Memoria, denuncia y pedagogía: sistematización de las acciones de la Fundación Moiras con mujeres víctimas del conflicto armado en Norte de Santander (años 2023-2024)

Sistematización-Colombia

“La vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos” Marco Tulio Cicerón

Autores

Harold Eduardo Gallego Ardila, estudiante de trabajo social de la Universidad Francisco de Paula Santander. San José de Cúcuta, Colombia. gallegoardilaharold@gmail.com.

María Fernanda Pinzón Sánchez, estudiante de trabajo social de la Universidad Francisco de Paula Santander. San José de Cúcuta, Colombia. mariaferpinzon33@gmail.com.

Resumen

El presente artículo es el resultado del trabajo de grado titulado “Impacto de la Fundación Moiras en las mujeres víctimas del conflicto armado en Norte de Santander”, presentado en el año 2024 por los autores para optar al título de profesional en trabajo social. Este escrito aborda únicamente el segundo objetivo específico de dicha investigación y se presenta como una sistematización de las acciones de la Fundación Moiras con las mujeres víctimas del conflicto armado en Norte de Santander, Colombia.

El artículo inicia describiendo la problemática de la violencia basada en género en el contexto del conflicto armado colombiano, para luego explicar las metodologías desarrolladas por la fundación, basadas en el arte y la pedagogía feminista, así como los conceptos a través de los cuales se reflexionó esta experiencia. Finalmente, se exponen los resultados, destacando la transformación individual y colectiva generada por estas acciones en la construcción de memoria, el empoderamiento y el uso del arte textil como herramienta terapéutica en la intervención social.

Además, se señalan las lecciones aprendidas para la replicación de esta experiencia en otros contextos y, desde una perspectiva crítica, se proponen puntos de mejora.

Palabras clave: Violencia de género, memoria colectiva, pedagogía social, arte textil, conflicto armado, trabajo social, enfoque de género, transformación social, sororidad, Colombia.

1. Introducción

La problemática de la violencia basada en género (VBG) en el contexto colombiano está influenciada por más de seis décadas de conflicto armado interno en el país, lo cual la convierte en un fenómeno persistente y relacionado con las tradicionales estructuras de desigualdad patriarcales aún presentes en los territorios. De acuerdo con Esquivel y Latorre (2019), entre los años 2000 y 2019 se registraron más de 7.519.762 víctimas de esta guerra, de las cuales el 49,5 % eran mujeres. Los diferentes grupos armados, tanto irregulares como estatales, han utilizado la violencia basada en género como un instrumento de dominación y control en los territorios, especialmente en las áreas rurales. Según cifras de la Red Nacional de Información (2017), citada en Sánchez, García y Cárdenas (2019), se registraron más de 3.743.200 casos de desplazamiento forzado, 458.333 homicidios, 77.893 desapariciones forzadas y 21.926 delitos contra la libertad e integridad sexual. Este último tipo de violencia se ha presentado como una forma sistemática de agresión que, además de causar daño físico y psicológico a la víctima, busca ser una herramienta para “disciplinar moralmente” a las comunidades, demostrando la instrumentalización de la feminidad como mecanismo de control (Comisión de la Verdad, 2022).

Frente a esta problemática, es necesario un proceso de reparación integral que contemple acciones terapéuticas concretas para mitigar el impacto psicológico, emocional y social de la violencia basada en género. Las estrategias implementadas deben reconocer de manera diferenciada las afectaciones que sufren las mujeres y generar espacios seguros para la expresión de estas, con el apoyo especializado correspondiente. Con el fin de reconstruir el tejido social y la memoria colectiva, es imprescindible implementar una atención terapéutica adecuada.

En el contexto de la sociedad civil organizada, diversos grupos y colectivos, como la Fundación Moiras, desempeñan un papel fundamental en la construcción de espacios que, por un lado, visibilizan el limitado alcance de las políticas estatales y, por otro, promueven el empoderamiento femenino. Estas iniciativas abogan por procesos de reparación con un enfoque inclusivo. La problemática de la violencia de género en el marco de la guerra interna subraya la necesidad de una respuesta estructurada y urgente que promueva la transformación de las dinámicas patriarcales en los territorios.

La presente sistematización de experiencias tiene como objetivo principal describir y reflexionar sobre las acciones desarrolladas por la Fundación Moiras con las mujeres víctimas del conflicto armado en Norte de Santander, desde una perspectiva de aprendizaje.

Esta reflexión busca aportar luces sobre cómo estas acciones han contribuido a la memoria colectiva, al empoderamiento personal y comunitario, y al bienestar de las mujeres participantes. Además, valora herramientas como la resiliencia y la sororidad para concebir dichas estrategias desde una óptica de aprendizaje y cambio social.

La Fundación Moiras se fundó el 1 de agosto de 2020 en Cúcuta, Norte de Santander, con el apoyo de 12 mujeres comprometidas con la creación de espacios para la sanación y resistencia femenina. El arte textil fue empleado como un vehículo simbólico y terapéutico (Moiras, 2023). Inspirada en el mito griego de las Moiras, tejedoras del destino en la antigua civilización, la fundación entiende el acto de tejer y bordar como una metáfora del “hilo de la vida”, promoviendo el fortalecimiento de vínculos comunitarios y la resiliencia individual y colectiva en mujeres afectadas por el conflicto armado en la región (Moiras, 2023).

