino, Miranda (2019). Género y genocidio. Aportes a la reflexión sobre terrorismo de Estado, en Sonderéguer, Maria. (comp). Género y poder: Violencias de género en contextos de represión pólitica y conflictos armados. UNQ. Bernal- Bs. As.
  • Candau, Jöel (2002) [1996]. “Antropología de la memoria”. Buenos Aires: Nueva Visión. Traducción de Paula Mahler
  • Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. (2011). Nunca Más: Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Eudeba. Bs. As.
  • Femenias, M.L. (2005). “El feminismo post-colonial y sus límites”, en Amarós, C. & de Miguel, A. Teoría feminista de la ilustración a la globalización. Madrid. Minerva ediciones. Tomo III, pp. 153-213 Mignone, Emilio (1981). Coloquio: La política de desapariciones forzadas de personas”. CELS. Paris.
  • Hallbwachs, M. (2011) [1950]. La memoria colectiva. Madrid: Editorial Miño y Dávila. Traducción de Federico Balcarce. Capítulo 1 y 2.
  • Kaplan, T. (2010). “Género y memoria histórica. La reivindicación de la agencia”. En Andrea Andújar, Débora D Antonio, Karin Grammático y Maria Laura Rosa (comps) “Hilvanando Historias Mujeres y Política en el Pasado Reciente”. Ed: Luxemburg. Bs. As
  • Kaufman, A. (2013). ¿Reparar el mundo? Notas sobre la supervivencia, en La pregunta por lo acontecido. Ed: La Cebra. Bs-As.
  • Lechner, N. (1983) Los derechos humanos como categoría política. Conferencia pronunciada en el Foro Los Derechos Humanos y las Ciencias Sociales en América Latina, en ocasión de la XII Asamblea General del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Buenos Aires, noviembre de 1983.
  • Lotersztain L. y Bufano, S. (comp) (2012). Rodolfo Walsh, y la agencia de noticias clandestinas: 1976-1977. Ejercitar la memoria Editores. Bs.As.
  • Feierstein, D. (2019). La importancia de los conceptos en la construcción de representaciones colectivas, en Badano, María del Rosario. (comp). Educación Superior y Derechos Humanos. Reflexiones, apuestas y desafíos. Uader. Paraná- Entre Ríos.
  • Ricceur, P. (2007). Historia y memoria. La escritura de la historia y la representación del pasado, en Anne Pérotin-Dummon (dir). Historizar el pasado vivo en America Latina.
  • Scott J.W. (1990). El Género una categoría útil para el análisis histórico.
  • Segato, R. (2016). La guerra contra las mujeres. Edición: Traficantes de sueños. Madrid
  • Sonderréguer, M. (2012). Género y poder. Violencias de género en contextos de represión política y conflictos armados. UNQ. Bernal-Bs. As.
  • Tagliani, M (2019) Las violencias en clave de género. Aportes desde el Trabajo Social. La Hendija Ediciones. Entre Rios. Arg.

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