El trabajo de la fundación ha alcanzado un gran reconocimiento en la región como una iniciativa solidaria de acción social, gracias a los proyectos implementados para promover el bienestar de las mujeres participantes y fomentar la conciencia colectiva sobre temas de justicia social, igualdad de género y reconstrucción de memorias desde una perspectiva feminista (Moiras, 2023).

Entre los proyectos más representativos de la fundación destaca “Ritualitos, verdad y memoria”, que consistió en espacios de encuentro desarrollados desde el corregimiento de Juan Frío, en el municipio de Villa del Rosario, hasta la ciudad de Cúcuta, ambas localidades en el departamento de Norte de Santander. Históricamente golpeados por la violencia, estos escenarios buscaron promover la escucha activa y la creación artística para que las mujeres participantes construyeran nuevas narrativas de esperanza y resistencia. En este proceso, resignificaron lugares que antes se asociaban con pérdida y dolor en el contexto de la guerra.

Mediante el ejercicio del tejido, los círculos promovidos por la fundación atendieron a un grupo significativo de mujeres, cuyas edades oscilan entre los 40 y 70 años. Para la sistematización se seleccionó un grupo delimitado de entre 15 y 20 mujeres, todas víctimas del conflicto, cuyos perfiles incluyen familiares de personas desaparecidas y madres buscadoras, pero con un común denominador: historias de pérdida, lucha y transformación.

La Fundación Moiras está integrada por un equipo de 12 formadoras de entre 20 y 40 años, profesionales de distintas disciplinas de las ciencias sociales, como trabajo social, psicología y comunicación. Estas formadoras, además de poseer conocimientos en atención psicosocial y pedagogía, cuentan con habilidades en diversas prácticas artísticas que enriquecen significativamente los procesos de intervención.

Gracias a esta interdisciplinariedad, el equipo ha logrado conectar profundamente con las participantes, tejiendo vínculos de confianza, acompañamiento y sororidad.

2. Metodología

Para el desarrollo de la presente sistematización, fue necesario reflexionar sobre algunas preguntas guía relacionadas con los procesos de la fundación:

  1. ¿Qué estrategias ha desarrollado la Fundación Moiras para promover la memoria colectiva y el empoderamiento en las mujeres víctimas del conflicto?
  2. ¿Qué aprendizajes se pueden extraer del uso del arte textil como herramienta terapéutica en la intervención social?
  3. ¿Cómo han contribuido las acciones de la fundación en la transformación de la vida de las mujeres participantes y de las comunidades en las que habitan?

Estas indagaciones establecen el eje central para explorar profundamente las experiencias de las mujeres y las formadoras, buscando patrones, aprendizajes y áreas que evidencien el impacto de estas acciones. Con un enfoque metodológico fundamentado en el paradigma interpretativo y el diseño fenomenológico, el presente ejercicio de sistematización permitió aproximarse profundamente a las experiencias de las participantes a partir de sus propias narrativas y concepciones. Según Ricoy (2006), el paradigma mencionado es esencial para entender cómo los sujetos dan significado a sus experiencias y las diversas subjetividades que surgen en escenarios de interacción. Por su parte, Martínez (2006) señala que el enfoque cualitativo permite abordar, desde una mirada compleja, el fenómeno de estudio, considerando el contexto sociocultural de los sujetos y sus acciones de manera articulada.

Para la recolección de la información, se aplicaron entrevistas semiestructuradas a 8 informantes clave, conformadas por 4 mujeres víctimas y 4 formadoras de la fundación. Estas entrevistas abordaron, de manera flexible y abierta, sus experiencias, aprendizajes y concepciones derivadas de su participación en el proyecto. Esto se complementó con la técnica de observación, que enriqueció significativamente el análisis, al permitir comprender mejor las dinámicas grupales y la interacción en los círculos de sororidad y talleres. También aportó información importante sobre los logros y desafíos en la labor de Moiras.

Posterior a la recopilación de información, los datos se analizaron mediante la codificación y categorización propuesta por Piñero y Rivera (2013). Este proceso incluyó un ejercicio manual de cromatización, que consistió en identificar fragmentos concretos en cada relato relacionados con los conceptos de memoria histórica, resiliencia comunitaria, sororidad, justicia social y género, correspondientes, a su vez, a las categorías analíticas de la sistematización. Con este análisis se logró contextualizar las prácticas de Moiras dentro de un marco conceptual y analítico sólido.

3. Modelo de Intervención

Moiras ha planteado, en el desarrollo de sus actividades, un modelo de intervención dinamizado mediante el arte, que busca dar visibilidad a la memoria colectiva y a las luchas sociales, particularmente aquellas relacionadas con la violencia de género en el marco del conflicto armado en el país. Las estrategias desarrolladas por la fundación se orientan en tres ejes principales: los talleres basados en la pedagogía social, los círculos de cuidado como espacios para la denuncia social, y las actividades de tejido y bordado para la construcción de memoria colectiva. Estas acciones promueven la cohesión social y el fortalecimiento comunitario a través de la resiliencia y la esperanza, generando a su vez un impacto simbólico.

3.1 Talleres basados en la pedagogía social

Estos talleres se diseñan con un enfoque eminentemente participativo, validando los saberes previos de las mujeres participantes. A través de dinámicas pedagógicas y didácticas, se generan escenarios de diálogo, donde las mujeres víctimas pueden explorar cómo los patrones estructurales de violencia inciden en las experiencias negativas que han vivido en el contexto del conflicto armado.

En estos espacios educativos se promueve la sensibilización comunitaria, enfocándose en la difusión del Informe Final de la Comisión de la Verdad. Este informe es ampliamente abordado durante las sesiones, estableciendo un punto de partida para la reflexión y fomentando la creatividad en la creación de piezas textiles. Estas piezas terminan por representar las vivencias personales y grupales de las mujeres, estableciendo un vínculo entre sus experiencias dolorosas y mensajes cargados de esperanza y resiliencia.

3.2 Círculos de cuidado y actos de denuncia social

Los círculos de cuidado constituyen espacios seguros donde las mujeres pueden validar sus emociones, compartir experiencias que les han marcado y fortalecer un sentido comunitario sólido. En primer lugar, estos círculos permiten la expresión y canalización de emociones asociadas al duelo y la pérdida de seres queridos. Además, sirven como plataformas para la denuncia social, exponiendo historias de violencia de género que a menudo permanecen silenciadas.

En estos espacios, las narrativas compartidas adquieren un nuevo significado mediante el uso del arte textil, transformándose en mensajes que pueden llegar a toda la comunidad y ser comprendidos con mayor claridad.

3.3 Tejido y bordado para la construcción de memoria

El núcleo fundamental de la intervención desarrollada por la Fundación Moiras radica en las prácticas de tejido y bordado, tradicionalmente asociadas en la cultura occidental con lo femenino y el trabajo doméstico. En este contexto, adquieren un nuevo significado al convertirse en actos políticos y culturales que buscan resistir a la opresión estructural.

La fundación organiza encuentros denominados “juntanza textil”, donde las participantes elaboran piezas artísticas que reflejan sus vivencias individuales y construyen una narrativa colectiva sobre memoria y reconciliación. Estas piezas se integran posteriormente en instalaciones artísticas y museografías callejeras, transformando el espacio público en una plataforma de expresión cultural y política.

3.4 Impacto y alcance de las actividades

Las actividades descritas responden directamente a la problemática de la violencia de género en el conflicto armado, caracterizada como un fenómeno profundamente arraigado en estructuras de poder patriarcal, exacerbadas por las dinámicas de guerra en los territorios.

Al visibilizar con mayor fuerza las historias de las víctimas mediante el arte textil, estas acciones se convierten en un ejercicio de denuncia de la violencia de género, entendiéndola como un problema colectivo que vulnera drásticamente los derechos humanos en el país. Cuando los productos artísticos se exponen en espacios públicos, se hace un llamado a la comunidad para reflexionar sobre los efectos devastadores de la violencia de género y la necesidad de contribuir a construir una sociedad basada en la equidad y el respeto.

Además, los procesos de creación textil ayudan a reconstruir el tejido social, ofreciendo a las mujeres la oportunidad de participar activamente en instancias públicas y contribuir al cambio estructural. De esta forma, se promueve su empoderamiento. A través de la memoria colectiva, las mujeres participantes logran sanar emocionalmente y reconstruir sus identidades en un entorno de apoyo mutuo.

En este contexto, el arte se convierte en un mecanismo para alcanzar la justicia social, la transformación cultural y la reconciliación en Colombia, siendo un motor para construir una paz sostenible y equitativa.

4. Metodología de intervención

Las actividades que desarrolla Moiras integran la pedagogía social, la intervención comunitaria y el arte textil para generar en las mujeres víctimas un empoderamiento y lograr exponer, con mayor vehemencia, sus historias. Las actividades de la fundación se llevan a cabo periódicamente y son mejoradas de forma constante; con el fin de asegurar, en primer lugar, la participación plena de las mujeres, y en segunda instancia, el impacto trascendental en las comunidades donde se realizan. Los talleres se desarrollan con una intensidad de 2 días por semana, durante 4 horas cada uno. Esta flexibilidad horaria permite que las participantes puedan desempeñar libremente sus actividades cotidianas, equilibrando estas con su compromiso para con la fundación; garantizando así una participación plena en las dinámicas. También, es importante señalar que esta periodicidad ayuda a fortalecer los lazos solidarios entre cada una de las participantes. Cada sesión cuenta regularmente con la participación de 15 a 20 mujeres, con edades que oscilan entre los 40 y 70 años. Este rango de edad obedece a una intencionalidad de llevar a cabo los procesos con mujeres que directamente han padecido las consecuencias del conflicto desde diferentes dimensiones, enriqueciendo así de manera significativa el proceso y contribuyendo a la creación de narrativas colectivas desde vivencias individuales.

La metodología llevada a cabo por la Fundación Moiras se compone de cuatro pasos que se interrelacionan entre sí, y orientan el desarrollo de cada taller, además de garantizar su efectividad.

Fase 1. Definición del tema a tratar

La metodología comienza con un momento para la reflexión colectiva, en el cual la totalidad del grupo de mujeres participantes, con la orientación de 4 formadoras, seleccionan una temática sobre la cual girará el desarrollo del taller. Esta temática usualmente se relaciona con las experiencias del conflicto armado vividas por las participantes en su calidad de víctimas, y puede tratar puntos como la desaparición forzada, la violencia basada en género en el territorio, el proceso de duelo, la búsqueda de justicia por sus seres queridos o la construcción de esperanza en sus vidas. En este primer momento, las formadoras ofrecen la oportunidad a las participantes para verbalizar sus emociones, intercambiar sus historias y establecer puntos de conexión con las vivencias de sus demás compañeras, para establecer una narrativa en colectivo. Con esto, se permite a las mujeres diseñar un marco temático garantizando la confianza entre todas y propiciando las condiciones de un entorno seguro para el trabajo en equipo.

Fase 2. Realización de propuestas e ideas para el bordado

Posterior a este primer paso, y con el tema definido, las participantes comienzan el proceso creativo, en el cual se manifiestan varias ideas y propuestas acerca de la manera en que se va a plasmar el mensaje o la temática mediante las piezas textiles. Aquí es importante el rol de las formadoras, al incentivar la imaginación y fortalecer el sentido de pertenencia entre las participantes, en la medida en que cada una diseña elementos particulares y únicos que son un reflejo de sus emociones y su propia perspectiva frente a la temática abordada. Para comenzar, se establecen los primeros bocetos simples que se dibujan en papel y que posteriormente son discutidos y enriquecidos significativamente por las demás compañeras y el grupo entero. En este punto, el rol de las formadoras es brindar, en primer lugar, apoyo técnico; pero junto a ello, y en la misma medida, deben estimular el intercambio de ideas y conocimientos entre todas las participantes, con una intencionalidad de aprendizaje mutuo y de reconocer las experiencias y los saberes tradicionales con los que cada una cuenta.

Fase 3. Construcción de las piezas textiles

Ya en el tercer paso, se lleva a cabo la acción o el punto central del taller, en un espacio en que las mujeres víctimas pueden establecer una mayor conexión emocional, tanto entre ellas, como con sus piezas artísticas, y pueden expresar más libremente su mensaje. A partir de la creación de un ambiente seguro y colaborativo, las mujeres realizan sus bordados y tejidos al tiempo que van compartiendo relatos, reflexiones personales, recuerdos y otras experiencias entre todas. Es en esta etapa donde las formadoras, más que facilitar un apoyo técnico en lo relacionado al ejercicio del bordado, también actúan desde un sentido terapéutico, ofreciendo contención emocional a las participantes cuando se requiere y también implementando un ejercicio de escucha, retroalimentación y reflexión, en torno a lo que las mujeres van narrando y tejiendo. Característicamente, este momento se basa en la inclusión y el respeto, pues cada participante avanza a su propio ritmo y constantemente recibe apoyo por parte del grupo. En la medida en que se desarrolla el proceso de bordado y tejido, este va más allá de una dimensión artística para configurarse como un mecanismo para la sanación y el empoderamiento femenino. A medida que se van entretejiendo los hilos y las telas, también se van entrelazando los relatos y los vínculos entre las mujeres y las formadoras, dotando a la sesión de un gran sentido de resistencia para la reconstrucción individual y colectiva.

Fase 4. Espacio de reflexión y denuncia social

El último paso del proceso consta de un momento de proyección pública, en el cual los productos textiles ya terminados son integrados a instalaciones artísticas, actos públicos o museografías en las calles, construidas para dar mayor visibilidad a las historias y los relatos de las mujeres participantes. Dichas actividades de proyección, persiguen un doble objetivo: en primer lugar, honrar la memoria de las personas víctimas, y junto a ello, alzar una voz de protesta y denunciar las violencias que aún se siguen manteniendo en la sociedad, especialmente en el marco del conflicto armado. Aquí, las participantes pueden narrar sus vivencias mediante el arte, convirtiendo sus creaciones en un lenguaje simbólico que llama a los demás actores sociales al diálogo y a la reflexión. Estos actos públicos también cuentan usualmente con reflexiones en colectivo, enunciación de discursos y performances que pretenden sensibilizar a la comunidad, así como generar empatía hacia las luchas que lideran las mujeres víctimas. Aunado a esto, con tales acciones de exposición, se busca, por parte de la fundación, resignificar el espacio público para convertirlo en un entorno de memoria, reconciliación y esperanza, como una posesión ciudadana y pública. Cuando las calles son ocupadas con estas narrativas textiles, además de lograr recuperar la voz de las mujeres víctimas, también se afianza su capacidad para incidir política y socialmente.

Ilustración 1. Metodología de intervención desarrollada por la Fundación. Fuente: Elaboración propia.

5. Marco Teórico-Conceptual

Enfoque psicosocial

El enfoque psicosocial se puede definir como una perspectiva integradora que pretende unir al individuo con el entorno cultural y social que le rodea. De acuerdo con Quintana-Abello, Mendoza-Llanos, Bravo-Ferretti y Mora-Donoso (2018), el enfoque psicosocial es aplicado mayormente en la educación y el trabajo, buscando exponer el relacionamiento entre lo psicológico (como la motivación personal y los recursos individuales) y lo social, que incluye la dinámica con diferentes espacios de socialización. Alvis Riso (2009) y Medina et al. (2007), citados en Quintana-Abello et al. (2018), plantean que este enfoque busca considerar el impacto de las estructuras sociales en las personas. En Latinoamérica es común el encuadre desde el enfoque psicosocial para el abordaje de fenómenos como la violencia y el trauma, interpretándolos más allá de las experiencias individuales para abarcarlos como procesos del medio social y cultural. Martín-Baró, citado en Torrado (2013), sostiene que el enfoque psicosocial conjuga varias perspectivas como los derechos humanos, la psicología social e incluso modelos de salud mental, con el fin de mejorar las condiciones de vida de la persona. Para Domínguez-Guedea, citado en Von Der Borch (2015), el enfoque psicosocial promueve la participación activa y la autogestión del individuo para mejorar sus contextos sociales y políticos.

Memoria histórica

El concepto de memoria se constituye como una dinámica colectiva y cambiante que puede unir el tiempo pasado con el presente, para darle un sentido. De acuerdo con Riaño y Uribe (2017), para configurar la memoria histórica, es necesario entenderla como un mecanismo social que lleva a la reconstrucción de narrativas del pasado a partir de diversas voces y perspectivas, particularmente aquellas que han sido excluidas a lo largo de la historia. Esto para incentivar la reconciliación y la búsqueda de justicia en escenarios marcados por el conflicto. Desde la perspectiva de Vázquez y Leetoy (2016), los medios de comunicación juegan un papel trascendental, al igual que las prácticas culturales, en lo que respecta al establecimiento de relatos hegemónicos y también alternativos sobre la historia, por lo que estos autores ponen énfasis en la constante disputa por el dominio de tales significados.

Resiliencia comunitaria

De acuerdo con Alzugaray, Fuentes y Basabe (2021), el concepto de resiliencia comunitaria hace referencia a un proceso en que una población debe hacer frente y superar sus problemas a través de estrategias con un sentido colectivo, que articula aspectos como la regulación emocional compartida, la utilización correcta de los recursos materiales y humanos, y las concepciones de eficacia colectiva. Los autores señalan que este concepto no está delimitado adecuadamente, ya que no tiene en cuenta medidas de evaluación idóneas, particularmente en escenarios marcados por la exclusión social. Bracamonte y Aguirre (2017) abordan la perspectiva latinoamericana de la resiliencia comunitaria, señalando las prácticas de intercambio, cohesión social y solidaridad que dan lugar a la reconstrucción colectiva, especialmente frente a peligros de tipo sociopolítico o ecológico.

Sororidad

La sororidad, de acuerdo con Liedo (2022), se conceptualiza como un pacto de carácter político y afectivo entre las mujeres, en torno a una óptica feminista para hacer frente a la opresión por razones de género que comparten de manera colectiva. El concepto de sororidad ha tomado gran fuerza en el marco de la presente cuarta ola del feminismo, y sus orígenes se remontan al feminismo de la diferencia italiano y al denominado affidamento, que consiste en una estrecha relación entre las mujeres a partir del apoyo mutuo, en manera de resistencia al privilegio cultural de los hombres. Para Andrade, Pacheco y Puga (2022), la sororidad es una propuesta de carácter práctico y político para fortalecer las redes de mujeres fundamentadas en la reciprocidad, la escucha y el apoyo mutuo. La idea de sororidad va más allá de la amistad, ya que le apunta a la autoconciencia colectiva para frenar la discriminación por razones de género y evolucionar hacia una sociedad igualitaria.

Justicia social

La idea de justicia social tiene sus bases en el marco de los estados democráticos territoriales, y se fundamenta en la preocupación por una mejor distribución y más equitativa asignación de los recursos para disminuir las desigualdades sociales (Montané, 2015). La idea de la justicia social actualmente enfrenta desafíos por cuenta de la globalización, su impacto y la influencia de organizaciones multilaterales que pueden debilitar los tradicionales márgenes del Estado. Para Montané (2015), es importante tener en cuenta la dignidad humana a la hora de defender la justicia social desde un sentido moral, al igual que la necesidad por construir una igualdad de trato a partir de la ética colectiva para la transformación de las realidades excluyentes. Para Belavi y Murillo (2016), la justicia social debe partir de tres dimensiones: redistribución, reconocimiento y paridad participativa. Basándose en los planteamientos de Fraser (2008), estos autores sostienen que la justicia social debe buscar la participación equitativa de la totalidad de las personas en la vida pública, eliminando barreras de tipo institucional.

Género

De acuerdo con Bogino y Fernández-Rasines (2017) y Grassi (2017), el género es una categoría fundamental en la teoría feminista, y se caracteriza por ser un pilar crítico para cuestionar la desigualdad en la sociedad. A partir de los años sesenta, el concepto de género se ha empleado para distinguir el sexo biológico del constructo social sobre la feminidad y la masculinidad, acabando con el denominado determinismo biológico. La idea del género ha trascendido desde la dicotomía naturaleza/cultura hasta llegar a integrar los planteamientos de la teoría queer, con lo cual se ha dado un reconocimiento a la sexualidad y a la flexibilidad del género. Para Grassi (2017), gracias al concepto de género y a su evolución, se ha podido avanzar en la despatologización de identidades trans, también debido a la idea de la vivencia interna del género.

6. Resultados

¿Qué funcionó bien y por qué?

El proceso metodológico de intervención desarrollado por la Fundación Moiras tuvo grandes aciertos que aseguraron el buen término del proceso. Como primer punto a señalar, se destaca la existencia de la estructura flexible para la planeación y el desarrollo de los talleres, que permitió una correcta adaptación de la metodología a los ritmos y a las necesidades particulares y colectivas de las mujeres participantes. Esto, en articulación con un enfoque participativo, logró que las mujeres víctimas se pudieran sentir escuchadas y valoradas, y se afianzara su participación e involucramiento pleno en el proceso, que terminó por configurar un sólido y sostenible compromiso con las acciones de la fundación. Gracias a la inclusión de estrategias como los círculos de cuidado y el uso del arte textil, se pudo generar un escenario terapéutico basado en la seguridad para la expresión emocional y la reflexión grupal. De igual forma, gracias a la estructuración de los talleres a partir de la pedagogía social, se afianzó el reconocimiento de los saberes previos con los cuales contaban las mujeres para, a partir de allí, estrechar sus experiencias individuales con una comprensión más amplia acerca de las dinámicas de tipo estructural que perpetúan la violencia de género. Por último, la pertinente periodicidad de los talleres y el manejable tamaño de los grupos fueron importantes para propiciar el establecimiento de relaciones y lazos sólidos entre todas las participantes y así fortalecer el sentido de sororidad y comunidad.

Discusión y aprendizajes de la experiencia

De este proceso se obtienen aprendizajes fundamentales acerca del potencial transformador que pueden llegar a tener las prácticas artísticas empleadas como herramientas pedagógicas y sociales.

  • Lo primero a destacar es que el arte textil se constituyó como un poderoso mecanismo para contar historias individuales y colectivas en la medida en que mezcla la expresión creativa con las dimensiones políticas y culturales de la vida de las participantes. Con esto, fue posible dar mayor visibilidad a las experiencias de las víctimas a partir de un espacio de dignidad y resistencia, dándoles una voz en escenarios históricamente ignorados.
  • La integración de temáticas y recursos importantes, como lo fue el informe de la Comisión de la Verdad, en el ejercicio del bordado y tejido, evidenció lo efectivo que puede llegar a ser la articulación de temas de interés con la práctica artística.
  • El proceso de intervención permitió un óptimo y constante apoyo emocional entre las mujeres participantes y desde las formadoras del grupo, lo cual dio la oportunidad a las mujeres de abordar temáticas complejas en un escenario de acompañamiento y contención.
  • Al reconocer el valor de los saberes tradicionales y propiciar la colaboración intergeneracional, se pudo afianzar el aprendizaje mutuo, el intercambio de experiencias y el empoderamiento colectivo.

Transformaciones generadas

Las transformaciones que pudieron experimentar las mujeres víctimas se presentaron en un sentido profundo y multidimensional.

  • El desarrollo de la resiliencia emocional fue uno de los aspectos más trascendentales, ya que permitió dar un nuevo significado a las experiencias marcadas por el dolor, mediante el proceso creativo, con lo cual se visualizó al arte como un vehículo para la sanación.
  • El resultado esencial del proceso fue el sentido de sororidad y cohesión social que se desarrolló entre las participantes, ya que pudieron intercambiar sus relatos y, mediante el apoyo mutuo, reconstruir poco a poco el tejido comunitario, estrechando los lazos entre ellas. Con esto se permitió tener una mayor confianza por parte de las mujeres en sus capacidades colectivas y aumentar el sentido de pertenencia a su comunidad y al grupo.
  • Fue posible evidenciar un empoderamiento significativo en lo personal y en el nivel social de parte de las mujeres. Fue notable la manera en que empezaban a participar más activamente en los actos públicos, empleando las creaciones artísticas desarrolladas por ellas mismas como mecanismos para denunciar y establecer diálogo político con instituciones y actores sociales. Con este empoderamiento se ha logrado tener una mayor incidencia en las comunidades que habitan las participantes, y también se ha afianzado la identidad que ahora tienen como agentes de cambio.
  • Con la metodología se logró una profunda recuperación emocional ya que el dolor se convirtió y transformó en una narrativa de resistencia y esperanza. Con estas transformaciones en lo individual y lo colectivo, es notable el impacto duradero de las estrategias desarrolladas por la Fundación Moiras en la vida de cada una de las participantes, así como en sus comunidades. Con esto se resalta la construcción de memoria colectiva y los aportes a la consecución de una sociedad reconciliada y equitativa.

Transformaciones en las mujeres víctimas y un impacto en la comunidad

Desde el nivel emocional, se puede destacar que las acciones desarrolladas con la Fundación Moiras generaron escenarios para la sanación, la recuperación y la resiliencia en las mujeres víctimas. Mujer 1 (54 años) señala: “Aprender a bordar fue bordar también nuestro dolor, nos enseñaron a plasmar el dolor y compartirlo, eso nos ha ayudado mucho porque el dolor ya no es solo mío, sino es de todas”. Este ejercicio de expresión artística se transformó en una herramienta terapéutica con el cual fue posible canalizar emociones en las mujeres y afrontar la pérdida. En este mismo sentido, Mujer 3 (48 años), señala: “Es la capacidad de inventar la vida, incluso en medio de la muerte. Con otras compañeras buscadoras aprendí que este dolor no puede quedarse solamente en mi cuerpo, tiene que transformarse en algo más”. Con estos relatos, se evidencia un cambio en la manera en que se percibe el duelo y una reconstrucción emocional significativa.

A nivel social, es destacable el fortalecimiento de los vínculos entre las mujeres, que terminaron por potenciar y generar un empoderamiento colectivo para la acción comunitaria. Mujer 2 (42 años), sostiene: “En cada encuentro hemos descubierto que no estamos solas, somos muchas las que caminamos por los mismos senderos y esos caminos ahora tienen un nuevo significado”. Con este estrechamiento de los vínculos, se ha permitido un fortalecimiento en la cohesión social. Formadora 3 (32 años), explica acerca de esto: “Lo que hace aquí la Fundación Moiras es más que una actividad, se trata de una forma de conectarnos con las demás y construir juntas, toda la fundación, porque nos hemos pensado como fundación, como un propósito común”. Con este proceso, se ha puesto fin al aislamiento y se ha podido consolidar una red de apoyo basada en la solidaridad.

Respecto al nivel político, el ejercicio de denuncia y exigencia de justicia ha sido fundamental en las acciones que desarrolla la fundación. Mujer 4 (62 años), relata: “Las fotos que mostramos no solamente son rostros, son vidas también. Esta es nuestra manera de gritarle al mundo que esas personas existieron y que seguimos buscándolas”. Aquí se refleja un empoderamiento a nivel político que emplea el simbolismo a través de actos públicos como marchas y también, en la consolidación de los talleres. Formadora 4 (29 años), complementa: “La flor No Me Olvides representa la lucha de las mujeres buscadoras, y usamos este símbolo para recordarles a ellas que no están solas, que no estamos solas en la búsqueda”. Con todo esto, las acciones de la fundación van más allá de lo individual y adquieren connotaciones colectivas transformándose en movimientos de resistencia y justicia.

Las acciones de la fundación han tenido un impacto significativo en las comunidades y los territorios donde habitan las mujeres, particularmente en el corregimiento de Juan Frío, que a lo largo de la historia ha sido golpeado por la violencia y los diversos actores de la guerra. El aspecto más destacable de la intervención es la resignificación de los, otrora, espacios de violencia. Formadora 2 (27 años), manifiesta: “Pisar el terreno que una vez les llenó de miedo, ahora con sus flores y bordados, para ellas es como reclamarlo para la vida”. Las acciones de la fundación han logrado convertir los anteriores escenarios de guerra en símbolos de resistencia y esperanza, generando impactos positivos en las comunidades gracias a la reconstrucción de un entorno colectivo cargado de paz y reconciliación.

En la ciudad de Cúcuta, las actividades de apropiación del espacio público que han tenido por objetivo la denuncia social, han logrado una mayor concientización y sensibilización en los ciudadanos. Formadora 1 (33 años), sostiene: “Llevar los bordados al Parque Colón, a la Villa Histórica, ha sido poderoso, la gente se detiene, pregunta y al escuchar las historias de las mujeres, se conmueven, es como abrirle a la gente los ojos a esta realidad”. Con dichas acciones, no solamente se ha logrado visibilizar la problemática de las violencias en el conflicto y la violencia basada en género en este contexto, también ha sido posible establecer un diálogo entre las víctimas y la sociedad, fundamentado en la sensibilización. En relación a la reconstrucción del tejido social, Mujer 3 (48 años), manifiesta: “Lo que hacemos no es solamente por nosotras mismas, es por todas las mujeres que vendrán y las víctimas. Aquí estamos tejiendo un futuro diferente, un futuro donde la violencia no sea lo que defina nuestros territorios”. Se evidencia entonces un compromiso a nivel colectivo que potencia la cohesión social y le aporta significativamente a la reconstrucción del tejido comunitario, promoviendo valores de empatía y conciencia social frente a la historia.

7. Conclusiones

  • La Fundación Moiras ha promovido la memoria colectiva al transformar las vivencias individuales de las mujeres víctimas en símbolos de resistencia y esperanza, utilizando el arte textil como medio para visibilizar su dolor y construir una narrativa compartida.
  • Las acciones artísticas impulsadas por la fundación han fortalecido la denuncia social, permitiendo a las participantes emplear el tejido y el bordado como herramientas de protesta contra la violencia de género y la desaparición forzada, y complementando estas acciones con actividades colectivas que amplifican su exigencia de justicia.
  • A través de la pedagogía feminista, se han generado espacios que valorizan los saberes previos de las participantes, fomentando la sororidad y el empoderamiento colectivo, y fortaleciendo el vínculo entre sus experiencias personales y las estructuras sociales que perpetúan la violencia.
  • El proceso de intervención ha dotado a las participantes de herramientas para actuar como agentes de cambio, integrando la memoria colectiva y el empoderamiento para reconstruir su sentido de comunidad y transformar las dinámicas de violencia desde una perspectiva de justicia social y equidad.

8. Lecciones aprendidas

  • La sistematización de las prácticas artísticas de la Fundación Moiras destaca aprendizajes aplicables a futuras intervenciones sociales con perspectiva feminista en contextos de conflicto armado. Las metodologías basadas en tejido y bordado han demostrado potencial como herramientas efectivas para la construcción de memoria colectiva y el empoderamiento femenino. El enfoque participativo fomenta la pertenencia, la reciprocidad y un entorno colaborativo seguro, permitiendo a las mujeres resignificar sus experiencias de violencia en relatos de resistencia y esperanza.
  • En el ámbito del trabajo social, las prácticas artísticas se posicionan como métodos innovadores que trascienden enfoques tradicionales, adaptándose a las necesidades y potencialidades de las personas atendidas. Esto confirma que el arte puede dinamizar la intervención social al conectar profundamente con las historias individuales y promover la sororidad como mecanismo de apoyo mutuo.
  • Se identifican áreas de mejora, como fortalecer la fase de definición de temáticas para profundizar en los relatos individuales y los patrones estructurales de violencia, incorporar dinámicas introspectivas con mayor acompañamiento psicosocial, e integrar estrategias más orientadas a la incidencia política mediante alianzas interinstitucionales, diálogos con tomadores de decisión y campañas de sensibilización masiva.
  • Para replicar esta metodología en el futuro, se recomienda integrar perspectivas interseccionales, garantizar un acompañamiento continuo para fortalecer la resiliencia, capacitar a las participantes en liderazgo y comunicación, y fomentar la cooperación entre comunidades que promuevan la memoria colectiva y la resistencia. Estas estrategias contribuyen a generar cambios estructurales y transformaciones duraderas en contextos marcados por la violencia.

9. Referencias bibliográficas

  • Alzugaray Ponce, C., Fuentes Aguilar, A., & Basabe, N. (2021). Resiliencia Comunitaria: una aproximación cualitativa a las concepciones de expertos comunitarios. Rumbos TS16(25), 181-203.
  • Andrade, M. G. L., Pacheco, E. I. C., & Puga, A. M. M. (2022). ¡Sororidad! ¿qué es eso?. Milenaria, Ciencia y arte, (19), 37-39.
  • Belavi, G., & Murillo, F. J. (2016). Educación, democracia y justicia social. Revista Internacional de Educación para la Justicia Social5(1).
  • Bogino Larrambebere, M., & Fernández-Rasines, P. (2017). Relecturas de género: concepto normativo y categoría crítica. La ventana. Revista de estudios de género5(45), 158-185.
  • Bracamonte, F. M. L., & Aguirre, F. L. (2017). Componentes del proceso de resiliencia comunitaria: conocimientos culturales, capacidades sociales y estrategias organizativas. PSIENCIA. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica9(3), 1-13.
  • Comisión de la Verdad. (2022). Mi cuerpo es la verdad. Experiencias de mujeres y personas LGBTIQ+ en el conflicto armado. Hay futuro si hay verdad: Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Primera edición. Bogotá.
  • Esquivel Alzate, L. F., & Latorre Molina, Y. L. (2019). Violencia de género en un escenario de posconflicto. https://repository.ucc.edu.co/items/efbc14fc-1abf-41c6-86e6-8d815bf05133
  • Grassi, M. (2017). Evolución del concepto de género: Identidad de género y la orientación sexual. Tomado de: https://www. camara. cl/verDoc. aspx.
  • Liedo, B. (2022). Juntas y revueltas: la sororidad en el feminismo contemporáneo. Recerca. Revista de Pensament i Anàlisi27(2).
  • Martínez, M. (2006). Ciencia y arte en la metodología cualitativa. México: Trillas.
  • Moiras, F. (2023). Fundacion MOIRAS. Fundación MOIRAS. https://fundacionmoiras.org/inicio
  • Montané, A. (2015). Justicia social y educación. RES, Revista de Educación Social21.
  • Piñero, R. y Rivera, M. (2013). Investigación cualitativa: orientaciones procedimentales. Venezuela: UPEL/IPB.
  • Quintana-Abello, I., Mendoza-Llanos, R., Bravo-Ferretti, C., & Mora-Donoso, M. (2018). Enfoque psicosocial. Concepto y aplicabilidad en la formación profesional de estudiantes de psicología. Revista Reflexión e Investigación Educacional. 1, (2). https://core.ac.uk/download/pdf/230583934.pdf
  • Riaño, P., & Uribe, M. V. (2017). Construyendo memoria en medio del conflicto: el Grupo de Memoria Histórica de Colombia. Revista de Estudios Colombianos50, 9-23.
  • Ricoy Lorenzo, C. (2006). Contribución sobre los paradigmas de investigación. http://repositorio.ucsh.cl/xmlui/bitstream/handle/ucsh/2952/Contribuci%C3%B3n%20sobre%20los%20paradigmas%20de%20investigaci%C3%B3n.pdf?sequence=1
  • Sánchez, E. G., García, E. T., & Cárdenas, J. E. (2019). La mujer como víctima del conflicto armado en Colombia. Academia & Derecho, (16).
  • Torrado, A. A. (2013). Componentes epistemológicos y metodológicos de la atención psicosocial a víctimas de guerra y violencia política en Colombia. Tesis psicológica: Revista de la Facultad de Psicología, 8(1), 68-79. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/4630281.pdf
  • Vázquez Liñán, M., & Leetoy, S. (2016). Memoria histórica y propaganda. Una aproximación
  • teórica al estudio comunicacional de la memoria. Comunicación y sociedad, (26), 71-94.
  • Von Der Borch, M. (2015). Intervenciones con enfoque psicosocial. SAVIA Revista de investigación e intervención social, 79-82. https://savia.unison.mx/index.php/Savia/article/view/85

Los autores recomiendan el siguiente video:

Tejiendo vida: ritualidad, verdad y memoria. https://youtu.be/k8ipkPDx7-s?si=8yNQTYYffsbcsZch

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

uno + trece =